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LOS GITANOS DE TRES ARROYOS
CONSERVAN SOLO RETAZOS DE SU CULTURA
Te vendo, macho, te vendo
Se presume que son originarios del noroeste de la India
y descendientes de egipcios. En el siglo XI comenzaron su peregrinaje
por el mundo. Empezaron a establecerse hacia 1950. En Tres Arroyos fueron
muchos, pero hoy solo quedan algunas familias, todas ellas de apellido
Traico. Su cultura se ha ido modificando, asemejándose a la occidental,
aunque aún conservan algo de sus tradiciones más conocidas.
"El Periodista" habló con ellos, entró en sus
casas y hasta se dejó adivinar la suerte
Fernanda Traico, a la que llaman "Manzana"
porque nació en Río Negro, dice que no quiere hablar con
"El Periodista", pero se ofrece para adivinarle el futuro a
este cronista mediante la tradicional y gitana actividad de leer las manos.
El servicio es gratis o, mejor expresado, un trueque: ella hace su trabajo
y nosotros el nuestro. "No digas que leo las manos, va a salir en
el diario y después la gente qué va a decir", responde
cuando escucha que la primera consulta que se le formula es ¿qué
más hace?.
Los gitanos llegaron a Tres Arroyos hace unos treinta años y se
instalaron en proximidades de la Avenida Ameghino. "Cuando nosotros
llegamos, en la avenida no había nada, era todo de tierra".
Por aquel entonces no solo la calle era diferente, el pueblo gitano todavía
conservaba los aspectos típicos de su cultura, básicamente
eran nómades. En nuestra ciudad han quedado muchos menos que los
que llegaron. Vivían aquí las familias Demetrio, Esteban,
Jancovich y Traico, conformando un número de gitanos con el que
no se ponen de acuerdo quienes hablaron con este periódico. Algunos
dicen que eran unas cien personas, otros afirman haber llegado a ser más
de doscientos.
"La tribu Traico", como ellos dicen, es la única de esas
familias que permanece en la ciudad. Hoy la mayoría están
establecidos en ciudades y se han adaptado a nuestra cultura o han sido
asimilados por ella. Fernanda lo expresa así: "antes vivíamos
en carpas, antes hacíamos un solo salón y ahora cada uno
tiene su pieza, tenemos baños, cocina. Ahora estamos más
acriollados, antes éramos gitanos más verdaderos".
La casa de Fernanda Traico está tan limpia que los cerámicos
del suelo parecen un espejo y en el ambiente se respira el aroma del producto
con el que se han lavado los pisos. Las camas están prolijamente
hechas, los acolchados color rosa intenso parecen hacer juego con las
ropas de "Manzana".
En la recorrida por la propiedad nos acompañan dos gitanas jóvenes
que pueden pasar inadvertidas como tales, porque ya no usan los vestidos
largos y coloridos que hacen tan identificables a sus madres o abuelas.
Visten jeens, remeras y zapatillas, o sea nuestro uniforme.
La cocina es amplia, con todos los artefactos que nos ha enseñado
la televisión que debemos tener. El cerdo al spiedo es una de la
comidas típicas del pueblo gitano, pero "ahora preparamos
milanesas y papas fritas. Antes no sabíamos hacer esas comidas,
cocinábamos en el fuego y ahora en la cocina", comentó
Fernanda mientras salimos a un patio, con vista a la avenida, donde un
gitano lava los autos puestos allí a la venta.
"Ahora somos como ustedes", dice Margarita y comienza a hablar
con "El Periodista" poniéndose a la defensiva. Explica
que los gitanos poblaron un barrio, le dieron vida y alegría a
la ciudad. "Somos gitanos muy buenos, no molestamos a los vecinos,
no somos pedigüeños, nuestros chicos no andan sucios ni desnudos
por la calle. Todo lo malo que dicen algunos de nosotros es mentira. Cada
vestido y cada zapato que usamos nos cuesta cien dólares. Si vamos
a pasear o a una fiesta, nosotras usamos los vestidos más caros",
advierte, con la intención de emparentar calidad humana con posición
económica, algo típico en estos tiempos.
La condición nómade de los gitanos, que comenzó en
el siglo V, pero se intensificó hacia el siglo XI, alejándolos
del noroeste de la India, donde presumiblemente surgió el pueblo,
no varió hasta el presente siglo, lo cual los ha dispersado por
todo el mundo en comunidades bastante reducidas. Se estima que solamente
en Europa hay en la actualidad alrededor de 12 a 12,5 millones de gitanos
dispersos en los países del continente.
Claro que para Margarita estos datos no significan nada, ya que desde
su punto de vista la única razón que los hizo establecerse
en ciudades en lugar de vagar por el mundo está ligada al hecho
de que "los chicos tenían que ir a la escuela, teníamos
que dejar esa vida por los pibes, para que aprendan a leer y escribir,
así nadie los jode". A ella la vida sedentaria le place mucho
más: "Antes andábamos de un pueblo a otro y sufríamos
mucho porque no teníamos agua. Ahora es mucho mejor por la limpieza
general y por la higiene de los bebés de nuestras familias. Nosotros
ahora somos de acá, de Tres Arroyos, tenemos nuestra casa y vivimos
bien".
Los gitanos también se han aggiornado en otras costumbres. Antes
los casamientos o las uniones de pareja las acordaban los padres y debían
hacerse entre gitanos. Ahora cada cual tiene derecho de elegir con quien
va a formar pareja. Incluso puede hacerlo con alguien que no pertenezca
al pueblo. Margarita nació en Catamarca, su marido la conoció
en algún punto del viaje a ningún lugar y el amor no se
tuvo en cuenta a la hora del casamiento. "Los padres de él
me pidieron. Lo acepté porque era gente muy buena, me trataba muy
bien y me enseñaron todo. Yo no lo quería, pero igual tuve
que aceptarlo". Después confiesa que "la primera noche
me gustó" y se quedó con él.
"Nosotros somos así, respetamos mucho a nuestros padres y
suegros". La madre de Margarita no quiso a su marido porque "era
flojo para los negocios, pero nacimos nosotros y por vergüenza no
lo dejó". Los dos están fallecidos. Ella había
nacido en Roma y él en Grecia.
La principal actividad comercial que desarrollan los gitanos en Tres Arroyos
es la venta de automóviles "usaditos", la cual no marcha
como en otros tiempos. "Sufrimos mucho porque no vendemos los coches.
Si vendemos un auto comemos, pagamos luz, cable y si no vendemos tenemos
que tener paciencia porque es nuestro único trabajo", dice
Margarita con resignación. Fernanda, por su parte, hace casi un
análisis económico del tema: "los chacareros antes
nos compraban mucho, pero ahora a ellos también les va mal".
Josefa Demetrio nació en Uruguay, es la gitana más anciana
en Tres Arroyos, pero no sabe cuántos años tiene ni que
día vino al mundo. Dice que tiene la cédula, pero "hace
mucho que no la encuentro. Tendré cincuenta o cincuenta y dos,
no sé", aunque en sus arrugas se adivinan unos cuantos años
más. Ella volvió de Necochea hace cuatro meses porque falleció
su marido. "Nunca había pensado volver otra vez acá",
pero en esta ciudad es donde viven dos de sus cuatro hijos: "los
otros están en Mar del Plata y Comodoro Rivadavia" y cuenta
con orgullo que tiene 19 nietos y 7 bisnietos.
Josefa recuerda con una sonrisa amplia que en sus tiempos de nómade
"salíamos a adivinar la suerte. Jodíamos a la gente
con eso, le sacábamos la plata. Ahora no lo hacemos porque somos
evangelistas".
Uno de sus hijos, Javier Traico, es pastor y tiene su propio templo en
las calles Alsina y Charcas. Javier es el primer gitano varón que
habla con "El Periodista", también el primero en dar
un dato estadístico: "el 90% de la población gitana
del mundo se ha convertido al cristianismo. Gitanas que antes adivinaban
la suerte ahora predican la palabra de Dios".
Los gitanos tenían una cultura, una forma de vivir que ya no siguen.
Los motivos por los que empezaron a vagar por el mundo aún hoy
no se conocen con exactitud. Las razones que los retuvieron en las ciudades
están más claras. Ya no nos sorprende su presencia en las
calles, ni tampoco la manera de vestir de las mujeres, están integrados
a nuestra cultura, aunque conserven retazos de la suya, como por ejemplo
el respeto por los más viejos, algo que queda claro cuando se refieren
con cariño a Josefa como "la vieja".
La gran mayoría dice que ahora está mejor, sin embargo Josefa
cree que "cuando andábamos en las carpas estábamos
más felices. Ahora que estamos en una casa la mayoría tiene
muchos enfermos".
"Has vivido un gran sufrimiento en tu vida" fue, entre otras,
una de las adivinaciones de Fernanda, ante lo cual caben preguntas: ¿no
será esa la historia de su pueblo?, ¿de qué huían
sus antepasados?, ¿de un gran sufrimiento, quizás?.
La tarde ha pasado muy rápido entre charlas y fotos. En medio de
las despedidas se acerca Marcelo y pregunta: "¿Querés
cambiar el Fiat?. Tengo un Uno, preparado, muy bueno, modelo '90"
Fecha de publicación
Noviembre de 1999
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