LA SOMMELIER COLOMBIANA TATIANA MARTINEZ VALENCIA Y SU NUEVA VIDA EN TRES ARROYOS
Vino para quedarse
Mientras hacía una pasantía en Buenos Aires para su carrera de Comercio Exterior, la colombiana Tatiana Martínez Valencia comenzó a interesarse en el mundo del vino y decidió convertirse en sommelier. En ese camino conoció a Leandro Fernández Testa, su pareja, y dos años después tomó la decisión de radicarse en Tres Arroyos. Especialista en café, la bebida nacional de su país, planea compartir sus conocimientos y abrir un mercado de consumo para este producto a nivel local, según confió a “El Periodista”
Tatiana Martínez Valencia nació en Ivagué, Colombia, y una pasantía mientras estudiaba Comercio Exterior la trajo a Buenos Aires, donde conoció a su pareja, el tresarroyense Leandro Fernández Testa
¿Dónde naciste, Tatiana? ¿Y cómo llegaste por primera vez a la Argentina?
Nací hace 29 años en una ciudad que se llama Ivagué, a unas cuatro horas en auto de Bogotá. Pero más tarde me fui a vivir con mi familia a Medellín, donde cursé parte del colegio y la Facultad. Mi padre es comerciante independiente, y mi mamá, que toda su vida fue modista, ahora tiene un comercio de sastrería. Y tengo una hermana mayor, que trabaja en la Alcaidía de Envigado, que es donde nosotros vivimos, en Medellín. Todo empezó cuando estaba en la Facultad, donde estudié Comercio Exterior. Allí se me dio la oportunidad de una pasantía, que hice en Buenos Aires, durante un semestre, en una bodega llamada Finca Los Maza. Allí se despertó mi gusto por los vinos, de manera que junto con la pasantía hice un curso de vinos en la Escuela Argentina de Sommeliers. Cuando terminé la pasantía, regresé a Colombia, me recibí en Comercio Exterior y en el 2010 volví a la Argentina, a hacer la carrera de sommelier. Esta formación abarca no solo lo que tiene que ver con los vinos, sino también bebidas destiladas, yerba mate, té y café. Y por ser colombiana, me interesé especialmente en el café, de manera que soy sommelier de vinos, pero especializada en café.
La industria del vino en Colombia es, imagino, muy pequeña…
La industria vitivinícola en Colombia es reducida; de hecho no producimos, importamos todo. Están desarrollándose recién ahora algunas zonas vitivinícolas pero cuyos productos no son considerados de calidad. Por eso, todo nació de mi llegada a Argentina, y de mi trabajo en una empresa de vinos.
Paradójicamente terminás convirtiéndote en especialista en café en un lugar donde no se produce café, como la Argentina…
¡Todo al revés! En Colombia son muchas las personas que se dedican al café, de hecho es nuestra bebida nacional. Pero en mi caso yo estoy buscando aprovechar una plaza como la de aquí, que es un poco virgen en este sentido, y quizá poder promover un poco el consumo del café y enseñar sobre eso. En la Argentina hay otras bebidas nacionales, como los vinos, como el mate, y quizá por eso el café se queda un poco como de lado. Están las industrias que lo producen, pero es todo una cuestión de posicionamiento. Como en Colombia es tan importante el ingreso que se obtiene por las exportaciones de café, se volvió una marca país. Quizá si tuviéramos otras bebidas tan importantes, como sucede en la Argentina, pasaría algo parecido. Aquí el mate le quita mucho espacio al consumo de café, en principio porque se toma en todo momento del año, mientras que una bebida caliente se orienta más a una determinada temporada. Recién ahora se están imponiendo algunas modas como el arte latte, y se innova, pero para innovar primero hay que consumir el producto de manera cotidiana. Aquí, en la última Expovinos, fue mucha la gente que se acercó a la charla sobre café, y yo les preguntaba si habían decidido ir porque lo toman realmente, o por curiosidad. Y hay sin duda gente que lo consume, aunque no conoce mucho el tema.
El consumo de café tuvo una época de mayor auge, me parece… Después lo relegó el mate, y quedó reducido un poco a esa cuestión del bar, del café con los amigos, en las grandes ciudades.
Es cierto, quizá el centro no es el café sino el momento de compartirlo con los amigos. Pero el mate le resta protagonismo.
¿Y a vos te gusta el mate?
Sí, me gusta de verdad. Al principio me costó, pero me gusta mucho tomarlo amargo. Y lo que me llama la atención es esa costumbre de compartirlo, con los amigos, con la familia, ese ritual que es nuevo para mí y para cualquier persona que viene de afuera.
¿Cómo surgió la posibilidad de volver a la Argentina y quedarte? Imagino que tuvo que ver con Leandro (N. de la R: el tresarroyense Leandro Fernández Testa es su pareja)
Sí, claro. Nosotros nos conocimos en un evento de vinos en Buenos Aires, en el 2010. El había estudiado en la Escuela Argentina de Sommeliers, como yo, pero finalmente se recibió en la Escuela Argentina de Vinos. Nos conocimos en ese evento, donde yo había ido mientras trabajaba para una empresa de agua mineral. Tuvimos una relación a la distancia durante dos años, porque yo volví a Colombia, y trabajé allá en una importadora de vinos, me di el gusto de llegar con algo nuevo, y hacer algo que muchas personas veían como novedoso porque en Colombia el vino todavía se asocia al lujo. No es para nada común almorzar con vino, por ejemplo, y si se lo sirve en la cena, es porque se trata de una ocasión especial. Entonces llegar y compartir todos estos conocimientos fue muy gratificante para mí, por el reconocimiento de la gente y el interés que empezó a despertarse por esa bebida. Entonces llegó el momento de tomar una decisión, porque Leandro está muy estabilizado aquí, con un negocio familiar que funciona muy bien, y yo sólo tenía que renunciar a un trabajo y venirme. Además él ama Tres Arroyos. Conoció Medellín, pero no sé si viviría allá mucho tiempo. Son tres millones de habitantes, mientras que acá hay tanta tranquilidad, todo el mundo se conoce…
¿Cómo fue la adaptación a vivir aquí?
Yo no lo veía como difícil. Vine a Tres Arroyos por primera vez y sabía de alguna manera a lo que me iba a enfrentar. Ha sido tanto el apoyo de la familia de Leandro, y él mismo que ha hecho todo lo posible porque yo esté bien…Me cuesta un poco adaptarme al clima, que me mata (risas). Y hay días que no son fáciles, que se extraña la familia, las amigas, la comida. Yo creo, sin embargo, que nos dimos el tiempo suficiente para tomar la decisión y salió bien. Estamos muy contentos.
¿Qué se extraña más? ¿Hay algo que aquí no hay y cuya ausencia te cuesta aceptar?
La arepa. Cuando vine me traje kilos de harina de maíz para hacerlas, pero se terminaron y eso me hace mucha falta. Y la familia, claro.
¿Y tenés previsto volver a Colombia con cierta frecuencia?
Antes de mitad del año próximo, seguramente. Porque ya estoy a cargo del negocio, del local de la avenida San Martín, y en diciembre estamos en plena temporada, así que este año ya no voy a viajar. También se puede dar la oportunidad de que ellos vengan, pero tiene que ser en verano, porque mi familia no soportaría el frío del invierno de aquí. Así que tendremos que organizar eso.
¿Qué te llama la atención de la Argentina en general, y de Tres Arroyos en particular?
Me sorprende, de los argentinos, esa vida nocturna que nunca para. Lo largo que es el día…Yo siempre he tenido la costumbre de acostarme temprano, de trasnochar sólo por alguna razón en particular, mientras que ustedes siguen y siguen…No me costó, me estoy acostumbrando. Y me gusta mucho el tema de reunirse en casas, que recién se está haciendo tendencia ahora en Colombia, donde se ha vetado el consumo de alcohol y se hacen controles de tránsito permanentemente entonces la gente se reúne en sus casas. Esto les gusta mucho a los argentinos y me parece muy bonito, muy valioso. Con Leandro lo vivo así, siempre tenemos alguna reunión, una cena, que surgen espontáneamente, y me encanta, porque parte de algo muy sencillo, de las ganas de compartir, y se convierte en una celebración. Eso no es tan común en Colombia, donde se estila avisar primero si uno va a pasar por la casa de otro.
De la gastronomía, me imagino, lo primero que te impactó fue el vino...
Sí, sobre todo porque hay tanto para conocer, tantas posibilidades de probar. Y en cuanto a la comida, el asado, por supuesto, pero sobre todo las pastas, que recién están empezando a elaborarse en Colombia, donde lo más común es la pasta seca. Y las facturas, las masas dulces, que aquí tienen un no sé qué…Es muy rico, no paras de comer. ¡Y las empanadas! Nosotros tenemos empanadas, pero de maíz, y fritas. Son distintas.
Además del negocio, supongo que te dedicarás a organizar eventos, a desarrollar otras actividades...
Eso es lo que queremos; nosotros hemos trabajando ya juntos en algunos eventos en Buenos Aires, y queremos aprovechar estos conocimientos que tengo, y lo que me falta por aprender, para seguir haciéndolo y transmitir eso acá. Incluso ya estamos vendiendo café, que compramos a una persona de Bahía Blanca, que importa de Brasil y de Colombia y realiza aquí el proceso de tostado, logrando un producto de muy buena calidad. Entonces vamos a intentar darlo a conocer y sembrar un poco la cultura del café. Y por supuesto Leandro siempre está organizando eventos, empezaremos a hacer cursos de vinos y cata. De hecho vamos a armar también catas de café.
Vos trabajaste con el agua mineral, que en la Argentina también tiene un desarrollo bastante reciente...
Empecé con un ex-jefe mío en Buenos Aires, que comenzó con un emprendimiento de agua mineral extraída de un acuífero ubicado en el Aconcagua. Allí estuve un año y medio, y lo que se quería brindar era un producto Premium, lo que no es fácil porque aquí hay aguas muy buenas, que se compran en plástico y a precio accesible. Pero fue un proceso muy bonito, porque me llevó a estudiar sobre aguas livianas, aguas duras, su importancia en la salud por los minerales que contienen…Y eso está también muy relacionado con las bebidas, porque un buen vino uno debería acompañarlo con agua, pero no de la canilla. Y el agua tiene todo su tema de cata, de composición, de origen, de tipos de extracción. Uno la toma porque sí, pero en cuanto a calidad y conocimiento está todo por hacer. De todas maneras eso no pasa solo acá, también en Colombia se consume agua sin fijarse si tiene o no mucho sodio, cómo es su composición. La tendencia recién se está instalando, tanto aquí como allá, por esto del cuidado de la salud, de la vuelta a lo natural.
¿Te gustaría, además de lo que compartís con Leandro, desarrollar algún proyecto personal tuyo?
Como comenté, yo estudié Comercio Exterior, y quizá me gustaría tener algo paralelo, trabajar en alguna empresa. Lo hice en Colombia, donde trabajé en marketing. Y me interesaría poder, después de vivir este proceso de adaptación y de ayudar a Leandro en sus emprendimientos, hacer otra cosa. He movido mi curriculum, así que quizá salga algo. Y si no, aquí estamos.


