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ARTESANOS TRESARROYENSES ESTAN EXPORTANDO
SUS CREACIONES A DISTINTOS PAISES DEL MUNDO
Tres Arroyos for export
Algunos recién empiezan. Otros ya han hecho experiencia. Son todos
artesanos, autores de creaciones únicas, que están exportando
sus obras a distintos países. Seducidos por un mercado externo,
que demanda objetos autóctonos, trabajan para abastecerlo sin resignar
la originalidad e individualidad de cada pieza. En "El Periodista",
las experiencias de tres tresarroyenses cuyos productos han traspuesto
la frontera argentina y obtenido un lugar en el mundo. Informe especial
CRISTINA SURIA Y CARMEN RODRIGUEZ
Cuencos de papel maché
Si algo vislumbraron las autoras de "Cuencos de
Papel Maché" es que sus objetos artesanales podrían
servir para transmitir la esencia de las recreaciones artísticas
precolombinas, que a través de sus diseños responden a conceptos
descifrables. Siguiendo esta idea, con sus propias manos, las tresarroyenses
Cristina Suria y Carmen Rodríguez, elaboran cuencos de papel maché,
adornados con guardas, animales y mensajes que responden a los símbolos
de intercambio de las civilizaciones precolombinas, como una forma de
homenajear a la cultura aborigen y mantener vigente su mensaje. Todo comenzó
en un taller semanal de artesanías y pinturas, donde varias mujeres
se juntaban a aprender y experimentar el arte de las manualidades, hasta
que decidieron transformarlo en un microemprendimiento para instalar sus
diseños, en especial en aquellos lugares donde hubiese presencia
turística. "Cuando empezamos a trabajar como un microemprendimiento
tratamos de instalar los productos buscando lugares que tuvieran perfil
turístico debido a que este tipo de piezas se fabrican con mucho
diseño de lo nuestro y uno busca cosas que se identifiquen con
el país. Así sentamos precedente en Ushuaia, Puerto Madryn,
Puerto Madero y en el norte del país donde hay mucho turismo americano
y europeo, que es el que compra las piezas", cuenta Esteban Batalla,
quien acompaña el proyecto de su mujer asesorándola en la
parte comercial.
Luego de consolidarse en el circuito local y sin proponérselo,
surgió la idea de exportar en el momento en que incorporaron una
página web que sirvió de vidriera y promoción para
sus productos y se transformó en una alternativa de potencial expansión
de sus mercados. "Cuando hicimos la página web vimos que entraba
gente de países latinoamericanos, de Europa y a partir de eso empezamos
a recibir correos electrónicos, consultándonos sobre el
producto. Fue ahí que pensamos ¿por qué no entrar
en la exportación?", dice Batalla, que desde entonces delineó
los pasos para formar parte de un mercado exigente.
A partir del año pasado comenzaron a mandar las primeras muestras
a Chile y a España y ahora establecen conexiones para ingresar
al mercado mexicano y expandirse en el canadiense. "Hay gente que
está interesada, pero para terminar de convencer sobre el producto
mandamos dos muestras gratis para que puedan palpar y ver si las características
de las piezas gustan. Esto ha llevado a que después haya habido
una compra", dice Cristina, quien dedica varios días de la
semana, junto a un grupo de gente, a construir las piezas en moldes de
papel revestidos, al que luego aplican un diseño respetando escalones,
surcos y signos fieles a la cultura de los pueblos aborígenes.
"El producto tiene características especiales. No se rompe
y cada signo que está escrito tiene su significado. Lleva un texto
en inglés y uno en español que explica lo que ellos representan",
menciona su creadora. Lanzarse a la conquista del mercado externo no es
nada fácil para un trabajador manual, ya que la principal dificultad
pasa por el volumen de producción, que como toda pieza artesanal
no admite una masividad ya que perdería su esencia y decaería
el producto final. No obstante, existen alternativas que podrían
modificar y descender el costo que implica el traslado más allá
de las fronteras argentinas, y es lo que están evaluando los protagonistas
de este emprendimiento para poder mantener exportaciones regulares y buscar
nuevos mercados para insertarse. "Si se formaran grupos de cuatro
o cinco artesanos que tengan continuidad en sus productos y que quieran
colocar sus piezas en el mercado externo se podría solucionar el
tema de las cantidades ya que desde un mismo lugar saldrían todas
las piezas. Por eso estamos en contacto con personas de Bahía Blanca
y Buenos Aires donde se están formando dos agrupaciones para unificar
cantidades". De lograr este objetivo, estas piezas podrían
convertirse en verdaderas embajadoras de la cultura de nuestros pueblos
en lugares donde se valora el oficio artesanal y las expresiones creativas
que contrastan en un mundo dominado por la masificación y la producción
en serie carente de estilos propios.
MARIANA DOÑATE
Accesorios con vitrofusión
"Accesorios Vitro" es un emprendimiento que
nació de la creatividad de una tresarroyense y alcanzó el
mercado europeo, ofreciendo diseños que se destacan por su confección
netamente artesanal. La creadora e impulsora de esta microempresa es Mariana
Doñate, una artista plástica egresada de la Universidad
de Bellas Artes de La Plata, que con tenacidad y buen gusto le da forma
a cada uno de los productos de los que carece y demanda el Viejo Continente.
Su técnica es netamente artesanal y su veta artística apunta
a marcar las diferencias. Eso hace que cada accesorio sea único,
original y exclusivo, como todo trabajo artesanal.
Desde La Plata, Mariana exporta al mercado europeo y centroamericano accesorios
con la especialidad en vitrofusión, carteras y fajas con apliques
de vidrio, en toda la gama de colores y texturas, y con un valor agregado
que se lo da la originalidad de conjugar el arte y el diseño.
Hace dos años, en la Argentina post devaluación, la emprendedora
se animó a formar parte del comercio exterior, cuando un argentino
que tenía un local en Barcelona se interesó en sus productos
y la alentó a que incursionara más allá de las fronteras
nacionales. "Era una idea que la venía pensando pero no sabía
bien como llevarla a cabo", dice Mariana, quien hoy extendió
sus productos a los mercados de Marbella, Londres, Islas Canarias, Ibiza,
Puerto Rico y Milán.
En el 2002, el tipo de cambio renovó el beneficio de apuntar a
los mercados internacionales. Y fue Mariana, quien sólo tenía
la vaga idea de un proyecto de esas características, la que decidió
posicionar sus propias artesanías. Fue así como su profesión
se transformó en un microemprendimiento. "Lo más complicado
de la exportación son las producciones en gran volumen, pero también
se convierten en nuevos desafíos y en ganas de seguir creciendo.
La venta al exterior permite crecer, tener nuevos proyectos, conocer gente
de otros lugares y obviamente tiene ventajas en la parte económica",
dice quien también logró que sus productos sean reconocidos
en su tierra ya que en Capital Federal, Bariloche, Calafate, Mendoza,
San Juan y la provincia de Buenos Aires no pasan desapercibidos y ya tienen
sus puntos de venta.
Las reglas del mercado, que en general tienden a masificar la producción
habitual, no condicionan el objetivo de la creadora, que sigue manteniendo
la idea primigenia del trabajo artesanal y de que ningún modelo
se repita. "Siempre tengo los pies muy puestos en la tierra. Mis
objetivos más inmediatos son cumplir con tiempos y calidad convenida
con el cliente, ya que cada paso que avanzo implica mucha responsabilidad
y esfuerzo", concluye esta tresarroyense que alcanzó a trascender
las fronteras imponiendo su propio estilo.
OSCAR RUPELL
Hierro y madera forjados
Al recorrer el pequeño salón que Oscar
Rupell tiene en calle Pringles, resulta imposible pasar por alto aquellos
objetos de hierro y madera forjados con sus propias manos, que adornan
los ángulos de su refugio. En su taller, el trabajo diario se torna
un arte que combina pasión, vocación y oficio, para dar
formas a objetos con estilo que hoy se presentan en el viejo mundo.
La artesanía lo cautivó de joven cuando dejó el campo
y se radicó en la ciudad para prolongar el oficio que le enseñó
su padre. Después de unos años se volcó a una actividad
en su momento más rentable pero más rutinaria, hasta que
retomó el curso de su vocación y nuevamente puso manos a
la obra.
Desde hace un tiempo elabora piezas únicas que son codiciadas en
el mercado interno y a principios de este año logró que
más de un centenar de ceniceros de quebracho y hierro, con el inconfundible
sello de su nombre, partieran hacia Alemania, gracias a la intención
de un amigo que lo alentó para que se embarcara en el desafío
de la exportación, buscando especialmente destinos europeos, porque
es un mercado ávido para las artesanías autóctonas.
"Mi amigo tiene un hijo estudiando en España, que a la vez
tiene un conocido en Alemania que es exportador. Por intermedio de él
mandé los ceniceros y fue mi amigo quien hizo de puente para que
un exportador que vende leña y carbón, los incluyera en
su partida. Los productos que envié ya estaban ubicados porque
estaban destinados a regalos empresariales", dice Oscar, quien un
año antes había enviado una muestra para tener una perspectiva
sobre la aceptación de su producto. "Pensaba que no iba a
pasar nada, pero un año después mi amigo me llamó
y me dijo que vaya preparando cien y cuando llegó me dijo que necesitaba
más. Yo siempre tuve la idea de exportar, pero es complicado hacerlo
por cuenta propia", cuenta Oscar, uno de los tantos artesanos que
se inicia en la búsqueda de mercados más remunerables y
que lo hizo a través de un contacto para medir primero la demanda
que tendrían sus creaciones.
El mercado europeo es muy tentador para las artesanías argentinas
por dos razones que Oscar conoce a la perfección. "La artesanía
argentina es muy buscada, más que nada por alemanes y nórdicos
que van a España o a Italia para comprarlas, ya que en sus países
casi no hay, y lo que hay es muy caro". El otro aspecto, quizás
el más interesante, radica en que el margen de ganancia es muy
superior al que puede dejar el mercado interno.
En su taller, el artesano del hierro también confecciona candelabros,
sillas, mesas, muebles y objetos a gusto del cliente, pero siempre dándole
un matiz personal que lo distingue de todo lo conocido. "Cuando hago
algo me doy cuenta enseguida que es mío. Si eso mismo lo hace otro
puedo decir ´que lindo, es la misma cosa, pero con distintas manos
no queda igual´. Es un trabajo difícil, tenés que
ser muy creativo, no es como en un taller donde la pieza no varía
en nada. Acá cada cosa que hacés, por más que sea
la misma, uno tiene que buscarle algo para que quede distinta. Así
es la artesanía", dice con el orgullo propio de un creador
que desde su pequeño taller apostó al diseño argentino
para trascender la barrera del mercado interno y salir a conquistar el
mundo.
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