EL PRESTIGIOSO CIRUJANO TRESARROYENSE, CARLOS BALBI, A SOLAS CON “EL PERIODISTA” EN CLAROMECO
“Soy un entusiasta de la salud pública”
Prestigioso cirujano tresarroyense, el doctor Carlos Balbi desarrolló prácticamente toda su carrera en el reconocido Hospital “Juan A. Fernández”, donde actualmente es asesor de la Dirección. A días de haberse acogido a los beneficios de la jubilación, el facultativo habló con “El Periodista” en Claromecó, el lugar que elige una y otra vez para pasar sus vacaciones. Exclusivo

Miembro Senior del American College of Surgeons, Balbi desarrolló principalmente su extensa carrera dentro del prestigioso hospital “Juan A. Fernández”
El doctor Carlos Hernán Balbi es un prestigioso cirujano tresarroyense. Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires y se radicó definitivamente en esa ciudad. Ejerció la profesión simultáneamente en el ámbito público y privado. Miembro Senior del American College of Surgeons, desarrolló su extensa carrera dentro del célebre Hospital “Juan A. Fernández”. En Claromecó, donde veranea todos los años y a pocos días de haberse jubilado, habló a solas con “El Periodista”.
Balbi nació en el año 1941. Toda su familia es oriunda de Tres Arroyos. En la ciudad completó sus estudios primarios y secundarios. A los diecisiete años viajó a Buenos Aires a estudiar medicina, vocación que tuvo desde una edad muy temprana. A los doce años descubrió que quería ser médico y en la Universidad de Buenos Aires (UBA) lo confirmó. El destacado profesor Rodolfo Liva, quien fuera director en el Colegio Industrial, lo preparó para rendir el examen de ingreso, que por entonces tenía tres materias bastante complejas. Dichosamente aprobó y empezó a estudiar. Siempre tuvo la idea de retornar a su ciudad de origen una vez terminados los estudios, pero el desarrollo de la profesión lo fue envolviendo y solo consiguió efectuar visitas esporádicas.
En 1964 se recibió de médico e inmediatamente ingresó en la residencia de cirugía, donde se especializó en cirugía general, disciplina que le apasionaba y que ejerció toda la vida. Después agregó la jefatura de médicos residentes, más tarde obtuvo una beca del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y se especializó en cirugía de esófago. “Al principio trabajé en el Hospital Rawson, señero en cirugía porque fue el lugar de desarrollo de los hermanos Finochietto (dos maestros de la cirugía). Hice la residencia con un discípulo directo de ellos. Después de unos cuantos años pasé al Hospital Juan A. Fernández, donde trabajo hace veintiséis años. Simultáneamente trabajé en el ámbito público y privado. Hacía mañanas de hospital y tardes de consultorio. Para mí la medicina es apasionante, la cirugía en sí misma, el contacto con la gente, todo. Disfruto de ella en todo momento”, explicó Balbi.
Durante muchos años fue docente. Estuvo a cargo de la organización de la enseñanza de cirugía en el Hospital Fernández. Asociada la institución médica a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Carlos Balbi fue el docente autorizado para organizar las clases pero también para dictarlas. Estas se daban en el mismo hospital y para alumnos del último año de la carrera de medicina. Balbi dictaba la clase de cirugía, una de las últimas materias de la carrera y que se encuentra dentro de lo que se llama el ciclo clínico hospitalario. “Los alumnos, para recibirse, debían aprobar tres aspectos en su enseñanza hospitalaria: la clase, que ya dejó de ser magistral y es más participativa, más dialogada; el recorrido en las salas de pacientes, donde el alumno lo interroga con una base previa de conocimientos proporcionada por el médico para poder preguntar con criterio y sobre todo con mucho respeto; y finalmente la asistencia a quirófano, donde el alumno simplemente asiste, no participa activamente, son meros observadores. Sus manos están cruzadas atrás, pero pueden mirar y uno les explica”, indicó.
Según Balbi, “para ser médico uno debe tener certeza, la convicción absoluta de lo que quiere ser y en segundo lugar ponerle el alma, no existe otra forma. La medicina tiene mucha exigencia en tiempo y en recurso físico. Después de cumplir una guardia de 24 horas donde terminás exhausto, hay que continuar la tarea y ponerle una dosis de voluntad importante. Hay que saber los sacrificios y las recompensas que tiene la profesión. Yo estudié convencido, con la certeza de que la medicina era lo que a mí me gustaba. Me formé en uno de los mejores servicios de cirugía, cumplí con mi residencia, hice todas las etapas, llegué a docente de la UBA, trabajé muchos años en un hospital de primera línea, estuve a cargo compartiendo responsabilidades sobre la cirugía hepática, biliar y pancreática en el hospital Fernández. Me siento satisfecho con lo logrado. He cumplido todas mis aspiraciones”, explicó.
Trabajó casi treinta años en el Hospital Fernández como cirujano, pero dejó después de profundizar la lectura de artículos americanos sobre la pérdida de velocidad cognitiva a partir de los sesenta y ocho años edad, la cual al principio aparece de manera imperceptible. Carlos expresó que “cuando uno está operando hace determinado gesto quirúrgico y si se plantea una circunstancia adversa debe resolverla instantáneamente y en esas velocidades de reacción, ligadas con las decisiones intraoperatorias, la falta de reacción es una contrariedad. Esta lectura me dejó pensando y si bien dejé pasar unos años más, tomé la decisión personal de abandonar la cirugía”. El 1º de enero de 2016 se jubiló, aunque sigue trabajando en la dirección del hospital como asesor. Ayuda al director y al subdirector desde hace varios años. En ese cargo aporta conocimiento y experiencia a la gestión. Articula los diferentes servicios para que todo funcione correctamente. Su amor por la medicina no le permite concebirse fuera del ámbito médico y pone todo su empeño para enaltecer la profesión, apoyar a sus colegas y honrar a la salud pública.
El Hospital Fernández
El Hospital Fernández es uno de los mejores hospitales públicos. Se inscribe como uno de los más destacados referentes en salud, tanto en atención primaria como en prácticas de mediana y alta complejidad. Con destacados profesionales en su staff, posee una demanda amplia. Si bien cada hospital tiene su área de trabajo, su área programática, que corresponde a un determinado barrio y debe lograr la asistencia de esa población al hospital, no se cumple. El hospital recibe pacientes de la CABA, el conurbano, provincias y algunos países limítrofes. Por ello requiere una constante actualización y renovación tecnológica y de equipamiento. Balbi atestigua que desde el punto de vista edilicio el Fernández está bastante por encima del resto de los hospitales de la ciudad de Buenos Aires. Además recibe el apoyo de la Fundación Doctor Juan. A Fernández, creada por personas dedicadas a proveer de aparatología al hospital. Mirtha Legrand es la presidente honoraria y Miriam S. de Bagó la presidente ejecutiva. Ambas muy vinculadas a numerosas empresas capaces de generar recaudaciones importantes para el hospital. También participan médicos y el propio director, el doctor José Lanes. A través de todas las donaciones y aportes recibidos, la Fundación dota al Hospital de la más moderna aparatología, instrumental y equipamiento para optimizar la excelencia en la prestación médico hospitalaria. También hace reformas de obra civil: de los diez quirófanos que posee, seis se han renovado completamente.
La Capital Federal cuenta con treinta y tres hospitales públicos y solo dos o tres poseen resonadores, el Fernández es uno de ellos. “El hecho de tener un resonador implica tener un médico que sepa hacer la resonancia, leerla e interpretarla. Tenemos un servicio de gastroenterología muy desarrollado que trabaja muy bien. Desde hace cuatro años se incorporó un plan de trasplante hepático junto al hospital de niños Ricardo Gutiérrez. En el Fernández se hace la ablación del órgano y en el Gutiérrez el implante. También tenemos un convenio con el Instituto FLENI. Cuando el estudio no puede realizarse en el Fernández, el paciente va y se lo hace sin abonar absolutamente nada porque es un convenio entre una institución pública y una privada, por lo que el Gobierno de la ciudad se hace cargo del pago. Todas estas cosas van jerarquizando al Fernández. Tenemos servicio de hemodinamia..., mucha aparatología, óptimos convenios, excelentes médicos, todo funciona realmente muy bien. Tal vez está un poquito desbordado por la enorme cantidad de pacientes que confluyen pero tenemos mucha respuesta por parte de la guardia que atiende una gran cantidad de pacientes diariamente. Tengo absoluta confianza en el hospital, soy un entusiasta de la salud pública. No creo que un paciente pueda tener una mejor atención en otro lado. El Fernández es un hospital que lo tiene todo, es realmente de excelencia”, aseguró.
Las cifras del Fernández son de una magnitud notable. Atiende unos 2500 pacientes diarios; posee aproximadamente 800 médicos, 1200 empleados administrativos y 310 camas. Tiene un eficiente servicio de terapia intensiva, cuyo subjefe es Néstor Raimondi, oriundo de Adolfo Gonzáles Chaves.
La salud pública en Argentina
Balbi aseguró que la Argentina tiene un buen posicionamiento a nivel internacional en materia de salud. Y destacó el rol del Fernández. Anualmente, por ejemplo, el hospital realiza unas jornadas internacionales de gastroenterología donde acuden profesionales de distintas partes del mundo. Es un período de instrucción que dura una semana, donde los médicos se actualizan y se perfeccionan. Otro caso para mencionar es el de los ateneos. “Participar de los ateneos médicos, donde se reúnen diferentes doctores de distintas especialidades para discutir un caso determinado y escuchar las opiniones de todos sin ningún tipo de reservas y limitado al ámbito médico, es interesantísimo. Porque a veces uno se queda con su mirada que está involuntariamente limitada y se está perdiendo lo que otro colega pueda decir desde otro ángulo. Muchas veces resulta esclarecedor. Los ateneos están en todas las áreas y desarrollan calidad médica y mejores resultados para el paciente”, contó. Y agregó: “además hemos tenido un Ministro de Salud del Gobierno de la ciudad, actualmente Ministro de Salud de la Nación, el doctor Jorge Lemus, que es un experto en medicina sanitaria a nivel internacional y ha hecho muchos aportes con sus conocimientos al funcionamiento del hospital, de donde él también es oriundo medicamente”, dijo.
Tres Arroyos, Claromecó y los amigos
Balbi tiene muchos amigos en ambas ciudades. A Tres Arroyos no lo visita tanto como quisiera, pero sí a Claromecó. Veranea todos los años junto a su familia. El vínculo con la villa balnearia es innegable: asiste desde muy pequeño cuando su padre alquilaba una casa en la playa y después de la construcción de una vivienda propia hicieron más intensa la relación. Los afectos no solo por las personas, sino por el lugar, lo acercan todos los años y de manera permanente. Sus hijos, que nacieron en Buenos Aires, tienen un amor incondicional por la localidad y también concurren todos los veranos. Carlos reconoció que la diferencia entre este Claromecó y aquel que conoció siendo apenas un niño es abismal. Recordó que frente al Hotel de Claromecó no había nada, solo un enorme potrero, la manzana entera estaba vacía. La costanera no existía y la gente que vivía frente al mar debía palear arena para entrar a sus casas. En la actualidad, “lo que más disfruto es la tranquilidad que me ofrece Claromecó. Es un sentimiento, uno se siente parte de, se siente de acá”, expresó.
Finalmente, como una apostilla cercana que lo tiene encantando y que guarda directa relación con los afectos, Balbi destacó con entusiasmo la posibilidad reciente que tuvo de reencontrarse con viejos amigos y conocidos, a través de las facilidades que brinda la tecnología primero -el vínculo es diario-, y personalmente después. “Armamos un grupo con amigos de Tres Arroyos, con los que nunca estuvimos separados, simplemente dejamos de vernos. Nos hemos encontrado con gente como Héctor Di Benedetto, geólogo retirado; Carlos Gastaldi, Ricardo Sardi, médico en Mendoza; y Dora Suárez, que vive en Posadas... Cada tanto hacemos algún encuentro, buscamos un punto de reunión. Casi siempre es en la ciudad de La Plata o mi casa en Buenos Aires. La posibilidad de encontrarnos se dio por esas cosas que uno no se explica y fue realmente maravilloso. En la conversación surgen los recuerdos e incluso nos estamos enviando las fotos del primario. Es una nueva oportunidad de reencontrarme con los afectos de la infancia, lo que me hace muy feliz”, concluyó.