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MUNDIALMENTE
FAMOSO, "EL CASCO ART HOTEL",
EN BARILOCHE, ES REGENTEADO POR UNA TRESARROYENSE
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El arte de la hospitalidad
Una tresarroyense regentea, en
Bariloche, el único hotel decorado con la obra original de pintores
argentinos y que es propiedad del marchand, escritor y galerista, Ignacio
Gutiérrez Zaldívar. "Suerte de gerente o directora
general" de El Casco Art Hotel, Viviana Risso se brindó a
un distendido diálogo con "El Periodista" y contó
increíbles detalles de este establecimiento boutique que "es
una pinturita". Exclusivo
Hay un lugar único, donde al imponente paisaje
del lago Nahuel Huapi se le suma la oportunidad de despertar, desayunar
o dormirse mientras se contempla la obra de los artistas plásticos
más importantes de la Argentina. Es El Casco Art Hotel, en Bariloche,
propiedad del marchand, escritor y galerista Ignacio Gutiérrez
Zaldívar y que exhibe en su espectacular edificio parte de la Colección
Zurbarán, integrada por los nombres de Raúl Soldi, Fernando
Fader, Quirós, Quinquela, Bertani y muchos otros.
Allí, en medio de este marco incomparable, la tresarroyense Viviana
Risso gerencia esta inusual propuesta hotelera que es sinónimo
de calidad, elegancia y sofisticación. Con la impronta de la baronesa
von Ellrichshausen, creadora de El Casco original y que vive aún
en la casa contigua, y las mejores expresiones del arte argentino, Viviana
recibió a "El Periodista" para compartir su rica experiencia
y su inmejorable presente.
¿Desde cuándo estás
en El Casco, Viviana? ¿Cuál es tu rol en el hotel?
Desde la apertura, el 15 de diciembre de 2006. En realidad, desde un año
antes estuve viajando mientras se hacía la obra. Soy una suerte
de gerente, o directora general.
¿Ya habías trabajado
para Gutiérrez Zaldívar?
No. Trabajé para terceras personas cuando era chica, recién
recibida. Pero después abrí "Los Notros" (N. de
la R.: la impactante hostería ubicada frente al Perito Moreno),
hace 19 años. Un emprendimiento personal que compartí con
mi marido y mi familia, y nos instalamos en El Calafate. Esa fue mi primera
experiencia hotelera, hasta que me incorporé a este proyecto.
Y tu familia de origen quedó
en Tres Arroyos
Mi familia tiene campo en Tres Arroyos desde el año 1870, "Las
Dos Hermanas", pegado a San Francisco de Bellocq. Yo hice la primaria
y secundaria en la ciudad, y después, sin que me dieran opción
ninguna, me fui a estudiar a Buenos Aires, aunque en aquel momento hubiera
preferido quizá algo más cercano, como Tandil o Bahía
Blanca. Pero fui a Buenos Aires como mis hermanos.
¿Y qué elegiste
estudiar?
Me gustaba Derecho -papá era abogado-, pero me decidí por
Ciencias de la Educación en la UCA. Pensé que era más
amplia la formación en esta carrera, con una base de psicología
muy importante, y después estudié Recursos Humanos en la
Universidad de Belgrano. Ciencias de la Educación resultó
ser una carrera muy idealista, y como mi personalidad es de poca paciencia
como para esperar que la educación mejorara, me dediqué
a capacitar adultos. Hice una experiencia muy buena en una consultora,
Harteneck y López, y me dediqué a la capacitación
en servicios trabajando para otras empresas. La hotelería surgió
después, como emprendimiento personal, aunque también en
Los Notros me dediqué a la capacitación, porque empezamos
con seis empleados y terminamos siendo 140, así que seguí
trabajando en lo que era lo mío, y en mi propia empresa. La compartí
con mi esposo, que tuvo la visión del negocio y se ocupó
de generar el proyecto, definir y desarrollar el producto. Hoy, después
de nuestra separación conyugal y comercial, Los Notros sigue funcionando
a pleno -él está un poco más sobre el hotel que yo,
aunque sigue siendo de los dos-, y está manejado por gente que
nosotros mismos formamos.
¿Cómo surge tu
vinculación con El Casco?
Era complicado seguir una obra como esta desde Buenos Aires, a tantos
kilómetros de distancia. Me delegaron la supervisión de
los trabajos para que se lograra terminar el hotel, y la tomé con
la intención de definir la fecha de apertura e ingreso del primer
pasajero como para que se empezara a recuperar el negocio. Con una casa
se puede estar diez años y no pasa nada, pero con un emprendimiento
así es indispensable empezar a recuperar la inversión. Mi
tarea fue desde la supervisión de la obra propiamente dicha hasta
la selección del personal, la definición del perfil de servicios
y la estructura de ventas; aprendí mucho además y me divirtió
ocuparme de la decoración, porque me dieron todas las opciones
posibles, y el concepto de hotel temático en arte me pareció
muy interesante. Cuando se dividió la sociedad, Gutiérrez
Zaldivar me convocó para manejar no sólo el aspecto operativo
del hotel, que se hace in situ, sino también el comercial, que
se concentra en Buenos Aires.
¿Te convocaron a partir
de tu experiencia en Los Notros?
Sí, porque es un hotel boutique del mismo tamaño. Son 33
cuartos en los dos casos, se trata de un tamaño en hotelería
muy personalizado, muy téte a téte.
Este tipo de hoteles boutique
debe tener un público especial. También este aspecto debe
haber sido para vos muy interesante
Comparten el target por la tarifa, pero si hay ciertos grupos de personas
que pueden coincidir. En Patagonia Sur se recibe más a europeos,
mientras que aquí recibimos más estadounidenses y también
latinos: brasileños, venezolanos, mexicanos y colombianos, un público
que a Calafate recién está llegando. Es decir que es el
mismo target, pero diferente composición. De todas maneras, para
mí cada proyecto es un desafío. Los Notros es un lugar distinto,
con una vista que produce un empuje enorme, porque tener un glaciar enfrente
es algo único en el mundo, y hemos tenido la suerte de que se nos
haya dado el momento particular de explotarlo.
¿Cuánta gente trabaja
en El Casco?
Unas 40 personas.
¿Cuántos son los
cuartos? ¿Cómo son? ¿Qué lugar ocupan las
obras de arte en el hotel?
Son 33, y en cada uno hay obras de un artista. En los de mayor tamaño
hay hasta 10 obras, mientras que en los más chicos hay cinco. Están
divididas en tres categorías, las Nahuel Studio, que son 26; las
Corner, que son 5, algo más grandes; y las Master Suites, de 95
metros, dedicadas a Soldi y Quirós. Cada cuarto está dedicado
a un artista, entre los que están Alonso, Butler, Campos, Lascano,
Bertani, Molina Campos, Quirós, Quinquela Martín. Todos
argentinos
Imaginamos que en la elección
habrá participado el propio Gutiérrez Zaldívar
Sí, a mí me gusta la estética pero sin duda el encargado
fue él, que hizo el trabajo de seleccionar hasta el lugar donde
iba a estar ubicada cada obra. No fue fácil, porque su galería
tiene más de 5000 obras dispersas por toda Latinoamérica,
y aquí tenemos, entre pintura y escultura, unas 300. Me encanta,
porque de alguna manera siempre estuve vinculada con el arte, sobre todo
desde lo estético, inclusive tenía material de Zurbarán
desde hacía mucho tiempo, pero no soy conocedora. Uno de los méritos
de Gutiérrez Zaldívar fue el de elegir un equipo que pudiera
trabajar de la manera que lo hacemos aquí. Está Fernando
Trocca como chef; está Carlos Thays, nieto del famoso paisajista,
en el diseño del jardín, y convocamos al Estudio Diz, el
más importante de la Argentina, para la iluminación del
hotel, que era un trabajo verdaderamente especial. Un equipo de lujo.
Es que la presencia de obras
de arte habrá generado la necesidad de una iluminación y
una decoración particulares
Sí, y no se trata de la clásica luz a los cuadros, sino
de una ambientación particular que incluye un entorno natural realmente
increíble, con la presencia del Lago Nahuel Huapi, y una decoración
que no incluye a las obras, sino que está hecha en función
de atraer la atención hacia ellas. Parece más la casa de
un coleccionista de arte que un hotel con cuadros. Los mejores hoteles
del mundo tienen sus obras de arte en el lobby, si son muy importantes
pueden llegar a 25, más unas 10 que pueden estar ubicadas en la
suite presidencial; en Barcelona podrán llegar a tener unas 50
o 60, pero en ningún lugar del mundo un hotel llega a tener, en
obras de arte, una cifra igual a la que se invirtió en su construcción
y equipamiento. Este es un caso único.
¿Vos vivís allí
mismo, en Bariloche?
Le alquilo una parte de su casa a Ruth, la dueña del antiguo hotel
El Casco, que vive aquí y tiene 90 años. Son suites del
edificio anterior, que brilló en los '70 con una atención
muy especial y una cocina espectacular, y se convirtió en una verdadera
marca de calidad gracias al esfuerzo de ella, su esposo y la gente que
trabajaba para ellos. Por eso mismo compramos el nombre, y tenemos un
montón de clientes que se remiten a aquellos años y tienen
a El Casco como lugar de excelencia. Fue el primer relais chateau de la
Argentina, un lugar de alojamiento de lujo. Y yo alquilo la suite que
Ruth preparó para recibir a sus amigos de Europa.
¿De la construcción
original sólo quedan esas suites y la casa de la baronesa?
Sí, porque quisimos rescatar el antiguo edificio, del que tenemos
algunas vigas en el lobby, pero por cuestiones técnicas han cambiado
las medidas de los cuartos, de las ventanas, y no era posible acceder
a un tarifario sin garantizar el cumplimiento de esas medidas sobre todo
en cuanto a las vistas, máxime cuando está la naturaleza
por delante. No quedó otra que hacer una obra ciento por ciento
nueva, y por cierto muy importante en cuanto a inversión.
¿Tenés hijos? ¿Viven
con vos?
Martina, de 17, vive con su papá en Buenos Aires, y Francisco,
de 16, está aquí conmigo. Cuando decidí venir a hacerme
cargo de El Casco, Martina, en plena adolescencia, eligió su colegio
y sus amigas, y su hermano vino para acá.
¿Trabajás full time para El Casco
o tenés tiempo para hacer otras cosas? ¿Viajás a
Tres Arroyos?
Estoy dedicada al hotel. Por eso me gustaría ir más a Tres
Arroyos. Hace poco viajé al campo, a festejar el cumpleaños
de mi mamá, y me resultó muy corto. Mamá vive en
la ciudad, pero nosotros, criados en el campo, adoramos ese lugar y lo
extrañamos mucho. Tengo contacto con mis amigas del colegio, por
Internet, pero debería ir mucho más, porque a Tres Arroyos
y a su gente les tengo un cariño muy grande.
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La historia de El Casco
La baronesa alemana Ruth von Ellrichshausen llegó a la Argentina
en 1950. Con su marido Alfred planeó, construyó -al
estilo del hotel favorito de la familia, Cala de Volpe, en Cerdeña-,
y dirigió el hotel El Casco. En 1970, terminaron la construcción
de 20 habitaciones, luego de dos décadas de intensa labor.
La cocina de Ruth era un gran atractivo, sumado a un refinadísimo
ambiente europeo, decoración exquisita, un clima de natural
elegancia y por supuesto con el incomparable paisaje del Lago Nahuel
Huapi.
Huéspedes provenientes de todas partes del mundo, figuras
conocidas de la política, del deporte, del arte y del gran
mundo frecuentaron El Casco. "En esa generación quedó
un lindísimo recuerdo de su sello particular, y en el día
de hoy, argentinos y extranjeros lo recuerdan con mucho cariño
y retornan para conocer el nuevo El Casco", aseguró
Viviana Risso a "El Periodista".
Ubicado a quince minutos de la ciudad de Bariloche, y tras largas
temporadas de éxito, El Casco cerró sus puertas durante
siete años hasta que Ignacio Gutiérrez Zaldívar
compró la propiedad. En diciembre de 2006 se reinauguró
el hotel y Ruth conservó su casa contigua, donde hoy vive.
El proyecto de remodelación estuvo a cargo del arquitecto
Julio Coccifi, y el Ingeniero Carlos Thays, y el nuevo edificio
se construyó con una premisa clásica pero contemporánea.
Si bien lo único que se conservó del antiguo Casco
fue una escalera de caracol de madera y hierro, sus hacedores preservaron
el espíritu que le imprimieron sus antiguos dueños.
Cada una de las treinta y tres habitaciones tiene vista al lago
Nahuel Huapi que se encuentra a tan sólo 40 metros y está
decorada con obras del artista que le da nombre. Por lo cual el
huésped puede elegir entre, la Suite Fader, Bertani, Quirós
o Soldi, y esta última es la más grande (110 metros
cuadrados con terraza hacia el lago).
El restaurant de cocina Gourmet, distinguido por la Academia Argentina
de Gastronomia con el "Gran Premio Mejor Proyecto Hotelero",
ofrece exquisitos platos realizados con productos de la zona.
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