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CRONICA DE UNA AVENTURA LLAMADA DUNAMAR

El otro Gesell

Ernesto Fridolín Gesell comenzó con su hermano Carlos la empresa de lo que hoy es el distinguido balneario de Villa Gesell. Sin embargo, la mala relación los llevó a separarse. Ernesto continuó su proyecto en Dunamar, donde llegó en 1947, tras comprar esas tierras. En aquel entonces al lugar se accedía sólo con vehículos doble tracción, no había puente para cruzar el arroyo y la vegetación más importante eran algunos pocos yuyos de escasos centímetros de altura. Todo lo que vemos hoy es la obra de don Ernesto y su familia. Aquí, la historia de "El otro Gesell"

Dunamar, paraíso para muchos veraneantes que eligen las costas de nuestro partido, lugar de extrema tranquilidad y frondosa vegetación, fue alguna vez una suerte de gran médano desolado, al que no se podía llegar sin vehículos especiales para la arena y un bote que permitiera cruzar el arroyo Claromecó, que careció de un puente hasta mediados del siglo.
Precisamente, fue en 1947 cuando ese sitio de médanos vírgenes interminables comenzó lentamente a transformarse en el Dunamar que hoy conocemos. Y fue un aventurero, un hombre que, como todo hacedor, no le temió a las dificultades que representa crear algo donde nada existe, quien se enfrentó a la fuerza de la naturaleza y, con la ayuda siempre incondicional de su mujer e hijos, construyó un puente, fijó médanos, abrió calles, llevó servicios. En definitiva, generó condiciones para que otras personas tuvieran un espacio donde descansar o vivir. Ese hombre se llamó Ernesto Fridolín Gesell.
Ernesto Gesell nació en Buenos Aires el 16 de julio de 1888 y fue el mayor de cuatro hermanos, al que siguieron Ana, Carlos y Juana. Su padre, Silvio Gesell, llegó a la Argentina en 1886 procedente desde Alemania, a donde regresó poco después al solo efecto de buscar a su novia, Ana Boegter, con la que se casó en el Uruguay -en aquellos años la trata de blancas hacía dificultoso el ingreso al país de una mujer soltera-, para luego establecerse definitivamente en capital federal.
Silvio Gesell, que nació en 1861 y falleció en 1930, fue un exitoso economista -autor de varios libros-, creador de un sistema basado en la tierra libre, el comercio libre y la moneda libre. También se dedicó al comercio con Casa Gesell, el negocio familiar que comenzó vendiendo instrumental para odontólogos, pero que luego devino en la famosa tienda de los Gesell dedicada al rubro infantil.
Ernesto Gesell se casó con una mujer austríaca con antepasados checoslovacos que se llamaba Isabel Cermak. Tuvieron ocho hijos, de los cuales viven cinco mujeres. Una de ella se llama Isabel, y es la única que actualmente reside en Dunamar junto a su marido, Angel Fangauf, quién llegó a la villa en 1953 como encargado de las tierras de don Ernesto.
Gesell y su hermano Carlos estaban juntos en el emprendimiento naturalista y negocio familiar de hacer un lugar turístico de lo que actualmente es Villa Gesell, pero no se llevaban muy bien, por lo que Ernesto decidió separarse de su hermano en esta actividad. Isabel Gesell contó que su abuela "prefería a Carlos y lo consentía en todo" y esto generó siempre problemas entre ellos, que recién se subsanaron, o al menos no los hicieron enfrentarse, cuando ya fueron mayores y no tenían negocios en común.
Ernesto Gesell prosiguió con el negocio que la familia tenía en la capital federal, aunque siguió soñando, junto a su esposa, con la idea de ganarle una batalla a la naturaleza fijando médanos en algún punto de la costa de la provincia de Buenos Aires "para construir un paraíso en el desierto", como dice hoy Angel Fangauf.
Habían pasado varios años desde aquella separación cuando Ernesto Gesell adquirió las tierras -o las arenas-, de Dunamar para comenzar a trabajar en ellas fijando los médanos. Pero antes de empezar con la forestación debió construirse un puente sobre el arroyo que permitiera un acceso algo más fácil a un sitio de por sí bastante complicado para transitar e incluso para llegar.
No existían rutas asfaltadas que llegaran a Claromecó, mucho menos a Dunamar. El viaje se hacía por caminos vecinales de tierra, que se volvían intransitables cuando llovía. La hija de Ernesto recordó que "la primera vez que llegué a la villa fue en el año 1948", apenas un año después de que Gesell adquiriera la zona. El viaje se había organizado para llevar un jeep que sería de mucha utilidad para trabajar, pero "el puente todavía no estaba terminado. Estaban puestos los pilotes y sobre ellos habían apoyado unas tablas para poder cruzar".
"Lo único que había era un ranchito muy rudimentario, médanos y unos yuyitos cada tanto. No había ni un árbol, ni un arbusto, no había absolutamente nada", contó Isabel al hacer memoria sobre cómo era el lugar aquella primera vez que lo vio. El "ranchito" fue la primera casa de los Gesell en Dunamar. Estaba construido en madera y tenía un dormitorio, cocina-comedor y baño.
Las actividades comerciales de Ernesto en Buenos Aires no le posibilitaban quedarse todo el tiempo en el lugar, de manera que viajaba periódicamente. No obstante, un encargado era quien estaba todos los días controlando lo concerniente al emprendimiento.
La mujer de Gesell había estudiado agronomía, aunque sin completar la carrera, en su Austria natal. Por esa razón se fue transformando rápidamente en la persona que dirigió las tareas de fijado y forestación de médanos. "Mamá, que cuando venía se quedaba más tiempo que papá, salía a la mañana temprano con los peones a plantar y volvía media hora antes del almuerzo para preparar la comida para todos los que trabajaban en los médanos, a la tarde hacía lo mismo. También combatía las hormigas que amenazaban con devorarse las plantas".
La hija de Ernesto Fridolín Gesell era instrumentista quirúrgica en Buenos Aires y Angel Fangauf, su esposo, trabajaba como encargado en una estancia. Las familias Gesell y Fangauf se conocían desde hacía muchos años. Por eso cuando Angel comentó que estaba algo disconforme con su situación de trabajo, don Ernesto, que por esos días se había quedado sin encargado en Dunamar, le ofreció el puesto y aquel no dudó en aceptarlo porque le interesó el desafío. Corría el año 1953.
Este mayor acercamiento de Fangauf a los Gesell le posibilitó tener más trato con Isabel, hasta que formaron pareja. Ella dejó los quirófanos y se fue a vivir con él en las tierras todavía bastante vírgenes del Dunamar de 1955. "Hace 44 años que estamos juntos acá en Dunamar", comentó Isabel.
Los primeros diez a quince años fueron duros y casi no había gente que adquiriera terrenos en la villa. A mitad de la década del '50 habría unas diez propiedades solamente. Pero el despegue del balneario se produjo en la década del '60, cuando llegó la luz eléctrica como consecuencia de que Isabel Cermak de Gesell adquirió los postes para el tendido de los cables. Aquella adquisición se hizo con el dinero que la esposa de Ernesto recibió desde Austria producto de una herencia. A partir de allí hubo un mejoramiento paulatino que fue atrayendo turistas, principalmente desde Buenos Aires.
El matrimonio Gesell-Cermak no vivió en Dunamar hasta que fueron mayores. Una enfermedad de Ernesto los llevó a tomar la decisión de buscar la calma que ellos mismos habían construido para pasar sus últimos años. Ernesto Gesell falleció el 20 de julio de 1972, cuatro días después de haber cumplido 84 años.
Isabel Gesell (h) nunca se enteró de quien fue la persona que le puso nombre al balneario, considerado hoy un barrio selecto de Claromecó. Angel Fangauf también dice desconocer esa información, pero cree que puede haber sido la madre de su esposa la responsable del nombre.

Fecha de publicación
Febrero del 2000


 
 
El Periodista de Tres Arroyos.
Tres Arroyos, Pcia. de Buenos Aires, República Argentina