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GABRIEL YITANI, EL MAS GRANDE Y GENEROSO
ARTISTA INFANTIL QUE DIO TRES ARROYOS
Felices los niños
Nació para brindar alegría. Fue titiritero,
mago, proyector de películas. Amaba a los locos bajitos. Y éstos
lo amaban a él. Sensible y solidario, Gabriel Yitani quedó
en la historia como el más grande y generoso artista infantil que
haya dado Tres Arroyos. "El Periodista" lo recuerda con una
triste sonrisa
Todas aquellas personas que concurren habitualmente al
sector de juegos infantiles de la Plaza España o que simplemente
pasan por allí habrán advertido que dicho parque se llama
Gabriel Yitani. Muchos seguramente recordarán la figura de aquel
ser enormemente solidario que se planteó como meta en la vida proporcionar
alegría, felicidad y salud a los más chicos. A otros, sin
embargo, es posible que el nombre no les diga nada. Para que los primeros
recuerden y los segundos se enteren, las palabras que siguen le permitirán
saber quién fue y qué hizo el más grande y generoso
artista infantil que la ciudad ha tenido.
Yitani nació el 10 de octubre de 1928 y falleció poco antes
de cumplir los 51 años, el 29 de agosto de 1979. Toda su vida estuvo
dedicada por entero a los niños. Tenía un especial afecto
por los chiquitos y particularmente por aquellos que necesitaban ayuda.
Gabriel era un hombre casado que tuvo dos hijos. Con su esposa, Elena
Tubía, se conocieron en la Sociedad Libanesa en el año 1957
y en 1958 contrajeron matrimonio. Para ese entonces trabajaba en la Secretaría
de Trabajo y ya aprovechaba el tiempo libre para ofrecer funciones con
los títeres que él mismo construía.
El paso del tiempo lo convertiría no sólo en el titiritero
más famoso de la ciudad, sino también en mago, Papá
Noel en las Navidades y, fundamentalmente, un hombre dedicado por entero
al ejercicio de la solidaridad con los chicos y los mayores.
Tal vez cansado del trabajo de oficina, Yitani un día cambió
de empleo, se convirtió en vendedor de los laboratorios Kolynos.
Pero más tarde se dio cuenta que ese trabajo tampoco era el apropiado
para él, ya que debía estar viajando fuera de la ciudad
permanentemente y prefería permanecer todo el tiempo en la localidad
que sentía como su casa.
Así fue como un tiempo más tarde resolvió crear su
propia empresa de transporte escolar, la cual contó con dos colectivos:
El Camellito y El Pinguinito. Ese sí era un trabajo hecho a su
medida. No debía viajar, tampoco tenía que estar encerrado
entre cuatro paredes y, fundamentalmente, podía estar cerca de
los locos bajitos.
Luego de sus primeras andanzas como titiritero, Yitani comenzó
a recibir más pedidos para actuar en instituciones de bien público,
escuelas y fiestas infantiles particulares. Esto comenzó a evidenciar
el reconocimiento de un público tan complejo y exigente como el
infantil, que se divertía mucho con las creaciones del artista.
Cabe destacar que Gabriel no sólo fabricaba sus títeres,
sino también los decorados en los que los hacía actuar y,
además, escribía las obras que representaba.
El éxito de sus espectáculos lo impulsaron a ampliar la
propuesta. En poco tiempo agregó a los shows actos de magia, proyección
de películas y diapositivas, con lo cual generó una propuesta
todavía más atractiva y diversa.
La labor que Yitani desplegaba tenía como destinatarios principales
a los chicos con menos posibilidades. Por ello los sitios que más
frecuentaba eran el Hogar de Niños El Amanecer, el Hogar San José
y diversas escuelas. Allí no sólo ofrecía su espectáculo,
también realizaba donaciones de ropa o alimentos no perecederos,
tarea para la cual solía contar con el aporte de firmas privadas
que conocían y respaldaban su obra.
Por otra parte, la gran solidaridad del artista no sólo iba dirigida
a los niños. Su especial sensibilidad hacia los más desprotegidos
lo llevó a colaborar también con los ancianos. Por esta
razón eran periódicas las visitas que Yitani, acompañado
de su esposa, realizaba al Hogar de Ancianos. Allí repartía
ropa, cigarrillos y golosinas entre los internos y, por supuesto, también
les ofrecía algún espectáculo.
Cada 24 de diciembre Gabriel se enfundaba en la ropa de Papá Noel
y montaba su show con mayor convocatoria. Acompañado por una de
sus hijas, que cumplía el rol de una pequeña princesa, el
espectáculo comenzaba con la llegada del personaje de la larga
barba blanca al aeroclub local en un avión que se suponía
había despegado de Belén. Allí lo esperaba una impresionante
cantidad de automóviles que luego acompañaban en caravana
la llegada de Santa Claus a la ciudad. En el trayecto, chicos y grandes
salían a saludarlo y en compensación por tanto afecto recibían
golosinas y juguetes. Al llegar a la esquina de Colón e Hipólito
Yrigoyen la larga fila de vehículos detenía su marcha y
se entregaban más juguetes y caramelos.
Para llevar a cabo este acto público, Yitani comenzaba a trabajar
unos cuatro meses antes buscando el apoyo de las empresas de la ciudad.
El evento, además, contaba con una importante difusión por
parte de los medios de comunicación locales, especialmente de Radio
Tres Arroyos.
Este hombre, devenido showman infantil a causa de su interés por
el bienestar de la niñez, jamás estudio en una escuela de
títeres o de teatro, fue un completo autodidacta que desplegó
su tarea robándole horas a su propio descanso. Su faceta artística
tenía un sentido más vocacional que profesional y, en consecuencia,
siempre debió proveerse su propio sustento en otros trabajos.
Si bien aquel desfile de Papá Noel por las calles de la ciudad
era su espectáculo más concurrido, no fue esta la única
propuesta que Yitani organizó en la vía pública.
Para el Día del Niño se ponía al frente de un evento
que tenía lugar en la zona de la estación del ferrocarril.
El festejo consistía en la realización de diversas pruebas
y juegos para los chicos, como por ejemplo carreras de embolsados y de
bicicletas, ofrecía su show de títeres y magia, proyectaba
alguna película y, como siempre, repartía golosinas.
A la celebración del Día del Niño debe agregársele
la organización de los denominados Carnavales de Walt Disney, que
hacía sobre la calle Quintana. La realización incluía
comparsas, murgas, disfraces y premios.
La larga lista de actividades en beneficio de los pibes también
incluyó la fundación de la Biblioteca Infantil Nuevos Rumbos,
la cual funcionaba en el edificio donde actualmente se encuentra el Taller
Protegido Despertar, sobre la calle Viamonte al 100. En ese sitio, Gabriel
realizaba espectáculos de títeres, magia y proyección
de películas a cambio de una más que módica suma
de dinero, pero la entrada era gratuita para quienes no pudieran pagar.
Al lugar iban básicamente los chicos del barrio. Cuando Gabriel
falleció, su viuda decidió donar esta casa al municipio,
hecho que tiempo después posibilitó el funcionamiento del
taller mencionado.
Junto a un grupo de personas de nuestra ciudad, Yitani también
fue fundador de la sala de primeros auxilios "Doctor Pedro Aguirre"
en el Barrio Municipal. Desde allí promovió la creación
del ropero comunitario, una idea que posibilitó la donación
de centenares de prendas de vestir a las familias más carenciadas
de ese sector de la ciudad.
Una de sus últimas obras en beneficio de los chicos fue el conocido
Trencito de la Alegría. En este proyecto recibió un gran
apoyo de la desaparecida compañía de seguros La Previsión.
Días pasados, Elena, su mujer, recordó ante "El Periodista"
que su esposo se sintió muy feliz al cristalizar esta idea y, si
bien no pudo disfrutarla mucho tiempo, alcanzó a realizar algunas
recorridas en el famoso vehículo.
Sobre el final de este artículo biográfico sólo es
posible decir que todo lector que haya llegado hasta aquí ya puede
comprender las razones de la existencia de la placa que se encuentra en
la Plaza España. Ahora tal vez sea oportuno sugerirle que lo comente.
Gabriel Yitani, sin dudas, se lo merece.
Fecha de publicación
Marzo del 2003
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