Municipalidad Tres Arroyos

notas edicion de papel

EL BOXEADOR ANDRES SELPA Y SU VINCULO CON TRES ARROYOS, SEGUN SU PRIMO RUBEN LEZCANO

Vivir a los golpes

Como muchos de los cultores del deporte de los puños, el ex campeón argentino y sudamericano de boxeo, Andrés Selpa, vivió privaciones de joven, conoció la fama y el dinero desde el ring y hasta estuvo en la cárcel. En distintas etapas de su vida pugilística pasó por Tres Arroyos para visitar a la familia. Su primo, Rubén Lezcano, lo evocó en exclusiva para “El Periodista”

Por Pablo Tano (*)

Marzo 2015
Una foto con título: Andrés Selpa, campeón argentino de medio pesado

Una foto con título: Andrés Selpa, campeón argentino de medio pesado

El boxeo es uno de esos deportes donde sus orígenes, en la gran mayoría de los casos, provienen de la pobreza y de las necesidades del ser humano para, primero, poder sobrevivir ante las carencias básicas y, después, lograr ser alguien con progreso económico, fama y gloria. En definitiva, otra vida, impensada para muchos de esos gurises que se inician en la calle, en el barrio o en el colegio en el mundo de las piñas y las narices chatas y sueñan con pelear en el Luna Park…
“Me estaba vengando de la vida o tomando desquite del destino. Ser un héroe de turno es una pesada carga y un riesgo. Creo que somos boxeadores antes de nacer. Las causas pueden ser muchas, pero hay una que es la más común entre nosotros: la miseria que se siente dentro del vientre de esa mujer que nos ha engendrado”. Así resumía el ex boxeador Andrés Selpa, campeón argentino y sudamericano de los medianos en 1956, en el libro Sin Prejuicios (1980), una autobiografía cruda y sincera sobre su vida que hallé este verano en El Argentino, un local de compra y venta de libros y revistas usadas de Claromecó.
Desarraigo, los amigos del campeón, mujeres, vicios, ambiciones desmedidas, placeres y algunas adicciones que corrompen la ignorancia de aquellos hombres que, de la nada, y más pronto que tarde, se encuentran con varios de miles de pesos y el presente comienza a cambiar. Y más aún cuando esos pesos se convierten más tarde en millones. “Aventuras y desventuras; de muchas cosas que, si bien había soñado, fueron superadas plena y totalmente por la realidad”, definía “El Loco” en su obra.
La dura historia de Selpa tiene un vínculo directo con Tres Arroyos. La madre del Cacique de Bragado tenía una hermana en la ciudad y, por lo tanto, contaba con varios primos que no conocía. Uno de ellos es Rubén Lezcano, de 75 años, el único que en la actualidad vive en la ciudad junto a su mujer, Rosa. A partir de su testimonio, el primo hermano evoca a Andrés, rememora ese primer encuentro en el desaparecido bar El Ombú, en 1958, luego de haber hecho una parada con el ómnibus antes de pelear en Bahía Blanca con el gran campeón del momento, Eduardo “El Zurdo” Lausse, y revela curiosidades de esa mítica velada, entre otras historias.

Pelea memorable
“Nosotros lo conocimos a Andrés ya de grande porque estábamos alejados. No por ninguna razón en especial, sino por la distancia, ya que él vivía en Mar del Plata y nosotros acá. En una de las peleas que él tiene en Bahía Blanca - detalló Lezcano-, pasa por Tres Arroyos porque él quería conocer al famoso tío Juan, que era mi papá, y nos invita a la pelea con el gran Eduardo Lausse. Ahí en el vestuario del Salón de los Deportes, vino (Celestino) Porzio, el manager de Lausse, quien había venido de unos triunfos bárbaros en Estados Unidos, de hacer una campaña brillante y gloriosa y a quien llamaban el campeón mundial moral, y propone a Del Río, representante de Selpa, de “arreglar” la pelea. Y Del Río reaccionó mal: 'No me vengas con ese cuento, acá Andrés viene a ganar', le dijo. Y Lausse salió a quererlo matar y Andrés tenía una preparación espectacular, estuvo impecable, le esquivaba todos los golpes moviendo la cintura. Lausse no podía conectarle esa zurda noqueadora en ningún lado. Esa pelea fue memorable. Después vino la revancha...”
Selpa era un tipo soberbio, provocador, burlón, promocionaba sus combates como nadie y siempre era el malo de la película. Fue un personaje odiado y resistido por los seguidores del boxeo. Realizó al menos ¡218 peleas!, un récord para la época, y llegó a protagonizar ¡21 combates! en 1961. Se enfrentó a un joven e incipiente Carlos Monzón en dos oportunidades en 1965 -cayó por puntos y empató, respectivamente-, y viajó a Washington en febrero de 1967, para disputarle el cetro mundial de los semipesados al norteamericano Bob Foster (perdió por KO en el 2° round; primera vez que fue vencido por esa vía). Pero cuando comenzó a ganar popularidad, la vida que llevó abajo del ring no lo favoreció. Todos querían verlo derrotado en el piso…
“Tuvo muchos altibajos a lo largo de su carrera porque no le gustaba entrenar, no le gustaba el gimnasio. Entonces, así como ganaba peleas a rivales muy buenos, también perdía con otros de menor jerarquía. Llevó una vida bastante agitada. Otra anécdota con él es que era una cosa de locos con las mujeres. Había mujeres que le pedían que les hiciera un hijo... Una cosa increíble la fama. Eso yo lo veía cuando lo iba a visitar de joven a Mar del Plata, donde él se radicó y vivió muchos años”, recordó Rubén.
En 1966 protagonizó una de sus mejores campañas. Se consagró campeón sudamericano de los medio pesados -derrotó por abandono en el 12° round al brasileño Rubens de Oliveira-, y nacional de los semipesados ante el marplatense Miguel Ángel Páez. Esa fue su pelea número 200, “un verdadero récord, porque doscientas actuaciones, amigo lector, son un motivo suficiente para que uno esté en el manicomio a perpetuidad… Por suerte, le gané a la vida, a las adversidades y a mí otro yo. Como se comprenderá, al ser nuevamente campeón, sentí que volvía a acariciar la gloria”, detalla Selpa, y concluye: “Cuando nos fuimos todos a festejar la conquista, los miraba con la profunda satisfacción de saber que no los había defraudado, que había sabido resurgir de lo que había llegado a ser, profesional y humanamente, casi un puñado de cenizas”.

“Indisciplinado”
A mitad de ese fructífero año, se presentó en Tres Arroyos ante Héctor Del Cueto (ganó por KO en el 8° round). “Fue una de las tantas peleítas que hacía en el interior para ganarse un mango más porque la plata no le duraba nunca. Era muy indisciplinado tanto para ir al gimnasio como para manejar su dinero, y siempre andaba seco. Es más, si vos te fijás, él tiene como 260, 270 peleas hechas; peleaba casi todas las semanas. En Coronel Dorrego también peleó con un tal (N. de la R: Juan) Tassara, creo. Pero era para ganarse una guita más porque los rivales no tenían la categoría de él. Tenía el vicio del casino. Con la bolsa que ganaba esa noche capaz que se iba al casino y la perdía toda”, confió Lezcano.
En relación a esa noche del combate en Tres Arroyos, en el libro “Sin Prejuicios”, Selpa narra que “ir a Tres Arroyos fue un acierto porque volví a encontrarme con la hermana de mi madre y su familia”. Su madre, aquella mujer que lo abandonó a él y a sus hermanos y a su padre cuando eran pequeños para dejar Bragado e irse a Buenos Aires detrás de otro hombre. Un dolor inmenso que Andrés nunca pudo superar.
A medida que avanza la charla con su primo hermano, el diálogo se hace cada vez más ameno y surgen cientos de anécdotas que permiten ir descubriendo quién y cuán grande fue Selpa entre las décadas del ‘50 y ’60. Su relación con el ambiente artístico, las amistades y amoríos que fue generando. Sus siete mujeres –no con todas se casó-, y sus 9 hijos, varios de ellos extramatrimoniales, grafican su desordenada vida cuando dejaba los guantes.
“Tuve la suerte de conocer a través de Andrés -recordó Lezcano-, al famoso cantor de tangos Julio Sosa, en Buenos Aires. Un personaje, para escribir un largo rato de él. Son cosas que te quedan grabadas. Sosa escribía poemas y textos medios sensuales. Te recitaba cada cosa que era impresionante. Lo hacía en mesas de café, no públicamente. Escribía muy bien. También conocí a Pascualito Pérez porque mi primo era muy amigo de él. Pasaron un día por Tres Arroyos, nos avisaron que estaban en un restaurante en la ruta, en La Huella, y fuimos a verlo. Otro monstruo”.

El ocaso de un campeón
Los vicios volvieron a atraparlo: casino, droga y alcohol. El instante del retiro estaba latente. Selpa tuvo que rogar para hacer su última pelea porque sólo quedaba un objetivo por cumplir: obtener una bolsa de 300.000 pesos para terminar de construir su casa en Mar del Plata.
Con 36 años, debió poner en juego el cinturón de campeón argentino ante el local Páez, el mismo rival al que había vencido en su pelea 200. Pero llegó, como confiesa en su autobiografía, “a desinteresarme por todo, a tal punto que hablé con el juez del combate, Sturla, para decirle que esa sería mi última faena sobre un ring y quizá en la vida y que acariciaba el deseo de que el rival me matara… En el décimo primer asalto, en el desarrollo de una pelea que no dijo nada, me paré en el centro del ring, con los brazos cruzados en la espalda y dejé que el desafiante me pegara. Impunemente, después de 3, 4 ó 5 golpes, me derribó. De lo demás, no quiero ni acordarme. Sólo sé que quería despedirme así”. Aquella resultó su última pelea, la número 218 (ganó 135, 79 antes del límite; perdió 51 y empató 32), todo un récord en nuestro país.
Una vez alejado de la actividad, trabajó como fotógrafo en el Luna Park respaldado por Tito Lectoure, y más tarde lo llevó Roberto Galán a su programa “Si lo sabe cante” para retratar a los famosos que asistían como invitados. Ganaba buena plata, pero nunca pudo salir de ese círculo íntimo que lo tentaba a pisar una vez más la red del descontrol con la cocaína. Como si fuera una piña, la recibía, se caía y se levantaba, pero cada vez le costaba más recuperarse de esas noches largas e interminables que se extendían hasta el amanecer.

Las sombras de un hombre
Trabajando como fotógrafo en un restaurante de Constitución, allá por 1973, protagonizó un incidente con un colega que también había llegado al lugar para hacer su laburo, y Andrés se molestó. Fue tan grave el enojo que le disparó dos veces: una bala impactó en el muslo y la otra en el pecho del tipo. No lo mató, pero luego de un par de días fue detenido en el Luna Park y trasladado a la cárcel de Villa Devoto.
Estuvo 317 días detrás de las rejas hasta el juicio oral, y luego lo condenaron a dos años y lo pasaron al Penal de Caseros. Así recordaba Selpa ese infierno: “En esas interminables horas de aislamiento, se piensa tanto que se está al borde de la locura. El silencio y la soledad son terribles. Hoy puedo asegurar, recordando aquello, que si tuviera la desgracia de caer encerrado, sin ninguna duda me mato”.
En 1986 protagonizó un nuevo hecho policial. Le disparó cuatro balazos a su ex esposa María del Carmen Quagliaro y la dejó al borde de la muerte. Fue juzgado y condenado a cinco años de prisión. En la década del ‘90 estuvo internado en el Hospital Neuropsiquiátrico Borda de la Ciudad de Buenos Aires, alejado de sus nueve hijos de distintos matrimonios, 14 nietos y varios bisnietos.
Selpa falleció el jueves 23 de enero de 2003, a los 71 años. Estaba internado en el hospital San Luis de Bragado, a causa de un cuadro de deshidratación que derivó en un paro cardíaco, según el parte médico difundido por la institución.
En el epílogo de su libro, el gran campeón resume lo que fue su vida y deja un mensaje a sus colegas boxeadores: “Tienes 35 ó 40 años, pero no fama, ni amigos, ni plata… Y cuando quieres apelar a uno de aquellos amigos, te das cuenta de que se cruzan a la vereda de enfrente. Yo empecé como vos, tratando de pegarle a la vida. Y lo hice. Pero no estaba avisado de que la gloria es efímera”.

Selpa por Lezcano

“Era un boxeador completo, diez puntos. No era un noqueador, pero ganaba por demolición. Te pegaba en los brazos, en el pecho y en la cabeza y te iba desgastando. Pero nunca estuvo bien guiado, nunca tuvo un promotor como (Tito) Lectoure o (Osvaldo) Rivero y era muy indisciplinado. Podía haber hecho grandes peleas en Estados Unidos”.

(*) Periodista

La dura historia de Selpa tiene un vínculo directo con Tres Arroyos. La madre del Cacique de Bragado tenía una hermana en la ciudad y, por lo tanto, contaba con varios primos que no conocía, como Rubén Lezcano (foto)

Andrés Selpa en el Bar "El Ombú", donde paraba un ómnibus interciudades, de paso por Tres Arroyos. Iba rumbo a Bahía Blanca para su pelea con Eduardo Lausse

Andrés Selpa (abajo, al medio) y otro gran protagonista de la historia del boxeo argentino, Pascual Pérez (a su lado, de camisa escocesa) en el Restaurant "La Huella" de Tres Arroyos. Rodeándolos, la familia Lezcano. Su primo hermano, y el entrevistado por "El Periodista", Rubén Lezcano, es el que aparece en el margen derecho, con un niño sobre su rodilla

Andrés Selpa y una foto con firma al frente y dedicatoria en el dorso. Tiene escrita la siguiente frase: "Con el más profundo cariño a mis adorados tíos"

mensajes

tresarroyenses por el mundo

"Felicitaciones por veinte años de constantes sorprenderes"

El boxeo es uno de esos deportes donde sus orígenes, en la gran mayoría de los casos, provienen de la […]

Deje su mensaje Ver Mensajes

tresarroyenses en tres arroyos

"Felicito al diario por el aniversario"

El boxeo es uno de esos deportes donde sus orígenes, en la gran mayoría de los casos, provienen de la […]

Deje su mensaje Ver Mensajes