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UN GRUPO INVERSOR SE QUEDO CON EL EDIFICIO DE LA PREVISION
Y EL DESTINO DEL INMUEBLE ES INCIERTO
Imprevistos
La justicia no se mudará al edificio de La Previsión.
Al no ser de la municipalidad, que lo cedía como palacio para concentrar
las dependencias judiciales, sino de un grupo inversor, que pretende alquilárselo,
el traslado está descartado. Qué pasará entonces
con el inmueble. Los inversores, que no saben qué hacer con la
estructura que han comprado, tendrán que adecuarse a serias limitaciones.
No por nada, y aquí "El Periodista" cita todas las normas,
La Previsión es el edificio más protegido de Tres Arroyos
y tanto su fachada como su interior son intocables. Informe especial
Tal como si se tratara de un film con varias partes,
con la venta del edificio que ocupó La Previsión a un grupo
de inversionistas privados concluyó uno de los episodios, que por
cierto no fue el último, de una historia que mantiene en vilo a
los tresarroyenses desde que la compañía de seguros debió
cerrar sus puertas.
Como en las mejores novelas, aunque desafortunadamente este no es el caso
de una ficción y mucho menos de algo admirable, el destino final
que tendrá el histórico inmueble es aún impredecible.
Ya ha quedado claro que a la justicia no le interesa alquilárselo
a sus actuales propietarios, dado que esto no modifica la situación
actual del Poder Judicial para quien, según lo ha expresado el
propio intendente Carlos Sánchez, la idea de concentrar todas las
dependencias judiciales locales en el lugar que ocupó la desaparecida
cooperativa aseguradora sólo era viable si el municipio adquiría
la propiedad con el fin de cedérsela.
En este marco, "El Periodista" intentó desentrañar
cuál será el futuro que le espera al edificio de Betolaza
y Moreno consultando a los flamantes compradores quienes, por intermedio
de uno los integrantes del grupo inversor, el cual está conformado
por cerca de una decena de personas, se negaron en dos oportunidades a
conceder una entrevista que hubiera sido por demás reveladora en
relación a cuáles fueron los motivos que los impulsaron
a realizar la adquisición y qué uso le darán al inmueble
ahora que ya se conoce la decisión de la justicia.
No obstante el silencio de los inversionistas, sí hay algo que
está muy claro: lo que no podrán hacer con el edificio.
En 1967 el intendente municipal, Anuncio Diez Balbuena, firmó el
decreto 5909 por el cual se declaró edificios históricos
al Palacio Municipal, la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, y los
inmuebles pertenecientes al Banco Comercial, la Sociedad Italiana y La
Previsión. Treinta y tres años más tarde, más
precisamente el 4 de mayo de 2000, el Honorable Concejo Deliberante sancionó
la ordenanza 4742 que ratifica aquel decreto y lo actualiza en alguno
de sus aspectos.
Concretamente, el texto de la norma establece que "los propietarios
particulares de los inmuebles mencionados, no podrán alterar, modificar,
reformar, ni destruir las fachadas exteriores de los bienes sin previa
intervención de la autoridad municipal que deberá expedirse
sobre la necesidad ineludible que motive esas alteraciones o destrucciones".
La misma legislación faculta a la Comisión para la Preservación
del Patrimonio Histórico, Cultural y Urbano de Tres Arroyos a intervenir,
junto a los organismos técnicos del municipio correspondientes,
en todo lo concerniente al uso que se haga de los inmuebles nombrados
en pos de hacer respetar lo que establece.
Por su parte, la ordenanza 4811, aprobada en el órgano deliberativo
comunal el día 7 de setiembre de 2000, declara al edificio de La
Previsión, sito en Betolaza y Avenida Moreno, monumento histórico
municipal. Esta normativa amplía las limitaciones que ya existían
desde 1967 en torno a las posibilidades de practicar reformas anexando
el interior de la construcción.
Específicamente, la reglamentación establece que "toda
alteración o modificación, tanto en la fachada como en el
interior del edificio, deberán ejecutarse respetando rigurosamente
el estilo inicial de la construcción, previo asesoramiento y aprobación
de la Comisión Municipal de Patrimonio".
Esto convierte al antiguo edificio en uno de los más protegidos
de la ciudad en materia de conservación.
Un miembro de la citada Comisión, que dialogó con "El
Periodista" luego de la venta del inmueble a un grupo de inversores
particulares, no ocultó su preocupación por el estado actual
de lo que fuera la sede de La Previsión Cooperativa de Seguros.
"Urge que el edificio sea habitado ya que debe estar muy abandonado",
dijo.
Esta presunción con alto grado de certeza se basa en el hecho de
que la justicia impidió durante los últimos años
el acceso al edificio de personal de mantenimiento y limpieza. "Los
balcones deben estar llenos de caca de paloma. La justicia no nos ha dejado
acceder al inmueble, ni tampoco permitió en su momento que se enviaran
personas a realizar tareas de limpieza exteriores e interiores",
explicó la integrante de la Comisión Municipal de Patrimonio.
En este contexto, y descartada la posibilidad de que la justicia instale
allí todas sus dependencias locales, las decisiones que tomen los
nuevos dueños serán de suma importancia para la adecuada
conservación de un bien histórico de la comunidad. De ahí
que sería, como mínimo, muy apropiado que los inversionistas
que recientemente adquirieron el inmueble expliquen qué piensan
hacer con él y cómo planean mantenerlo en condiciones ahora
que tienen las llaves de acceso.
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EDITORIAL
La contracara de Istilart
Moderna y progresista, Tres Arroyos tiene un plus
diferencial, superior a varias ciudades de la provincia de Buenos
Aires, porque tuvo la suerte de que la habitara un personaje de
la talla de Juan Bautista Istilart. Que creó una fábrica
modelo, que generó y dio trabajo, que hizo dinero -mucho
dinero-, y lo disfrutó tanto como lo repartió.
Tenía claro cuál era el camino, y lo dejó expresado,
ochenta años atrás, cuando pronunció el discurso
inaugural del edificio del Hospital Pirovano, que impulsó
y ayudó a construir. Dijo en aquel lejano invierno de 1924:
"Nos hemos dirigido a los ricos, invitándolos a ejercer
el más noble y magnánimo privilegio del esfuerzo victorioso.
¿De qué serviría a la montaña su soberbia
corona de nieve si, derretida a las caricias del sol, y derramándose
por la ladera, no viniera a fecundar el valle y hacer nacer allí
la vida y la alegría?. ¿De qué serviría
la riqueza acumulada, aunque proceda de la conjunción del
trabajo y la suerte si, diluida al calor de la solidaridad humana,
no pudiera crear a sus pies la vida exuberante y feliz?.
Istilart dijo, e hizo. Por donde se mire, en cualquier lugar de
la ciudad, está su huella. Donó escuelas, creó
instituciones, fundó clubes, efectuó aportes concretos
para un Tres Arroyos próspero, grande.
Es una lástima tener que recordarlo con añoranza.
Su ejemplo no ha prendido en la medida que era de esperar. Hay empresarios
que hoy, contradiciendo aquellos principios básicos que engrandecieron
la Patria Chica, se expresan con actitudes opuestas a las del más
prominente de los tresarroyenses, quién seguro los repudiaría.
Un grupo inversor local pulseó con la municipalidad (y con
todo Tres Arroyos) por el edificio de La Previsión. Y ganó.
De tal manera puso fin al menos a dos sueños compartidos
por los tresarroyenses: el primero, recuperar para sí un
edificio histórico. El segundo, convertirlo en un inmueble
judicial del cual sentirnos orgullosos.
Vale decirlo. La actitud asumida es legal. Son las reglas del libre
mercado. Están en su derecho. Pero, como se lo planteara
Max Weber, lo legal no siempre es legítimo. No se les ha
pedido que, como Istilart, aporten, construyan, donen. Tan solo
una cuota de solidaridad. Que al menos por una vez hagan la excepción,
dejen de lado mezquinos y egoístas intereses económicos
particulares, y no obstaculicen las aspiraciones de una comunidad
que pretende conservar su historia y crecer a partir de ella.
Lo hecho, hecho está. Ya no hay vuelta atrás. Serán
ahora guardianes y responsables de uno de los patrimonios más
valiosos de la ciudad. Que vale mucho más en el sentimiento
del pueblo que en la valuación económica. Deberán
darle al edificio un destino satisfactorio, pues los ojos están
puestos allí, viendo qué habrá donde todos
soñaban estaría el Palacio de Justicia.
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