EL IDIOMA ITALIANO CAMBIO LA VIDA DE MARIELA CASO
La historia de la "Argentana"
Con espíritu nómade y un corazón mitad argentino, mitad italiano, Mariela dio un giro radical a su vida, dejando atrás su pasado administrativo para convertirse en la “Argentana”, una profesora de italiano que ayuda a viajeros a sumergirse en la cultura y la lengua de Dante
Mariela Caso comenzó su vida laboral como administrativa en una empresa cerealera, un trabajo estable y cómodo que la mantuvo en su ciudad natal durante siete años. Sin embargo, en 1997, se inscribió en el Profesorado de Lengua y Literatura, pero la vida la llevó por otro camino. “En el año 1997, cuando salió en el Instituto 33 el Profesorado de Lengua y Literatura, me anoté, hice dos años. Pero lo dejé, recuerdo que estudié con Ricardo Listorti, Leticia Roldán, Silvina Pallotti, fue un grupo hermoso. Pero bueno, la vida igual me trajo a la lengua, en este caso la italiana”, relata con nostalgia.
En 2010, su esposo Pablo, apicultor y técnico en comercio exterior, recibió una oportunidad de trabajo en una empresa de miel orgánica en Italia. Tras casarse, Pablo partió mientras Mariela sostenía su trabajo hasta que él regresara. En 2011, ambos se mudaron al de norte de Italia, en el Piamonte, cerca de Turín y Milán, un pequeño pueblo de montaña, que tiene alrededor de 3000 habitantes llamado Montá.
“Yo del idioma italiano no sabía nada"
Al llegar a Italia, Mariela se encontró con un idioma que no conocía. Sin tiempo para tomar clases formales, se vio obligada a aprender italiano por necesidad, interactuando con las personas que la rodeaban. “Por aquel entonces, tenía desesperación por hablar con alguien, porque yo estaba sola todo el día. Fue duro al principio, muy duro, en ese momento no existía el WhatsApp, Zoom, solo había Skype, pero teníamos diferencia horaria, estábamos adelantados 5 horas. Entonces nuestras charlas, por ejemplo, con mi mamá o mi suegra eran espaciadas, y nos turnábamos con Pablo para comunicarnos”, señala.
“Solía hacer caminatas por las mañanas. Pablo se iba se iba a las 4:00 a.m. y yo me levantaba a las seis porque la ansiedad me mataba y empezaba a caminar, caminar por esos viñedos”, recuerda.
Encuentros Idiomáticos
Un día, Mariela se topó con una señora ecuatoriana que llevaba una cartera con el nombre de Madrid. "Esta sabe hablar español", pensó Mariela al abordarla. "Esa fue mi primera amiga", relata la Argentana con emoción, recordando cómo el idioma español les permitió establecer un vínculo instantáneo. Juntas exploraron el pueblo, compartieron mandados y, sobre todo, aprendieron una de la otra. “Esa fue mi primera amiga que me hizo el aguante en el idioma. Yo la escuchaba y al principio lo aprendí mal, porque lo que ella sabía era de “oído” y las palabras que decía se entremezclaba con el lenguaje del español, del centroamericano, que es distinto. Pero estábamos juntas todo el tiempo, íbamos a la plaza, habíamos mandados, y ahí aprendía. Luego me presentó otra amiga, que era dominicana, pero el idioma español nos permitía estar acompañadas”, afirma con nostalgia.
“Por aquel entonces, no había argentinos, recién este año pasado, conocí a una mujer, que me la presentaron como la argentina de Montá. Una señora chaqueña de unos 60 años que se casó con un italiano. También esa mujer me hizo el aguante los primeros años. Me invitaba a su casa, tomamos el café, me contaba historias, quería mucho al doctor Favaloro. Entonces yo cuando iba le llevaba libros cada vez que volvía. Conservo un regalo, una alhaja en forma de corazón, que cuando me lo obsequió me dijo “yo quiero que mi corazón quede en Argentina”. Esas son cosas que vivís en otro país, que son únicas”, agrega.
Amistades que trascienden las barreras lingüísticas
Sin embargo, no todas las amistades de Mariela compartían el idioma español. Una mujer rusa, que conoció en la plaza a través de los juegos de los niños, se convirtió en otra pieza clave en su experiencia italiana. "Ella me llevó a conocer la lengua italiana más de cerca", revela Mariela, destacando cómo el idioma se convirtió en un vínculo fundamental entre ellas. A través de estos encuentros, Mariela descubrió la belleza de la solidaridad transcultural. "Ella empezó a colaborar con las ONG", cuenta Mariela sobre su amiga rusa, quien encontró en la ayuda a los ucranianos una manera de responder a la crisis en su país de origen. Para Mariela, estas experiencias no solo ampliaron su círculo social, sino que también le ofrecieron una perspectiva única sobre la conexión humana en un mundo cada vez más globalizado.
Delicatessen en dos tierras
"El tema de la comida italiana, es lo más", exclama la Argentana, al describir su experiencia en la tierra de la pasta y la pizza. Sin embargo, su pasión por la carne argentina es innegable. "Allá es más dura, porque no tienen Angus", explica mientras reflexiona sobre los retos culinarios que enfrenta durante sus seis meses en Italia. Pero como toda viajera experimentada, Mariela sabe adaptarse, explorando otras opciones como cerdo, pavo, pollo, e incluso guardando con celo la entraña, un corte que los italianos no suelen consumir.
Desde la fina pizza napolitana en el sur, hasta las pizzas fritas para comer al paso en las panaderías, Italia ofrece una variedad infinita para el paladar aventurero.
Pero su experiencia va más allá de la cocina. La conexión con la cultura italiana se extiende a la tradición del mate, una bebida que inicialmente suscitaba miradas curiosas en las playas italianas, pero que, con el tiempo, gracias al Papa Francisco, ha ido ganando aceptación y normalización.
Y no podría ser una historia completa sin mencionar el fervor por el fútbol y la figura de Maradona, un lazo que une a argentinos e italianos, especialmente en Nápoles, donde el mero nombre del ídolo argentino abre puertas y despierta sonrisas.
Pero detrás de cada aventura culinaria y cultural, hay una historia de amor y familia. “Somos nómades, esa es la palabra. Estamos seis meses acá y seis allá, siempre en verano, por el trabajo de Pablo ya que la cosecha es en esa época del año. Los italianos decían, llegan los argentinos, ya llega el calor”, señala con una sonrisa.
La llegada de su hija
Lourdes nació en Argentina en el 2015 y cuando tuvo tres años comenzaron a viajar en familia. “Su vida también se modificó, empezó a conocer amiguitos allá, y también aprendió a leer y a escribir en Italia a los seis años. Hoy ella sabe que en Argentina tiene las abuelas y en Italia tiene todo lo material. Es así, porque ella cuando estaba allá, le faltaban las abuelas y el lugar familiar. La cultura y la educación la viví con Lourdes, mi hija que hizo primer grado, el respeto y la educación que tienen es único. La gente es muy educada, se ve en la calle en la senda peatonal, porque antes de que llegues a la mitad de la senda el auto frena y eso es bárbaro”, agrega.
Regreso a Argentina y un nuevo comienzo
De regreso a Argentina, Mariela sintió la necesidad de compartir sus experiencias y ayudar a otros viajeros a evitar las dificultades que ella misma había enfrentado. Así nació su proyecto de enseñar italiano a viajeros. Sus clases se centran en el lenguaje cotidiano, desde pedir comida hasta manejarte en el transporte público o visitar al médico.
“Lo primero que hago es preguntarle a qué parte de Italia tiene pensado viajar, porque hay diferencias en el habla. Le digo que conviene comer en tractorias y no en restaurante, si es que van con poco dinero. Pero la comida es siempre potente. Allá siempre hay tres platos. El antipasto, el plato principal, que siempre es o pasta o digamos, o lo caliente, la carne y el helado o postre”, señala.
Comparte consejos sobre lugares turísticos, gastronomía y tradiciones. Sus clases son dinámicas e interactivas, utilizando libros, canciones y audios para que sus alumnos aprendan de manera natural y divertida.
"La idea es guiar un poco al viajero”
Las clases de la Argentana no son lecciones tradicionales de gramática, sino más bien un viaje cultural y lingüístico que prepara a los estudiantes para desenvolverse con confianza en Italia.
“Lo más difícil son las pronunciaciones de algunas letras, ellos no tienen la ñ, tienen la gn. Entonces cuando vos decís españolo, españolo se escribe spagnolo. Entonces esas cosas son diferentes. Ahí está mi intervención y les voy dando tips. Una vez que ya sabemos un poco de reglas ortográficas, empezamos a hacer lecturas, se torna lindo porque, por ejemplo, empezamos a hacer canciones y esto de cantar en italiano a la gente le gusta mucho. Incluso, ahora estoy haciendo audios y diálogos con gente italiana, para que puedan hablar con ellos, si es que entienden o no”, asevera.
“A las clases se están acercando, chicos que están haciendo la ciudadanía, que es lo que yo hago hincapié. Si estás haciendo la ciudadanía, vas a tener el pasaporte italiano y cuando ingresas al país tenes que saber algo de italiano, lo básico, cómo manejarte diariamente. También los verbos, artículos, siempre se toca todo eso, pero es necesario para armar y tener una coherencia de una gramática. Aunque no la enseño de una manera académica, sino más natural, más lo diario, y las clases duran entre una hora, hora y media. Y en cuanto al tiempo en aprender, depende de cada persona, puede llevarte seis meses, un año, pero las clases son intensivas”, agrega con entusiasmo.
Si bien durante su estancia en Italia, Mariela aprendió muy bien el idioma y se convirtió en su segunda lengua, aprovechó los libros, seleccionó mucho material y está agradecida por el material que le proporcionó Mingo, el esposo de Liliana Annechini. La Argentana no se detiene, sigue capacitándose día a día, tal es así que el pasado año obtuvo un diploma de una academia a nivel internacional, pudiendo certificar su enseñanza del italiano.
Un enfoque práctico y personalizado
“Inicié las clases en el verano para chicos, me abrieron las puertas de la Sociedad Italiana, ahí María Laura de Francesco, que me conocía de un trabajo me dio la posibilidad. Después en el Centro Cultural la Estación, que había presentado el proyecto les interesó, por eso hoy estoy los martes a la mañana”, comentó.
Mariela ha logrado transformar su experiencia de vida en una oportunidad para ayudar a otros. Su pasión por el idioma y su capacidad de conectar con las personas la han convertido en una profesora inspiradora y querida por sus alumnos. Su historia nos recuerda que nunca es demasiado tarde para seguir nuestros sueños y que la vida siempre nos puede sorprender con nuevos caminos.
“Esto me ha dejado un montón de enseñanza, no solo espiritual, sino también de crecimiento propio. Es simplemente, poder transformar lo que nos duele en algo positivo. Todas las idas y vueltas, los pude transformar en dar mi conocimiento a la gente. Y realmente eso me llena el alma, me llena como persona”, reflexiona.
“Hay que disfrutar de la vida y de los viajes, el que pueda hacerlo, que lo haga porque vale la pena. Lo único que nos vamos a llevar en esta vida son los viajes y los momentos vividos”, enfatiza.
Para finalizar, Mariela explica cómo surge su apodo y cómo pueden contactarse. “Me ubican como la Argentana, porque soy mitad argentina y mitad tana, y surge porque he vivido un tiempo acá y otro allá. Justamente, uno de los grupos que hay en Facebook se llamaba los argentanos, porque hay muchísima gente que quiere hacer conexiones estando allá. Me encuentran en Instagram la cuenta “aprende italiano”. También armé un grupo de WhatsApp de argentanos que son ya como 50 y pico de personas que están interesados en lo que publico, realmente estoy orgullosa de todo lo que he podido transformar y hacer”, concluye con una sonrisa.
Olvídate de las clases de italiano aburridas y monótonas. La Argentana, una mujer con un espíritu aventurero y un corazón lleno de pasión, te transportará a las calles de Italia sin salir de Tres Arroyos.