PASAPORTE – LA EXOTICA BITACORA DE CARLOS ORDOÑEZ
Aventuras en el corazón de Asia
Su afición por los deportes lo ha llevado a recorrer varios países, pero es indudable que el periplo que el contador Carlos Ordóñez realizó desde Rusia a China, atravesando Mongolia y sus tribus nómades para llegar a China e incluso tocar Japón en un crucero, resultará inolvidable. Aquí lo cuenta con detalles únicos a “El Periodista”
Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que el contador Carlos Ordoñez es uno de los tresarroyenses que más viaja por el mundo desde varios años atrás a esta parte. A cruzado fronteras con familia, amigos y en alguna oportunidad solo, asumiendo a la vez el reto y la libertad que eso supone, planificando previamente o intentando “perderse” en una ciudad nueva, tomando una calle para ver dónde lo lleva. Pero siempre disfrutando la magia que aparece al asomarse a la ventana de un avión, un tren o un hotel y sorprenderse con nuevos panoramas.
Su afición a los deportes, especialmente el fútbol y el boxeo lo han llevado a estadios donde disfrutó espectáculos que llamaron la atención en todos los continentes. Pero también en largos periplos, relajado y hablando con personas de cada lugar para conocer esos secretos de los locales que se convierten en los mejores guías que uno puede imaginar.
Hace un mes volvió de un extenso viaje que abarcó destinos muy lejanos, exóticos, con culturas y realidades económicas distintas a las nuestras. Por eso fue muy interesante entrevistarlo para que nos comente sus experiencias.
“Esta vez fueron 55 días muy activos con una combinación de vuelos inicial que nos llevó algo más de 24 horas hasta llegar a Moscú, la ciudad donde comenzó el recorrido. Habíamos partido de Ezeiza hacia la escala en San Pablo en un avión de Emirates, una
de las mejores líneas aéreas del mundo. Dio la casualidad que a la vuelta veníamos con mi novia Liliana y se sentó a nuestro lado una azafata de la compañía que venía a visitar una amiga a Buenos Aires, y nos contó que son nada menos que 25.000 las asistentes de cabina en esa empresa de bandera emiratí y que tienen profesionales elegidos en distintos países del mundo. Son líderes en aeronaves de fuselaje ancho porque son más cómodos y espaciosos para unir destinos de mucha distancia”.
Y llegaron a Moscú, la sede de la Plaza Roja, el Kremlin, las catedrales, iglesias y palacios…
Sin querer y sin saberlo fue el mismo día en que se celebraba el 80 aniversario del Día de la Victoria, recordando la fecha en la que los soldados rusos entraron a Berlín en 1945. Era feriado, nuestro hotel quedaba en pleno centro, pero estaba todo clausurado al tránsito porque en ese gran acto además de Putin estaban varios presidentes, entre ellos Xi Jinping, Maduro y Lula. Había un gran desfile militar y estuvimos sin poder avanzar hasta el alojamiento por espacio de 5 horas. Al día siguiente pudimos visitar la Plaza Roja y el domingo fuimos al teatro a ver una función del Ballet Bolshoi, una de las compañías más antiguas y famosas del mundo. Quedaban pocas entradas bien ubicadas y tuvimos que pagar un palco que nos aseguraba una buena visión. Tampoco podíamos desaprovechar la oportunidad de ir a un circo, ya que ellos son famosos en el mundo y tienen escuelas especializadas para esos espectáculos. La ciudad es verdaderamente hermosa para pasear con impresionantes catedrales, monumentos históricos y culturales. Pero también se aprecian zonas de restaurantes, bares de moda y una animada vida nocturna, con absoluta seguridad para desplazarse. Tiene un subterráneo muy cuidado y es el más profundo del mundo con un sistema de escaleras mecánicas interminables, donde mirás hacia abajo y es como si estuviera el abismo. Al día siguiente tomamos un tren hacia una zona suburbana y encontramos la construcción habitual comunista, con avenidas muy amplias y edificios iguales entre sí, con parques amplios que los separaban, plenos de juegos para niños. Yo ya había estado en el Mundial de fútbol, pero estaba contaminado por turistas y por mi tarea periodística no pude ver detalles de la ciudad. Otra de las cosas que me impactó es que había cero turismo, probablemente por la situación bélica con Ucrania. Los que vamos desde otros lugares nos sorprendemos porque es mucho más occidental que lo que creemos, están las más importantes marcas del mundo como Dior y Praga, no funcionan en estos meses por la guerra las tarjetas de crédito y se manejan solo con efectivo en la moneda de ellos, aunque en algunos lugares te toman billete dólar. La ciudad es muy limpia, ellos son muy amables y serviciales. Es un lugar increíble para explorar, como te decía es seguro y sin gente en situación de calle. Muy pocos hablan inglés y siempre es bueno llevar un traductor y no privarse de Internet. Hoy el teléfono te brinda un montón de aplicaciones para manejarte sin inconvenientes e incluso con herramientas de inteligencia artificial. Esta vez no estuve en San Petersburgo, porque ya lo conocí en un viaje en crucero y es también una ciudad magnífica. Siguiendo el rumbo prefijado nos tomamos el Ferrocarril Transiberiano que atraviesa todo el continente, ya que conecta la Rusia Europea con Siberia en 9 noches, combinando luego con Mongolia y China. Sale cada noche de Moscú a la una de la mañana y termina en la ciudad de Vladivostok, sobre el Pacífico. Cumple la función de unir localidades rusas, lo que es sinónimo de integrar a la población con todo su derecho, por más pequeños que sean los pueblos. Tenés camarotes distintos según sus categorías, restaurante y hasta una ducha. Lo cierto es que recorre Rusia de Este a Oeste. La ruta que se conoce como “Rossiya”, tiene una longitud de 9.288 kilómetros y atraviesa 8 zonas horarias. En el paisaje se ve mucho verde con pinos, abedules y bosques. La ventaja es que podés bajar donde quieras. Nosotros, después de 3 días de viaje nos quedamos en Novosibirsk, una ciudad hermosa que es la capital de Siberia. Tiene 1 millón y medio de habitantes y nos alojamos 3 noches en un departamento de lujo, muy barato. Allí fuimos a un zoológico gigante y a ver en un teatro el Lago de los Cisnes por otra compañía de ballet local. En este caso eran más de 70 personas en el escenario y una orquesta en vivo con 65 músicos. El salón estaba lleno. Son oportunidades culturales que no se pueden perder.
Relatos de guerra
Hasta allí decenas de anécdotas. A cada paso algo distinto…
Seguro. Tu pregunta viene bien para contar algo que nos pasó en el Transiberiano, que fue creado por el emperador Alejandro III. En ese desplazamiento vimos mucho movimiento de tropas y tuve la oportunidad de hablar con algunos soldados, que aunque no quieren contar intimidades políticas, pero te cuentan que para ellos la guerra con Ucrania es una causa justa. En realidad no la califican como una guerra sino como una operación militar para salvaguardar a la población rusa que vive en los sectores ocupados por los ucranianos y les han provocado vejaciones y muerte. Con los que hablaba, no habían ido a luchar al frente pero deseaban hacerlo “por su patria”. Tienen un gran sentido de pertenencia a la nacionalidad, al igual que los pobladores comunes y lo digo sin ninguna intención política sino para comentar la realidad de lo que me tocó comprobar en esos encuentros esporádicos. Incluso al detenerse el tren en una estación, familiares o amigos les regalaron a los soldados dulces, que ellos repartieron a los viajeros y con nosotros tuvieron un gesto sorprendente. En un momento se acercaron y nos obsequiaron dos cajas grandes que contenían lo que es una ración de comida que reciben en el frente de combate, consistente en carnes, postres, verduras, todo enlatado y hasta jugos y pastillas para potabilizar agua. Un gesto muy amigable de parte de ellos.
Tierras con historia
Estaban en Novosibirsk, uno de los principales centros industriales de la Federación Rusa. Y a partir de allí…
A partir de allí se abría un interrogante porque era 6 de mayo y habíamos contratado un tour todo organizado por China que salía el 30 de ese mes. ¿En qué emplearíamos los días que faltaban ? Ibamos viajando por tramos. Nos quedamos en esa ciudad y visitamos el Lago Baikal, el más profundo del mundo y es precioso. Había un tren que salía dos veces por semana a Mongolia, país que no conocíamos. Así fue que decidimos subirnos el Trans-Mongoliano y pasamos por la estepa, vimos tribus nómades que viven del ganado, se van desplazando y han desertificado el país porque no cuidaron la tierra, trasladando permanentemente los animales y haciendo una sobrecarga en el suelo que no dio lugar a los cultivos. Eso también conllevó al subdesarrollo del país. Era el famoso imperio mongol fundado por Genghis Khan en 1206 y que llegó a cubrir gran parte de Eurasia. Khan unificó todas esas tribus nómadas y lideró su expansión militar conquistando parte de China, Persia, Rusia y el Medio Oriente. Si bien facilitó el intercambio cultural entre Oriente y Occidente, también fue conocido por su brutalidad en las conquistas. Cuentan que con sus hombres recorrieron 25 mil kilómetros a caballo por esas estepas inhóspitas. Allí nos quedamos unos días en la ciudad de Ulan Bator, la capital de Mongolia con una población de 1.800.000 habitantes. Tiene un tránsito muy caótico, muchos monasterios budistas y pudimos conocer una ceremonia de la que participaron 160 monjes además de los feligreses. En la plaza central hay una gran estatua del emperador Khan y el Museo Nacional que lleva su nombre en un complejo de 9 plantas, además de edificios muy importantes. También pudimos ver un momento en el que el presidente recibió en las escaleras del palacio de gobierno a numerosas mujeres ataviadas a la usanza y con ramos de flores en sus manos, a las que el jefe de gobierno las condecoró por ser damas del país que tuvieron más de 7 hijos, en una ceremonia que se realiza todos los años. Entre otras cosas para comentar de los mongoles, en su economía dependen de la exportación de carbón y algo de ganado a China. El perfil social es de gente más simple que la que vimos en Rusia y en China, que son muchos más cultos”.
Llegar al gigante
Y a partir de allí llegaría la experiencia en un país gigante y sumamente desarrollado como la China.
Terminado nuestro paso por Mongolia tomamos un tren del lugar, mucho más modesto, que nos llevó a la entrada al país donde tuvimos 4 horas de demora por los trámites de migraciones. Ya la geografía había cambiado porque dejamos las estepas y montañas desertificadas y pasamos al verde del paisaje chino. Hace 30 años China era un país pobre que migró en esos tiempos habitantes a diversos territorios del mundo, incluida Argentina, con el aluvión de supermercadistas que se insertaron e incluso tuvieron hijos aquí. Casi todos llegaron desde una región postergada de su país. En 3 décadas a esta parte, China produjo una revolución favorable en su economía, al punto de que antes se alimentaban básicamente con arroz y hoy no lo dejan, pero agregan a su gastronomía buenas raciones de carne. Ahora son autosuficientes y comen bien sus 1.400 millones de personas. La soja que nosotros les vendemos la usan para alimentar el ganado y convertirla en carne. No hay pobreza ni gente en situación de calle. Allí estuvimos en la pequeña ciudad de Hohhot, norte del país. Éramos los únicos dos occidentales con nuestras facciones totalmente distintas a las de ellos, así que se sorprendían cuando nos veían caminando por las calles de ese lugar del interior, nos saludaban agitando sus manos y nos pedían tomarse fotos con nosotros. Muy serviciales, correctos y amables, sobre todo cuando necesitábamos preguntar cómo podíamos conseguir algo. En una terminal ferroviaria un señor caminó 350 metros para guiarnos al lugar donde debíamos comprar los pasajes y subir a un tren. En otros casos cuando veían que éramos turistas y debíamos hacer fila para algo, nos invitaban a adelantarnos a un lugar preferencial para que no perdiéramos tiempo. La comida en general es muy sabrosa, aunque hay que cuidarse de los picantes. Dos personas almuerzan por unos 8 mil pesos argentinos y se buscás algo más elaborado como el famoso pato laqueado pagás un poco más, pero nada caro. Tomamos un tren bala para llegar a Pekín para recorrer casi 800 kilómetros y costó unos 23 mil de los nuestros. En general todo es más barato.
¿Cómo les fue en Pekín?
Allí por ser una enorme capital, con más de 22 millones de habitantes, teníamos contratado un tour guiado. Conocimos las dinastías, los templos, la famosa Muralla China y mucho más. Es una megalópolis muy organizada, muy segura y bastante limpia. Ellos son muy tranquilos, hasta pacíficos, tal vez porque aplican la filosofía de Confucio. El respeto a los ancianos es un valor cultural muy arraigado en ellos. No hay gente en situación de calle y el gobierno considera muy importante la protección de todos. Para las familias sería una gran vergüenza que alguien de ellos estuviera pidiendo en la vía pública o despojado de los necesario para vivir dignamente. Volviendo a algo que comentaba anteriormente, cuando alguien se adelanta en una fila nadie se siente molesto, porque el habitante chino deja por sentado que esa persona tiene más necesidad de llegar a un lugar más rápido y por eso avanza un poco más. El subterráneo es muy moderno y cuidado. Algo que nos llamó la atención como cosa desagradable es que eructan y se lo pasan escupiendo. Es muy tradicional en ellos. Se ven muchas motos en la calle, que suelen ser peligrosas porque no siempre respetan al peatón, cosa que sí pasa con los automóviles, que le dan prioridad a los peatones. Hemos visto entre tantas demostraciones de tecnología, algunos robots que te acercaban un café a tu habitación del hotel cuando hacías el pedido. Shangai es aún más impresionante porque es la ciudad más grande y rica de China, porque es el centro económico, financiero e industrial del país. Viven allí 14 millones de personas, en medio de rascacielos y la confluencia de lo moderno con lo tradicional. Allí disfrutamos tecnología al cien por ciento. Como mencionaba, en China eran pobres hace 30 años, pero tuvieron la virtud de saber abrirse al mundo mediante la reforma iniciada en 1978 por Deng Xiaoping. Pasaron de una economía planificada a una economía socialista de mercado, fomentando la inversión extranjera, la iniciativa privada y el comercio internacional. Una de las decisiones internas fue enviar a los mejores estudiantes chinos a las más prestigiosas universidades de Estados Unidos y Europa. Esos jóvenes volvieron en su mayoría muy formados y comenzaron a invertir en ciencia y desarrollo, copiando y mejorando. Otra de las estrategias que ponen en práctica es cuando detectan lugares del territorio donde se pueden explotar minerales, cereales u otro tipo de riquezas. En ese caso construyen edificios para que puedan albergar a las decenas de familias que enviarán para realizar las tareas productivas. Incentivan a esa gente para que deje los grandes centros poblados y crezca el interior, dándole vivienda y otros servicios de bienestar. O sea, inventan pequeñas ciudades con el fin de mejorar los recursos productivos del país. Viven planificando a futuro. En contraposición a eso, no les dan facilidades a quienes quieren venir a vivir a la capital. No es cierto que los productos chinos son malos como se supuso al principio. Existen tres calidades de fabricación y llega a nosotros lo que los importadores suelen traer: las cosas más baratas para ganar en su territorio más dinero. Por ejemplo, en materia de telefonía tienen entre otras las marcas Xiaomi y Huawei, que están a nivel del iPhone y Samsung, a través de renovaciones tecnológicas y diseños atractivos. Producen autos eléctricos, trenes ultramodernos y avanzan en el propósito de convertirse en líderes en el espacio. Siguieron con su línea política centralizada por el Partido Comunista Chino, hoy liderada por Xi Jinping desde 2013, hasta constituirse actualmente en la segunda economía del mundo, planean ser en 20 años la primera y en 30 años líderes militares. Y hacia eso van con inteligencia y disciplina. Comenzaron a crecer al 10 por ciento anual y por eso en el mundo se habla de crecer a tasas chinas. Tienen autosuficiencia alimentaria para toda su población. Es para ir a visitar ese país.
El orden japonés
¿Allí terminó el periplo?
No. Hicimos un crucero que llegó a Japón y pudimos conocer algo de ellos. Por ejemplo la limpieza, tecnología, líderes en robótica, orden, respeto y mucho más. Eran la segunda economía del mundo, después superada por China y con un problema que se da en la tasa de natalidad muy baja y un tercio de la población con gente de más de 70 años. Cada 5 años pierden 3 millones de habitantes, lo que implica cierto estancamiento de la economía y una baja en el consumo. También estuvimos 5 días en los Emiratos Arabes donde tomamos el vuelo de regreso a la Argentina desde Dubai, una ciudad muy moderna donde todo reluce y a pesar de los casi 50 grados de temperatura que había en su verano hay túneles con aire acondicionado que acercan a la gente a los shopping y lugares de consumo. Allí fuimos a ver un espectáculo circense generados con artistas y miles de litros de agua, generado por un director que trajeron del Circo de Soleil, en ese afán por superarse siempre. Está superdesarrollada por el petróleo, importan casi todo y han invertido mucho dinero en hoteles, rascacielos, acuarios y bellezas arquitectónicas para el turismo, instalando la Marca Dubai en el mundo, lo que les acerca muchos ingresos. Las petroleras y la famosa línea aérea Emirates son del estado, que financia todo mediante un fondo de inversión.
Ahora nos ponemos del lado del lector, después de enterarnos con muchos detalles de un viaje magnífico, con diversidad de paisajes y diferentes culturas. Desde los tesoros de una urbe superpoblada donde el pasado y el presente se confunden vertiginosamente, hasta la placidez de las aldeas con su gente simple, alejada del mundo digitalizado y globalizado.
Dejar Moscú y el Kremlin y sus emblemáticas catedrales, al comenzar un largo viaje en el Transiberiano, que pasará por la árida estepa de Mongolia y después llegar a Beijing para conocer 5.000 años de civilización china para el fin de un viaje apasionante, que para Liliana y Carlos formará parte de los recuerdos distintos, únicos y eternos que no se olvidarán de por vida.