Municipalidad Tres Arroyos

notas edicion de papel

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL COMERCIAL, UNICA ENTIDAD FINANCIERA LOCAL

“El banco nuestro”

Abrió sus puertas el 2 de enero de 1907, y operó como Banco Comercial de Tres Arroyos hasta 1997. Según datos del Banco Central, por entonces la entidad tresarroyense contaba con activos por 66,4 millones de pesos y pasivos por 58,2 millones. Y había llegado a concentrar a más de la mitad de la cartera financiera local. Cómo fue su final Por Héctor Asef

Junio 2023
El Banco Patagonia mantiene las características edilicias de un lugar que es emblema de buenos tiempos en la ciudad

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A lo largo de la historia local, el Banco Comercial de Tres Arroyos trascenderá siempre, porque en su trayectoria fue un bastión de auxilio financiero para muchos habitantes y una fuente de trabajo sólida y numerosa.
Desde el 2 enero de 1907 a las 10 de la mañana, fecha y hora de inicio de su actividad con un directorio presidido por Sebastián Costa, el banco no tuvo inconvenientes, más allá de las dificultades propias de los capítulos tan diversos en la economía argentina a lo largo de su historia. Es bueno recordar que en tantos años muchas otras entidades similares sucumbieron por los procesos financieros o las administraciones desacertadas. Tras un período organizativo inicial, el emplazamiento definitivo en Moreno e Istilart, fue adquirido e inaugurado en mayo de 1911.
Ese bello e imponente edificio ubicado en el corazón de la ciudad formó parte de la postal fotográfica en muchas oportunidades, de la visita diaria de los clientes y de la admiración de los visitantes que escudriñaron cada detalle del legendario inmueble. Los memoriosos recuerdan también el asalto que sufrió la institución hace muchos años el 1 de marzo de 1963, que interrumpió la tranquilidad, ocupó los titulares de los diarios de entonces y fue motivo de comentarios y especulaciones hasta que fueron detenidos los autores.

Sucursales
Fue siempre una institución confiable para los ciudadanos, que acuñaron aquel slogan publicitario de “el banco nuestro”, que con el tiempo llegó a habilitar una sucursal en pleno centro de Buenos Aires y otra en Claromecó, cobijando una dotación que supo tener más de cien colaboradores.
La implementación de la casa bancaria en la capital argentina superó en su funcionamiento las expectativas iniciales que apostaban a un éxito recién a mediano plazo. Testigos de la época aseguraron que al cuarto mes comenzó a autofinanciarse y a partir de allí a arrojar resultados positivos. No solamente se buscaba aumentar el volumen de operaciones, sino también brindar un mejor servicio a los clientes de Tres Arroyos, aunque con el paso de los días se fueron incorporando usuarios capitalinos que confiaron en la seriedad de la institución.
La sede en Claromecó fue una carga difícil de subvencionar, pero se abrió como un servicio a los pobladores y visitantes, hasta que dejó de ser.

Más allá de lo financiero
Siempre la conducción trató de continuar los lineamientos de la extensa gestión de José Carrera, que asumió la presidencia en 1961 y la sostuvo con aprobación general de la comunidad hasta las postrimerías de la década del ´80 privilegiando los criterios de solidez y seguridad. Fueron también épocas en que el banco apoyó decididamente a la cultura local, como la recordada Bienal de Pintura que convocó por años a artistas muy importantes.
Durante algunas décadas el Banco Comercial logró concentrar su importancia operando con algo más del 50% del mercado tresarroyense. Como dato ilustrativo se puede señalar que en los albores de los ´60 funcionaban en la ciudad el Banco Nación, que fue la primera institución crediticia aquí, llegada en 1895; el Banco Español que se estableció en 1909, el Banco de la Provincia de Buenos Aires que funcionó a partir de 1910 y el Comercial, que en este último caso lideraba el mercado ampliamente sobre los otros, al inspirar confianza y trato, con rostros locales para los clientes, e incluso llegando en el plano de la competencia a cobrar tasas prudentes y pagar intereses superiores al promedio observable en la época.

Exitoso y después…
En 1951 la Dirección General de Estadísticas e Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires daba a conocer que Tres Arroyos, con sus 4 bancos, compartía con otras 10 ciudades el noveno lugar entre las entidades más importantes de crédito en funcionamiento. Figuraba además en decimoquinto puesto en cuanto a personal bancario en actividad, con unos 100 empleados en conjunto.
Sin embargo, esos avatares de una realidad fluctuante y poco predecible como una constante en nuestro país, sumados a la globalización dela economía, con la consecuente concentración e internacionalización de la banca, ya con la necesidad de disminuir los costos de la intermediación financiera y mejorar la atención de la clientela con servicios más abundantes, de mejor calidad, menor costo y adaptación al de la tecnología creciente, obligaron a la venta y a emitir un comunicado en amplios términos.
Se mencionaba en esa nota que siendo esos los principales objetivos del directorio a priorizar, a la hora de buscar adquirentes les significó un respaldo que por entonces el Lloyds Bank pensara que este banco tenía trayectoria y solvencia para integrarlo, lo que ocurrió a fines de 1997. Por entonces y según datos que daba a conocer el Banco Central la entidad tresarroyense contaba con activos por 66,4 millones de pesos y pasivos por 58,2 millones.
Coincidentemente el Lloyds ocupaba el puesto 22 en el ranking de activos de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) con 1,3 mil millones de pesos, equivalentes al 1,03 por ciento del total del mercado. Contaba con 28 filiales, 12 de ellas en la ciudad de Buenos Aires y 7 en el conurbano, más 16 cajeros automáticos.
La institución británica poseía entonces 48.757 cajas de ahorros y 16.115 cuentas corrientes.
Su gerente general Colin Mitchel decía que “estamos muy complacidos ante esta posibilidad de expandir nuestros negocios. Incorporar a la importante comunidad de Tres Arroyos y sus zonas de influencia a nuestras operaciones, junto a nuestras sucursales en Bahía Blanca y Mar del Plata, nos permitirá cubrir una de las áreas más ricas y productivas de la provincia de Buenos Aires”.
Del acento inglés al portugués
Por unos años funcionó el Lloyds Bank en ese edificio de arquitectura admirable, hasta que resolvió la venta al actual Banco Patagonia con casa central en Buenos Aires y unas 200 sucursales en distintos puntos del país. Su propietario es el Banco do Brasil con casa matriz en Brasilia. Su presidente, Oswaldo Parré dos Santos. En Argentina tiene un paquete accionario del 80,39%, la Provincia de Río Negro posee el 3,17 % y acciones de terceros suman 16,44 %.
Actualmente el amplísimo local de estilo europeo está muy bien mantenido, los servicios son variados y competitivos, aunque se observa como en tantos establecimientos bancarios el proceso de la informatización que hace que estos establecimientos se manejen con muchos menos empleados, si comparamos el número con la cantidad que tuvo el Comercial en las épocas de su mayor esplendor. Desapareció el único banco de origen local. Entre los grandes retos que enfrenta la humanidad en la actualidad y de cara a un futuro cercano, la gran pregunta es hasta dónde la máquina y la inteligencia artificial reemplazarán a los hombres, con las ventajas y perjuicios que generarán en sus vidas…

El primer robo

El viernes 1º de marzo de 1963 dos malvivientes asaltaron a mano armada el Banco Comercial de Tres Arroyos. Uno era local, por lo que se cubrió el rostro con una capucha para evitar ser reconocido. Su cómplice, un foráneo novato, participó de la acción con un revólver de juguete, por temor que se le escapara un tiro. Huyeron en un maltrecho jeep descapotado, que pasó desapercibido a los ojos de la policía. Fue la primera vez que se robó un banco en la ciudad.
El viernes 1º de marzo de 1963 la casa central del Comercial había cerrado ya sus puertas para la atención al público, por lo que internamente estaban siendo concluidos los trabajos del día. Fuera del edificio sólo quedaban los ordenanzas que, como en ese tiempo no había Caja Compensadora, trasladaban en maletas los cheques negociados de un banco a otro.
Precisamente fue a través de estos que los malhechores ingresaron al banco, tomaron como rehenes a sus empleados y alzándose con un cuantioso botín compuesto por dinero en efectivo, huyeron a pie durante una cuadra, con la plata en bolsas de arpillera, hasta llegar al auto con el que protagonizarían el escape, burlando todos los obstáculos que se le pusieron por delante.
Uno de los autores de tamaña “aventura” era Robert Darwin Sabatini, de 29 años, hasta entonces un delincuente menor de Tres Arroyos, que escondía su identidad para evitar ser reconocido. Su secuaz en la jornada era Antonio Ordínez, 37 años, productor agropecuario de Las Oscuras, partido de Coronel Dorrego y novato en esto de los robos. No era de Tres Arroyos, por lo que mostrarse poco le importaba. La del Banco Comercial era su primera maniobra delictiva. Los empleados del Comercial llegaron a sospecharlo, pues actuaba con evidentes signos de nerviosismo.
Ambos cayeron poco después, presas del deseo irrefrenable de darse gustos con el dinero mal habido. Sabatini compró un cero kilómetro en Bahía Blanca, le dio una propina exagerada al service que acudió a auxiliarlo cuando se fue con el auto de la agencia sin hacerle la puesta a punto, y sus aires de nuevo rico lo depositaron en manos de la policía. Ordínez, un poco más discreto, en principio comenzó a pagar deudas, pero los excesos de su cómplice -y la plata que secuestraron en su chacra- lo pusieron finalmente tras las rejas.

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