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JUAN LEON Y SU MITICO "MUNICH",
EMBLEMAS DE LA NOCHE TRESARROYENSE

El rey de la noche

Hace pocos días falleció en Mar del Plata, a poco de haber cumplido 75 años, don Juan León. Con él, la gran noche tresarroyense perdió a uno de sus personajes emblemáticos. Dueño del mítico bar, confitería y bailable "Munich", copó durante las décadas del '50, '60 y parte del '70 la movida nocturna de esta ciudad. Su desaparición física no sólo conmovió a la familia, sino a gran parte de la sociedad, muchos de cuyos miembros vivieron en sus locales los mejores momentos de la vida. El recuerdo de "El Periodista"

El pasado 5 de mayo, poco después de haber cumplido 75 años, falleció en Mar del Plata, ciudad en la que residía desde 1990, el recordado comerciante Juan León, quien fue dueño, entre otros emprendimientos, del célebre e inolvidable Bar Munich, que durante las décadas del '50, '60 y parte del '70 fue el epicentro de la actividad nocturna local.
León había nacido en Buenos Aires el 29 de marzo de 1927. Era hijo de Margarita Alcalá y Gregorio León, de quien heredó parte de sus conocimientos en gastronomía. Desde muy chico tuvo que vincularse al mundo del trabajo y si bien pasó por varios empleos siempre eligió hacer lo mismo que su padre. De hecho, siendo apenas un adolescente fue empleado por restaurantes muy famosos de la capital federal como La Cabaña y La Santa Brígida. Cuando tenía 23 años de edad le surgieron dos propuestas de trabajo casi simultáneas. Por un lado, sus patrones le propusieron radicarse en Estados Unidos para hacerse cargo de un emprendimiento gastronómico y, por otro, un amigo le habló de la posibilidad de trasladarse a Tres Arroyos en la búsqueda de nuevos horizontes que le permitieran independizarse. Juan optó por esto último.

Primeros pasos

Llegó a nuestra ciudad el 1º de setiembre de 1950 y tan solo cuatro días después le compró a Eugenio Vicchetti el Bar Munich en sociedad con los señores Falomín y Corro. Dos años más tarde se disolvió esta sociedad e incorporó al negocio a sus hermanos, José y Antonio, quienes vivían en Buenos Aires.
En realidad, Juan León había llegado a Tres Arroyos con la idea de permanecer sólo un tiempo y luego regresar a Buenos Aires, pero sus planes cambiaron cuando conoció a Anna Lisa Jorgensen, quien se convirtió en su novia y años más tarde en esposa y madre de los tres hijos del comerciante: Margarita, quien vive actualmente en la localidad de Verónica; Gregorio, que posee un comercio en nuestra ciudad y Juan Enrique, que está radicado en Necochea.
"El Munich", como todo el mundo lo llamaba, estaba inicialmente orientado a recibir a los pasajeros de la empresa de ómnibus Costera Criolla, pero León decidió cambiarle el estilo. En 1956 introdujo la primera reforma en el local con el propósito de transformarlo en confitería y dedicarse a la organización de lunchs y fiestas de casamiento. En este sentido, la esposa del comerciante recientemente desaparecido recordó días pasados que la primera fiesta de casamiento que se llevó a cabo en el remozado comercio fue la del matrimonio Chabagno-Vassolo.
Poco tiempo más tarde León decidió aplicar otra innovación a su empresa, habilitando un salón para baile en la parte posterior del extenso local ubicado en 9 de Julio 46, hoy ocupado por una heladería. A partir de allí surgió "El Munich" que para muchas generaciones de tresarroyenses es inolvidable.

La llegada del éxito

Los famosísimos y masivos bailes que se organizaban en el lugar tenían primero como protagonistas a las orquestas de la época, entre las cuales se encontraban, por ejemplo, Anabacoa y Manhattan. Más tarde llegarían los discos y con ellos el surgimiento de los primeros discjockey de la ciudad.
La incorporación de lo que hoy los jóvenes llamarían boliche hizo que también la confitería del Munich se convirtiera en un sitio por el que nadie podía dejar de pasar previamente al baile o luego del mismo. En el verano, recordó Gregorio León para "El Periodista", era tan grande la cantidad de gente que pugnaba por una mesa al aire libre que las mismas ocupaban literalmente toda la primera cuadra de la calle 9 de Julio, es decir desde Moreno hasta Colón.
El hijo del comerciante comentó que los mozos, sus tíos y su propio padre, no paraban de caminar de una esquina a la otra llevando pedidos, entre ellos los tradicionales chopp, el vermouth, las picadas gigantescas, diversos sandwiches como el Oxford, los tostados, marcianos y el famoso par con papas.
En el salón de baile había algunas mesas reservadas a los habitué del lugar. En ellas se colocaban botellas de whisky para que no bien llegasen esos clientes ya tuvieran la posibilidad de comenzar a beber, pero lo llamativo de la cuestión era que absolutamente nadie se atrevía a pasarse de vivo bebiendo lo que no era suyo si no llegaban las personas que habían reservado el lugar. Eran otros tiempos sin dudas.
El salón de baile también era atendido por Juan León, quien iba de un lado al otro llevando los pedidos que le hacia la muchachada bailarina. Algunos aun hoy recuerdan su voz pidiendo permiso con una frase que él inmortalizó: "Abran paso a John, hijos míos", les decía.
No caben dudas que León dejó con su negocio una huella imborrable en varias generaciones de jóvenes tresarroyenses. En buena medida esto se debe a la exquisita atención que él mismo, sus hermanos y empleados, dispensaban a los clientes y en un hecho para nada insignificante: el famoso comercio fue el primer bailable que tuvo la ciudad.

Estrategias publicitarias

"El Munich" casi no tuvo competencia hasta la llegada de los discos de vinilo. A partir de ese momento comenzaron a aparecer competidores en el rubro, pero León supo enfrentarlos con una estrategia publicitaria basada en la ironía y en chanzas muy simpáticas dirigidas hacia sus colegas.
Otros dos boliches de la época se disputaban una porción del público llevando números artísticos importantes. Allí fue cuando lanzó una campaña que decía: "Baile en el Munich con pintura fresca", pero no se refería al por entonces famoso conjunto Pintura Fresca, sino al nuevo tono que le había aplicado a algunas paredes de su salón. Otra recordada campaña publicitaria invitaba a bailar con los negros del momento, pero no se trataba de ningún grupo musical de salsa o merengue, sino simplemente de los discos, que lógicamente tenían ese color.
La lucha por ganar clientes que habían comenzado los competidores del Munich los llevó a sortear viajes a diferentes sitios de la Argentina. La repuesta publicitaria de León fue: "Viaje con ellos, baile con nosotros".

De la cerveza al vino

A fines de la década del '60, más precisamente en 1968, León y su hermano José introducen en el salón de baile la última reforma que le practicaron al comercio antes de su cierre, que tuvo lugar en 1976. Cabe mencionar que para ese entonces Antonio, el otro hermano y socio, ya se había iniciado por su cuenta con el Petit Munich, comercio en el que comenzó con la ayuda del propio Juan.
León también fue dueño del boliche Sayonara hasta que decidió vendérselo a su hermano Antonio. Antes del cierre del Munich, se inició en la venta de vinos, y en 1976 decidieron junto a José no renovar el contrato de alquiler del local donde funcionaba el Munich para destinar todos sus esfuerzos y ahorros a la compra de un importante local en la esquina de Colón y 9 de Julio, sitio donde más tarde abriría el comercio de venta de vinos La Bodega de Juan.

Días tranquilos en "la feliz"

Con la compra de la citada esquina, los hermanos León procuraron asegurarse la posibilidad de contar con una renta que les permitiera vivir tranquilos en el futuro. Justamente, a eso se dedicó Juan desde 1990. Luego de cerrar el negocio que comercializaba bebidas se trasladó a Mar del Plata con su esposa y hasta el pasado 5 de mayo vivió allí tal como se lo había propuesto, tranquilo y disfrutando de cada día, como lo hizo siempre.


Fecha de publicación
Junio del 2002

 
 
El Periodista de Tres Arroyos.
Tres Arroyos, Pcia. de Buenos Aires, República Argentina