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CUMPLIO 80 AÑOS EL EDIFICIO DEL
HOSPITAL PIROVANO DE TRES ARROYOS
Goza de buena salud
El edificio del Hospital Pirovano de Tres Arroyos acaba
de cumplir 80 años. Para la época de su inauguración,
en 1924, constituyó una edificación imponente, cuya concreción
requirió de colectas populares y aportes fundamentales de los hombres
más adinerados de la ciudad. Ocho décadas después,
y más allá de reformas y ampliaciones, continúa arreglándoselas
para cobijar a un centro médico modelo, que brinda servicios no
solo a los tresarroyenses sino a los habitantes de una amplia región.
"El Periodista" recrea la historia de su construcción
y observa con orgullo, a la distancia, que la obra goza de buena salud
El pasado 27 de julio el edificio que ocupa el Hospital
Pirovano cumplió 80 años. La oportunidad fue propicia para,
en un acto desarrollado en las instalaciones del nosocomio, recordar a
quienes fueron los principales impulsores de una obra que posibilitó
mejorar sensiblemente la atención de la salud entre la creciente
población de la pujante Tres Arroyos de los años '20.
Como se mencionó en la edición de julio de "El Periodista",
Juan B. Istilart fue uno de los máximos responsables en la concreción
de la edificación ubicada al 400 de la calle 1ª Junta y, como
tal, el recuerdo para este prohombre que tuvo la ciudad fue insoslayable
para los responsables del homenaje realizado el mes anterior. Por ello,
en la oportunidad se descubrió una placa que lleva impresa una
frase que formó parte del discurso ofrecido por el creador de la
fábrica más importante que tuvo Tres Arroyos durante el
acto inaugural del Pirovano el 27 de julio de 1924.
La expresión que ahora puede leerse en una de las paredes del hospital
permite dos lecturas. Por un lado, es testimonio de la forma en que se
obtuvieron los fondos para la construcción del centro de salud
-colectas entre los habitantes más pudientes-, y por el otro, encierra
toda una postura con relación a un valor prioritario para la vida
en sociedad: la solidaridad.
Aquel lejano invierno de 1924 Istilart dijo: "Nos hemos dirigido
a los ricos, invitándolos a ejercer el más noble y magnánimo
privilegio del esfuerzo victorioso. ¿De qué serviría
a la montaña su soberbia corona de nieve si, derretida a las caricias
del sol, y derramándose por la ladera, no viniera a fecundar el
valle y hacer nacer allí la vida y la alegría? ¿De
qué serviría la riqueza acumulada, aunque proceda de la
conjunción del trabajo y de la suerte si, diluida al calor de la
solidaridad humana, no pudiera crear a sus pies la vida exuberante y feliz?".
La historia
El primer médico oficial que tuvo Tres Arroyos
se llamó Adolfo Sánchez de León, un español
que fue designado por el primer jefe comunal, don Félix Camet,
el 15 de agosto de 1885.
El nombramiento de un facultativo derivó un año más
tarde en el nacimiento de lo que podría considerarse "el primer"
hospital que tuvo la ciudad. En realidad, se trataba de una humilde propiedad
que estaba ubicada en la calle Alsina entre Brown y Reconquista que funcionaba
como lo que hoy consideraríamos una sala de primeros auxilios.
En 1887 el modesto nosocomio dejó de operar allí para ocupar
un edificio mucho mejor dotado que estaba emplazado en Pedro N. Carrera
al 600, predio que en la actualidad ocupa la Escuela de Educación
Técnica.
Hasta el año 1907 el centro de salud municipal se llamaba Hospital
de Tres Arroyos. Ese año, un decreto del Departamento Ejecutivo
ordenó colocarle el nombre del ilustre cirujano Ignacio Pirovano,
quien había fallecido 12 años antes en la ciudad de Buenos
Aires.
A pesar de que a comienzos del siglo el hospital contaba con espacio suficiente,
no hubo que esperar demasiado, apenas a la década del '10, para
que sus salas resultaran insuficientes para atender la creciente demanda
generada por una población que se multiplicaba mes a mes.
En 1916 una junta de damas se constituyó en comisión administradora
del Hospital Pirovano con la intención de trabajar en pos de mudar
el nosocomio a un sitio más amplio y mejor dotado tecnológicamente.
Sin embargo, hasta la llegada de la comisión administradora del
año 1918 no hubo avances al respecto.
Los tresarroyenses que integraron aquel grupo destinado a comandar la
administración del hospital llegaron a sus funciones con una meta
muy clara, que además nacía de la propia necesidad de la
población, construir un nuevo centro de atención que fuera
capaz de cubrir la demanda sanitaria de la localidad.
Presidida por Juan Bautista Istilart, la comisión administradora
contaba entre sus miembros a Manuel Hurtado, Juan Guillamón, Miguel
Guisasola, Manuel Pérez Echegoyen, Bernardino Sueiro, Fermín
Mauco, José Bilbao, José Carriquiri, Martín Groppa,
Miguel Aizpurúa y Bautista Vassolo.
Se reunieron por primera vez el 11 de junio. En el encuentro Istilart
recordó que don Félix Ayastuy había efectuado una
donación de 10.000 pesos para la erección del nosocomio
y estimó que ese dinero debía servir de base para comenzar
una colecta pública destinada a reunir los fondos restantes para
concretar la obra tan anhelada.
El propio industrial contribuyó con 10.000 pesos más y se
estableció que debían buscarse 5 suscripciones más
por ese monto, 10 aportes de 5000 pesos, 15 de 3000, 20 de 2000 y todos
los donativos de 50 pesos que fueran necesarios hasta alcanzar la suma
de 235.000 pesos, suma requerida para encarar la obra.
El 15 de enero de 1919 la comisión volvió a reunirse con
el propósito de evaluar la marcha de la colecta -ya se habían
conseguido 143.000 pesos-, y tomar una decisión fundamental: cuál
sería el sitio en el que se levantaría el nuevo Hospital
Pirovano. Se resolvió que un grupo de lotes pertenecientes al municipio,
que estaban ubicados en la chacra Nº 9, letra E, del ejido urbano,
serían los terrenos sobre los que se apoyaría la construcción.
El resultado del encuentro celebrado por la comisión pro hospital
en los comienzos del '19 era claro: se podía dar inicio a la tan
ansiada obra. Sin embargo, la burocracia hizo tan lento el proceso de
aprobación de los planos y otros trámites necesarios para
la erección del hospital que transcurrieron poco más de
cinco años para que el flamante Pirovano pudiera ser inaugurado.
No obstante, es válido señalar que, antes de la apertura
formal del nosocomio, varios enfermos ya eran atendidos o internados en
los sectores terminados del edificio, descomprimiendo así la sobreocupación
que sufrían las salas de la calle Pedro N. Carrera.
El hospital en 1925
Cuando el nuevo edificio del Hospital Pirovano arribó
a su primer año de existencia, el doctor Luciano Cieza le envió
al presidente de la Comisión Administradora del nosocomio una nota
que detallaba los servicios con los que se contaba en ese momento y la
forma en la cual estaban organizados. A continuación reproducimos
aquel texto, que sin dudas goza de un altísimo valor histórico.
"Los servicios han quedado establecidos en la forma siguiente, faltando
sólo el laboratorio que será habilitado con toda seguridad
en el año entrante. Clínica médica, Sala Francia:
Dr. Domingo Dameno; Clínica médica, Sala Ayastuy: Dr. Pedro
Bottinelli; Clínica quirúrgica, Sala Francia: Dr. Alberto
O. Cier; Clínica quirúrgica, Sala Ayastuy: Dr. Marcelino
Reyes; Ginecología, Sala Maternidad: Doctores Germán Puchulu,
Luciano Cieza, Poaae Querejeta, Narciso Hualde y Alvaro Sellanes; Piel,
sífilis y venéreas: Dr. Berdeal Avila; Garganta, nariz y
oídos: Dr. Fernando Pérez Botella; Niños: Dr. J.
Ianni Di Croce".
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PADRE DE LA CIRUGIA ARGENTINA
¿Quién fue Pirovano?
Ignacio Pirovano nació en Buenos Aires el
22 de agosto de 1844 y falleció en la misma ciudad el 2 de
julio de 1895. Se recibió como médico en la Facultad
de Ciencias Médicas a los 28 años, en 1872. Ya era
entonces graduado en farmacia. De escasos recursos económicos,
antes de graduarse trabajó en una farmacia y como farmacéutico
en el Hospital General de Hombres.
Recién recibido sorprendió a la profesión con
una tesis titulada Herniotomía, sobre la extirpación
de hernias, que representaba un verdadero adelanto sobre los métodos
de la época.
Tras haber conseguido algún prestigio como cirujano, viajó
a París con el propósito de perfeccionarse. En Francia
conoció y trató en varias ocasiones a Louis Pasteur,
entre otros destacados médicos y científicos de aquellos
tiempos.
Tres años más tarde regresó a la Argentina
con el título de Doctor de la Facultad de Medicina de París
y fue nombrado titular de la cátedra de Histología
y Anatomía Patológica en la Facultad de Medicina de
Buenos Aires.
Con sólo 31 años, Pirovano estaba considerado el máximo
referente en materia de cirugía en el país y sus opiniones
eran plenamente aceptadas por sus colegas. Cuando falleció,
a los 50 años de edad, ya se decía que era el padre
de la cirugía argentina. En homenaje, el hospital de Tres
Arroyos lleva su nombre.
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