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de Tres Arroyos

 

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En menos de un año, Iturralde transformó el Tortoni en una sala moderna, posibilitando que los tresarroyenses vuelvan a disfrutar del cine como debe verse: en el cine, pero además con mucha confortabilidad y excelente calidad de imagen y sonido

Ricardo Iturralde

Hermes Rodríguez, ex propietario del Tortoni

Domingo Listorti condujo el desaparecido Cine Americano

Con 92 años, Juan Berretti es la historia viva del cine local. Trabajó en el Cine Teatro Español, el Americano y el Tortoni

 

 


TRES ARROYOS, QUE POSEE EL PRIVILEGIO DE CONSERVAR SU SALA,
TIENE UNA RICA HISTORIA CINEMATOGRÁFICA

Para hacerse la película

A contramano de lo que sucedió en innumerable cantidad de localidades argentinas, Tres Arroyos posee el privilegio de conservar su cine. Y no solo lo preserva, sino que ha sido totalmente remodelado y ofrece la última tecnología audiovisual. El destacable hecho, que debe hacer sentir orgullosos a los tresarroyenses, otorga continuidad a la rica historia cinematográfica de la ciudad, que en su momento llegó a contar con cuatro salas simultáneas. Informe especial de "El Periodista" que invita a "hacerse la película"

Es sabido que el cine en Tres Arroyos vivió años de gloria, épocas en las que las cuatro salas que supo tener la ciudad se colmaban de espectadores y centenares de personas acudían con entusiasmo a los estrenos o a las funciones continuadas de películas en episodios, tan exitosas en otros tiempos. Para ser justos, vale decir que nuestra localidad no era una isla ya que en todo el país el cine acaparaba la atención de gente de todas las edades.
Tres Arroyos tampoco fue la excepción cuando las enormes salas que alguna vez resultaron pequeñas empezaron a quedar muy grandes frente a una demanda cada día menor que las obligó a cerrar sus puertas o a reconvertirse, pasando a ser sitios destinados a diversas actividades no siempre artísticas.
De la debacle del cine algunos culparon a la televisión, otros a la aparición de las películas en video y no faltaron sesudos análisis económicos para explicar las causas del poco interés de las personas por sentarse en las butacas de un salón oscuro frente a una enorme pantalla. Lo cierto es que a partir de una oferta cada día más diversa y amplia en el rubro del entretenimiento los hábitos de la gente cambiaron.
La segunda mitad de la década del '80 y poco más de la primera parte de la del '90 fueron críticas y durante ese período una gran cantidad de salas a lo largo y a lo ancho del país dejaron de funcionar. Sin embargo, en los últimos años comenzó a surgir un renovado interés por el cine, y esto fue bien aprovechado por empresarios que comprendieron que el negocio pasaba por acomodarse a las exigencias de un público muy diferente al de aquellos tiempos en los que las películas eran casi la única excusa posible para la salida diurna y nocturna, al menos en ciudades como la nuestra.
Los shopping más importantes fueron los primeros en demostrar que había avidez por el denominado séptimo arte, y así los antiguos y nuevos propietarios de históricas salas comprendieron que había llegado el momento de adaptarse a los tiempos que corren. Esto es, salas mucho más chicas, comodidad y calidad elevada en la proyección y el sonido.
Los cines cerrados en sitios similares a Tres Arroyos se cuentan por decenas, pero nuestra localidad, gracias al esfuerzo de un sólo hombre, Hermes Rodríguez, logró situarse entre las pocas ciudades privilegiadas que hoy conservan al menos una sala.
Aún así, el querido Cine Tortoni hacía tiempo que necesitaba aggiornarse para poder sobrevivir a las necesidades que impone el nuevo siglo. Y esto se logró gracias al empuje y la pasión de un empresario tresarroyense joven que ama el cine desde chico porque creció casi entre sus paredes.
Ricardo Iturralde tomó la posta que dejó Rodríguez con la idea de hacer del Tortoni una sala moderna, que no tuviera nada que envidiarle a las mejores de Buenos Aires, y lo mejor de todo es que lo logró en menos de un año, posibilitando de esta manera que los tresarroyenses podamos volver a disfrutar del cine como debe verse: en el cine, pero además con mucha confortabilidad y excelente calidad de imagen y sonido.
Hoy, los habitantes de esta ciudad debemos sentirnos orgullosos de ser uno de los pocos lugares con nuestras características que no perdieron su cine y que pudo adaptarlo a la época.

Hermes Rodríguez, ex propietario del Tortoni

Hermes Rodríguez, que estuvo al frente de la empresa propietaria de la sala del Cine Tortoni por poco más de 25 años, ha sido una persona fundamental para que Tres Arroyos no perdiera, posiblemente para siempre, el único cine que hoy le queda. Con mucho esfuerzo logró mantener la sala abierta en tiempos difíciles, y gracias a esa continuidad evitó que el lugar se transformara en cualquier otra cosa, lo que habría imposibilitado que hoy tuviéramos un cine moderno.
Hermes recordó que "me hice cargo del Cine Tortoni cuando el tío de mi señora, Adolfo Pelegri, me lo propuso. El había alquilado la sala a Reinaldo Perego, un empresario del cine, entre 1971 y 1977, pero como no cumplió como debía con el contrato se le denegó la opción de compra que planteaba el alquiler y yo me convertí en el responsable de la empresa".
El Cine Tortoni nació en 1908 por iniciativa de Pedro Raposo y un grupo de amigos que lo acompañaron en el emprendimiento. En sus comienzos funcionó en un local situado en la primera cuadra de la calle Hipólito Yrigoyen, donde actualmente hay una casa de venta de artefactos electrodomésticos.
Don Sebastián Costa, que era el suegro de Raposo, decidió colaborar con la empresa y en 1918 cedió los terrenos que el cine ocupa en la actualidad sobre la calle Colón. Hasta 1930 la empresa que administraba la sala se denominó Pedro Raposo y Cía. Fue justamente ese año cuando se creó la firma Cinematográfica del Sud S.A., que perduró hasta que la sala fue adquirida por su actual dueño, Ricardo Iturralde, en el año 2003.
Dicha empresa tuvo a lo largo de su historia cuatro presidentes: Pedro Raposo, Adolfo Pelegri, Argentina Raposo de Pelegri y Hermes Rodríguez.
Rodríguez comentó a "El Periodista" que Tres Arroyos tuvo 4 salas, lo cual deja en claro el esplendor del negocio en otras épocas. "Acá funcionaron los cines Tortoni, Americano, Español y una sala que estaba en lo que hoy es el Auditorio Padre Mañanet, de la cual no recuerdo el nombre. Todas las salas se llenaban. La gente iba al Americano, por ejemplo, y cuando se llenaba caminaban hasta el Tortoni, y si no podían conseguir ubicación ahí cruzaban al Español. Para poder entrar al cine había que ir media hora antes porque sino no era posible conseguir entradas. Y eso sucedía cuando la ciudad tenía veinticinco mil habitantes".
Hermes explicó que cuando se hizo cargo del Tortoni no sabía nada del negocio y que estaba preocupado con relación a cómo mantener el éxito de la sala. Así fue como se decidió invitar al experimentado administrador Juan Berretti a formar parte del proyecto.
Berretti tenía dilatada experiencia en el manejo de cines y en 1977 estaba a cargo del Cine Americano, además había cumplido la misma función en el Cine y Teatro Español hasta que fuera demolido en 1969.
"Juan Berretti fue quien me enseñó cómo se manejaba un cine, porque yo sabía de números, pero del manejo de una sala de proyección de películas no conocía nada. En 1978, que fue mi primer año completo al frente del Tortoni, asistieron a la sala cien mil espectadores", rememoró Rodríguez.
La realidad de finales de los '70 contrasta bruscamente con lo que ocurrió durante los años previos a que Hermes tomara la decisión de desprenderse del cine. "Ya en los comienzos de la década del '80 el número de espectadores fue bajando gradualmente, pero en las últimas épocas casi no iba nadie. Apenas llegábamos a contar unas quince mil personas por año".
Puesto a rescatar los buenos momentos, Don Hermes dijo que "las películas que más gente convocaron mientras estuve al frente del cine fueron todas las de Porcel y Olmedo. Teníamos que cerrar las rejas para evitar que se desborde la sala. Eso fue en 1979. Otra película que recuerdo que funcionó extraordinariamente bien fue 'Chatrán', fueron a verla quince mil personas en dos semanas y pico de proyección. 'Kraemer vs. Kraemer' tuvo también un resultado espectacular"
Los últimos éxitos de público importantes que Rodríguez vio en el Tortoni fueron las proyecciones de los filmes "Un argentino en Nueva York" y "Titanic". En este último se logró casi lleno total a lo largo de una semana.

Domingo Listorti condujo el desaparecido Cine Americano

Domingo Listorti, padre del conocido actor local Ricardo Listorti, tuvo la responsabilidad de conducir el desaparecido Cine Americano desde 1970 hasta su cierre definitivo en 1989.
"Llegué a Tres Arroyos en 1970. Trabajaba para Reinaldo Perego, que era empresario de cine. Comencé trabajando con él en Avellaneda, pero cuando compró la explotación del cine Opera de Venado Tuerto me trasladó allí. Estuve en ese lugar entre 1967 y 1969. Era una sala hermosa, contaba con 1600 localidades y estaba ubicada frente a la plaza principal. Lamentablemente, el edificio se incendió en 1969 y debí regresar a Avellaneda, donde trabajé en el cine Cabildo. El 28 de diciembre de 1970 me trasladaron a Tres Arroyos para administrar las salas Americano y Tortoni", dijo Listorti.
El cine Americano contaba con 900 butacas y, según explicó Listorti, tenía un perfil diferente al Tortoni porque generalmente se proyectaban filmes de acción. "Al Tortoni iban los estrenos de mayor categoría, así que cuando se terminó el contrato de alquiler de esa sala, en 1978, decidimos que el Americano debía recibir una lavada de cara para poder captar a todos los públicos. Así fue como introdujimos algunas mejoras en las instalaciones".
Aunque Perego dejó de manejar la sala de la calle Colón, durante un tiempo prosiguió siendo quien armaba la programación de la misma. El acuerdo era simple, la mitad de los sellos iban a una sala y los restantes a la otra, con lo cual era imposible que coincidieran las películas y esto ampliaba la oferta para la gente.
"En los buenos tiempos del cine había funciones en las que la sala se llenaba tanto que teníamos que colocar sillas. Ibamos al desaparecido restaurante Troppo, que estaba pegado al cine, y le pedíamos al dueño algunas sillas prestadas para ponerlas en la parte de atrás de la sala. En películas como 'Camila' y 'El francotirador' recuerdo que tuvimos que hacer eso varias veces", recordó Domingo.
Entre los momentos importantes del cine que estaba en la avenida Moreno surge con claridad el debut de la película "Juan Moreira", del realizador Leonardo Favio. El film se estrenó en simultáneo en las salas del cine Atlas de Buenos Aires y el Americano de Tres Arroyos. Esto se debía a que se consideró a nuestra ciudad una plaza muy importante para testear el éxito que la película pudiera tener en el resto del país.
"Las distribuidoras estaban preocupadas por lo que podía pasar con la película en el interior. Así que preparamos una campaña publicitaria en la que relacionábamos a Rodolfo Bebán, el protagonista del film, con su tira televisiva "El Malevo", que era muy vista en aquellos días. Tuvimos una repercusión impresionante, durante una semana la proyectamos a sala llena en las funciones tarde y noche".
Listorti fue categórico al explicar los motivos del cierre de la sala que administraba: "El cine Americano cerró sencillamente porque ya no iba nadie. En 1989 estrenamos la película 'Ico, el caballito valiente'. En una semana movilizamos más de 6000 personas. Luego de este film la gente desapareció del cine. Ese momento fue como el punto de quiebre. Recuerdo que llegaban los sábados y no podíamos meter más de veinticinco a treinta personas".
Domingo no quiso dejar pasar la ocasión de su charla con "El Periodista" para elogiar al empresario Ricardo Iturralde, actual propietario del Cine Tortoni. "La verdad que lo que ha hecho Iturralde en Tres Arroyos es admirable. Compró una sala, la remodeló y la abrió para que la gente de la ciudad tenga la posibilidad de tener un cine. La población debería darle todo su apoyo porque aún en las épocas de oro del cine no ha habido empresarios del sector que se animaran a una inversión como la que supongo ha tenido que realizar este muchacho, excepto en Buenos Aires".
Y finalmente tuvo palabras afectuosas para un ex colega y compañero de trabajo del que dijo que aprendió mucho. "Juan Berretti me enseñó muchísimo, tenía mucha experiencia. Yo venía con una mentalidad formada en otro tipo de plazas y él me permitía experimentar ideas con total libertad para que pudiera aprender cómo funcionaba la cosa en Tres Arroyos. Por ejemplo, poco después de llegar quise poner funciones para chicos a la una de la tarde, acostumbrado a que en Buenos Aires eso funcionaba. Berretti no me dijo que no, su respuesta fue, 'haga la prueba a ver que pasa'. Por supuesto que no vino nadie y ahí comprendí que acá la gente estaba acostumbrada a la función ronda".

Con 92 años, Juan Berretti es la historia viva del cine local

Juan Pedro Berretti es rosarino y llegó a Tres Arroyos en 1949 luego de haber pasado por las oficinas de distribución de Universal Pictures en su ciudad natal, Córdoba y Bahía Blanca, donde ocupó la gerencia de la sucursal.
El arribo de Berretti a nuestra localidad se produjo cuando el empresario Erwin Schnabl, que era propietario de salas de cine en la zona del valle de Río Negro y nuestra ciudad, entre otros sitios, le propuso ser gerente de la empresa en los cines Americano y Español.
"Llevaba 14 años en la compañía norteamericana, pero Schnabl me hizo una oferta laboral muy buena ya que me pagaba el mismo salario que tenía en Universal más un porcentaje de la recaudación anual de las salas Americano y Español", dijo Berretti, quien el próximo 18 de febrero cumplirá 92 años. "El contrato de trabajo era en principio por tres años y me quedé trabajando con él hasta 1970", agregó.
Cuando Reinaldo Perego se hizo cargo de los cines Americano y Tortoni en 1971 Berretti supuso que había llegado el final de su carrera. Sin embargo, aunque el nuevo titular había traído consigo a su hombre de confianza, Domingo Listorti, le pidió especialmente a Juan que permaneciera en su puesto debido a su experiencia en esta plaza.
Cuando la empresa de Perego cesa en la administración del Tortoni, el presidente de la Cinematográfica del Sud, que en ese momento era Adolfo Pelegri, le ofreció a Berretti integrarse a esa sociedad. Así es como el rosarino sigue siendo empleado del cine Americano y comienza a formar parte del grupo que comandaba la sala de la calle Colón.
Con la conformación de la nueva sociedad, integrada por Berretti, Pelegri y Hermes Rodríguez, el Tortoni deja de ser regenteado por Perego, pero dadas las influencias que éste tenía con las distribuidoras resolvieron otorgarle la posibilidad de decidir la programación de la sala manteniendo su estilo.
Sin embargo, el final del acuerdo llegó cuando el empresario quitó de cartel una película para ponerla en la sala del Americano. A raíz de este inconveniente Berretti decidió renunciar a sus funciones en la sala de la Avenida Moreno y pasó a dedicarse exclusivamente al Tortoni.
A raíz de que los comienzos del ex empresario en el mundo del cine se remontan al año 1934 su anecdotario es extremadamente rico y muy difícil de incluir detalladamente en un artículo periodístico. Pero como para muestra basta un botón, o algunos botones, diremos que Berretti convivió con diferentes sistemas de proyección y sonido que se han empleado en el cine a lo largo de la historia.
El hombre vio en acción nada menos que al sistema Vitaphone, que data de los tiempos en los que el audio de las películas no venía grabado en la película sino que debía colocarse un disco simultáneamente al inicio de la proyección. Con este sistema todo iba bien si el operador estaba atento al comienzo de cada rollo o a los eventuales cambios de disco, y aún así era imposible que no hubieran desacoples entre audio e imagen. También se producían problemas cuando el celuloide se quemaba y era necesario quitar algunos cuadros del film, ya que debían ser reemplazados por película velada para evitar las salidas de sincronismo. Cuando una película tenía reparaciones de este tipo la pantalla se volvía negra pero continuaba el sonido, claro que de esta forma se lograba que al reaparecer la imagen el sonido siguiera vinculado al desarrollo del film.
La solución a los diversos inconvenientes que originaba el sistema Vitaphone llegó con la irrupción del Cinemascope, un sistema que incluye el sonido en la propia película, y además tiene un formato de proyección diferente. La llegada de este medio a nuestra ciudad hizo que la pantalla del cine Americano debiera cambiarse por una de mayor tamaño. La realización de estas reformas fue aprovechada para introducir otros cambios, entre los que se incluyó la realización de la particular pendiente que tenía el suelo de la sala.
La introducción del por entonces moderno sistema no implicó reformas en la sala del cine-teatro Español porque el lugar ya tenía el ancho necesario, apenas era necesario abrir completamente las cortinas del escenario. Por su parte, en el Tortoni también debieron hacerse obras similares a las que se practicaron en la sala de la Avenida Moreno.
De los recuerdos de Don Juan Berretti también se desprende que el cine Americano era el lugar donde se proyectaban las películas de acción, aventuras y el cine nacional. "Era una sala noble, trabajaba muy bien", dijo, y agregó otro dato de un pasado irrepetible: "En esa época la fábrica Istilart tenía unos 1100 obreros y gran parte de ellos acudían al cine al terminar el trabajo a las cinco de la tarde. Al lado del cine había un bar, los muchachos se tomaban un café con leche con medialunas y se metían a la sala. Pagaban 40 centavos por la entrada y lo mismo por el café con leche y las medialunas. Es decir que con 80 centavos salían y la pasaban muy bien".
Por su parte, en los cines Español y Tortoni iban las películas de tipo familiar o los filmes más refinados. Lo que podía perfectamente incluir cualquier tipo de género y de origen de la película. "Los miércoles en el cine Tortoni organizábamos el día de la dama. Se pasaban películas que sabíamos que iban a traer mucho público femenino. En la sesión tarde la sala se llenaba, iban unas 750 personas, principalmente mujeres, y ocupaban todo el cine".
"La sala del cine Español se completaba más fácil ya que tenía solamente 550 butacas. La función de los domingos por la tarde solíamos llenarla con muchos estudiantes secundarios del Colegio Nacional, que buscaban el cine más para andar de novios que para ver una película", recordó entre risas Berretti, el hombre que es sin dudas la historia viva del cine en nuestra ciudad.

VERSION DE PRIMERA MANO

La verdad sobre el fin
del Cine Teatro Español

Dada su dilatada trayectoria, Don Pedro Berretti es un referente fundamental a la hora de conocer detalles del funcionamiento, gloria y ocaso del siempre recordado cine y teatro Español. Hablando con "El Periodista" sobre aquella mítica sala el hombre recordó varias anécdotas sumamente interesantes, que nos posibilitan tomar contacto con una época y un edificio del que siempre se escuchan historias, pero pocas o casi ninguna son de primera mano.
"En el Español no teníamos calefacción, se usaban estufas a kerosén, pero era imposible calentar la sala de esa forma. En el piso se producía una corriente de aire que me obsesionaba. En ese tiempo trabajábamos muy bien. En el Americano, por ejemplo, los viernes se hacían funciones continuadas de películas en series y metíamos entre 700 y 800 personas, es decir que llenábamos el cine. Teníamos tantas películas que estrenábamos un film por día entre lunes y miércoles y de jueves a domingos poníamos una película más taquillera para explotarla 4 días".
"Lo curioso es que la gente que iba al Español sabía del frío que hacía en la sala, pero con tal de no perderse una función preferían ir al cine con una bolsa de agua caliente y una manta", recordó Juan, y agregó que "mi locura fue siempre cómo calefaccionar esa sala. Cuando llegó el gas me puse muy contento porque pude hallarle una solución definitiva al problema del frío".
De todos los recuerdos de Berretti aquel que más interesa a los tresarroyenses seguramente no es otro que el que permita conocer las verdaderas causas que originaron la desaparición de la sala teatral que tanto se recuerda, entre otras cosas, por sus similitudes arquitectónicas con los teatros más importantes del país.
La voz de un protagonista directo de aquellos días le narró la historia oficial a "El Periodista". "La demolición del Español comenzó el 2 de enero de 1969. Schnabl tenía un buen proyecto para ese lugar, su idea era edificar una galería comercial, un salón para la Sociedad Española, un hotel y el cine-teatro. El comienzo de la obra se demoró a causa de ciertas complicaciones surgidas con el inquilino de un local que estaba al frente".
Según Berretti, el origen de todos los problemas que tuvo aquel proyecto, y que finalmente nos privó a los tresarroyenses de contar con un teatro, se produjo porque uno de los dos inquilinos se negó a cumplir el acuerdo de palabra que había hecho con Schnabl. Dicho convenio consistía en la entrega del local por parte de los locatarios para posibilitar la realización de la obra y la devolución de un salón de similares características por parte del locador cuando concluyeran los trabajos.
Juan recordó que le recriminó a su jefe la excesiva confianza que tuvo al no firmar un documento que posibilitara el desalojo en caso de que alguno de los inquilinos no cumpliera con su palabra.
Lo cierto es que cuando se inició la demolición que tenían por fin modernizar todo el edificio uno de los dos comerciantes se negó a retirarse. A causa de esto se inició un juicio de desalojo y se demoró el comienzo de la construcción. Cuando finalmente llegó la sentencia que favorecía a Schnabl, éste había fallecido hacía unos pocos días y sus herederos manifestaron no tener planes de continuar con el proyecto.
Berretti considera que si no hubiera existido el problema mencionado, el proyecto se habría encontrado muy avanzado al momento de la muerte del empresario cinematográfico y alguien habría podido darle fin a los trabajos.


 
 
El Periodista de Tres Arroyos.
Tres Arroyos, Pcia. de Buenos Aires, República Argentina