Municipalidad Tres Arroyos

notas edicion de papel

ANDREA LARRIEU LACOSTE Y SUS VIAJES PARA ENCONTRARSE CON SUS HIJAS

La sangre enlaza continentes

La familia de Raúl Atela, Andrea Larrieu Lacoste -docente, exjefa distrital de Educación en Tres Arroyos- y sus hijas se mantiene unida, a pesar del océano que los separa, a través de viajes y ricas experiencias compartidas. En esta nota de “El Periodista”, Andrea trazó una bitácora de su último recorrido por maravillosas ciudades europeas

Octubre 2023
La familia Atela – Larrieu Lacoste frente a la Fontana di Trevi

La realidad de algunos años a esta parte generó la decisión de jóvenes que se fueron de Argentina a otros lugares del mundo a estudiar, a probar suerte, a buscar mejores posibilidades. Y en este mundo globalizado cambiar de país es algo parecido a cambiar de barrio, porque las comunicaciones diarias simplifican el contacto familiar. Gracias a la tecnología podemos ver sus rostros, conversar animadamente, a pesar de que una pantalla no nos permita abrazarlos de la manera en que quisiéramos. Se extrañan, pero es parte de la vida y se tiene la tranquilidad de verlos felices porque se enriquecen con nuevas experiencias, incluso en naciones más estables que permiten el progreso personal día a día.
Entre todos esos ejemplos están quien escribe estas líneas y numerosas familias que crían para soltar, para no retener mezquinamente ante las posibilidades que se dan dentro o fuera de las fronteras y eso también es parte de un buen ejercicio de la paternidad. La vida es una elección, a veces con renuncias dolorosas, como las de los inmigrantes que llegaron a nuestro país separándose de quienes más querían y encontraron por entonces aquí un futuro promisorio. Hoy por hoy aprendimos a desarrollar con nuestros hijos otro tipo de relación en esas situaciones, con menos contacto físico, pero con mucha cercanía a través de las posibilidades que da la tecnología y seguimos tan unidos como siempre.
Andrea Larrieu Lacoste y Raúl Atela criaron a sus hijas con mucha contención y con libertad y con el concepto de educarlas para que se valieran de sí mismas, tratando siempre que más allá del apoyo del hogar tengan los elementos para decidir el mejor camino. Hoy ellas se encuentran en distintos países de Europa logrando oportunidades y buscando sus objetivos.
El matrimonio viaja anualmente para acompañarlas un tiempo, asistirlas y alentarlas en sus estudios. Andrea retornó días atrás a De la Garma, después de permanecer seis meses en el “Viejo Mundo”, acompañando a sus hijas y desarrollando otras actividades relacionadas a su superación personal. En ese lapso Raúl viajó a reunirse con su familia y volvió para cumplir con sus actividades. Con ella conversamos sobre ese medio año pleno de sensaciones distintas.
“Esta vez pude cumplir con el deseo de vivir dos primaveras y dos veranos en los dos continentes, el europeo y el nuestro, lo que me dio mucho placer. Estuve con nuestra hija mayor Emiliana, que aprovechó la pandemia para estudiar el idioma alemán y decidió irse a ese país a perfeccionarse. Se sintió cómoda y comenzó a trabajar en un territorio que brinda esas posibilidades, integrada a tres empresas de la industria automotríz. Primero en BMW, luego en Audi y actualmente en Tesla, siempre haciendo pasantías mientras continúa estudiando. Desde comienzos de septiembre está radicada en Berlín, después de vivir un tiempo en Munich. Yo tuve la oportunidad de ir a esta última ciudad, donde pude apreciar la organización, la limpieza, los parques con los que cuenta, las bicicletas que muchos usan para cuidar la calidad del aire y el hecho de poder caminar tranquilo por cualquier sector, porque el índice delictivo es mínimo. Todo eso y otros factores hacen que allí se viva de otra manera”.
El año pasado pudo ir allí dos veces y en esta oportunidad permaneció una semana. Munich, ciudad caracterizada por su feria anual de la cerveza, la famosa Oktoberfest, pero sobre todo por su arquitectura que destaca el Palacio Real y su imponente catedral. Marienplatz es una plaza medieval con edificios góticos con mucho movimiento de visitantes. Se destaca también la Maximilianstrasse, una calle comercial con casas de moda y joyerías de alto nivel, restaurantes y cafeterías. Y entre tantos parques urbanos que menciona nuestra entrevistada, el Jardín Inglés, en pleno centro con 50 mil metros cuadrados de especies verdes prolijamente cuidadas.
“Nuestra hija menor, Valentina, vive en Italia. Estuve en esta oportunidad más tiempo allí, porque residen familiares míos por parte de mi madre y era de nuestro interés gestionar la ciudadanía italiana. El año pasado la logramos Emiliana y yo, y en este viaje acompañamos a Valentina, que después de 3 años viviendo en Estados Unidos llegó a Italia para hacer el mismo trámite y cerrar ese proceso. El hecho de haber estado en el muy pequeño pueblo de mis bisabuelos nos dio la posibilidad de ejercitar también un poco el idioma”.
Tradiciones que perduran
El lugar se llama Mombasiglio, queda en la región del Piamonte y tiene unos 650 habitantes. Destaca en su paisaje el castillo del mismo nombre construido en 1602, ubicado sobre una colina que preside la postal de la región. Hay muchos alojamientos turísticos rurales, donde se agasaja a los visitantes con productos gastronómicos típicos de allí como los quesos, embutidos, fresas y las manzanas rojas de Cúneo. La geografía pasa de las ásperas cumbres del Macizo Monte Rosa, pasando por arrozales hasta llegar a llanuras agrícolas. Pero lo más interesante de todo esto es que Andrea nos habló de su familia, el modo de vida y las costumbres de la aldea.
“Es un pueblo rural con todas las tradiciones que llegan desde mucho tiempo a esta parte. La gente amasa las pastas en casa, cuida sus huertas, alimenta las vacas y la familia cumple con la costumbre de reunirse todos los domingos en una mesa larga. Esto se ve en los pequeños poblados, porque en las grandes ciudades eso ya se ha perdido. Tuve la suerte de poder vivir todo eso, muy cerquita de una familia con esas características, que laboran la tierra juntos. Nos incorporaron generosamente con mis hijas, este año estuvo mi esposo Raúl y también tuvo la oportunidad de vivir ese ambiente tan grato. Fue lo más fuerte y sentido del viaje. Mombasiglio es una comunidad muy religiosa. Entre capillas e iglesias pude sumar once. Como esa parte perteneció en un tiempo a Francia, hay un castillo que ocupó Napoleón y un centro cultural donde me dieron la oportunidad de tener en mis manos el estatuto de la fundación de la localidad, que data de 1331. El director de ese organismo, Enzo Errani, es el que lleva adelante la coordinación del Sitio Arqueológico Santandrea, que es un lugar donde ha hecho investigaciones la Universidad de Torino. Y a partir de esa estada tan agradable tuve la oportunidad de ir a Recanati a estudiar el idioma en la Dante Alighieri el año pasado. Y este año pude conocer el sur del país y estuve dos meses viviendo en Reggio Calabria, compartiendo experiencias diversas y conversando con la gente, interactuando, conociendo la cultura. Es una cosa que me gusta mucho. Continué allí estudiando el idioma, disfrutando playas muy lindas frente a mares diferentes como el Tirreno y el Jónico”.
Hablan maravillas del paisaje de Reggio Calabria, al punto de que algunos califican al lugar como “el kilómetro más bello de Italia”. ¿Es tan así ?
No me atrevo a afirmarlo, pero sí decirte que, a 10 kilómetros de allí, cruzando el estrecho está Messina, también con playas muy visitadas; a eso le sumamos lugares como Palermo, Catania, Taormina, Siracusa y otras localidades que conforman Sicilia. En realidad, yo había estado allí hace dos años y medio, pero fue muy bueno encontrarnos en el lugar con Raúl y nuestras hijas. Otro pueblo muy bonito fue Patti, en la costa occidental de la isla, con mucha historia en sus antiguas obras arquitectónicas. Palermo es una ciudad muy grande, con más de 600 mil habitantes y un patrimonio artístico que abarca todos los estilos constructivos que se han dado durante las centurias. Con las vecinas Cefalú y Monreale fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Se dice también del contraste de los sureños con los norteños. ¿Lo pudiste advertir ?
Sí. Es marcado. En el norte me sentí muy querida, aunque con toda esta gente que está en mi corazón. Tuve la oportunidad de hacer en 2022 el curso teórico de guardavidas en Savona, una ciudad que está a una media hora de Mombasiglio y este año lo completé con la parte práctica en aguas abiertas del Mar Mediterráneo. Ya tengo un certificado y mi carnet que me habilita para trabajar en Italia y toda la Unión Europea. Siempre me gustó el mar para nadar en su ámbito y el hecho de poder interiorizarme un poco más de los cuidados, me pareció muy interesante. Por otra parte, al estudiar el idioma y cursarlo allá me dio la oportunidad de interactuar más con la gente y perfeccionarlo con la práctica. Se dio entonces este año una intensa actividad con la ciudadanía de Valentina, seguir estudiando, visitar mi familia y terminar el curso de guardavidas.
¿Tuviste oportunidad de conocer el centro y norte de Italia?
El año pasado estuve en Roma, la ciudad eterna y este año otra vez, con los 4 de nuestra familia. Otras ciudades como Bolonia, Verona, Florencia, Venecia, Torino, Milano, con sectores industriales, de la moda, grandes monumentos y la diversidad de cada lugar. Es muy interesante usar el tren, porque está al alcance de la mayoría de la gente para movilizarse por toda Italia. Cuando fui a estudiar al sur tomé un servicio ferroviario desde Génova hasta Reggio Calabria viajando toda la noche y cruzando casi todo el territorio con un costo lógico.
En tu carácter de docente que llegó hasta el cargo de inspectora, ¿cómo observaste el sistema educativo y la accesibilidad?
Las posibilidades se dan para que todos puedan acceder en el nivel secundario con una especialidad. Entonces terminan con una orientación y pueden insertarse en el mundo laboral, lo que también se da en la gente del pueblo que no llega a estudios universitarios. Todos tienen su trabajo y no es un problema la desocupación. No hay sueldos tan altos como en Alemania, pero el costo de vida es más bajo. Tienen su puesto laboral, su auto y la posibilidad de vacaciones.
¿Cómo viste el perfil del italiano?
Son abiertos y con la postura de colaborar con quien lo necesita. En el pueblo siempre vi ese sentir y lo mismo me pasó cuando hice el curso de guardavidas donde me sentí muy incluida, porque era la única extranjera y además mayor que todos los jóvenes que son los que más abundan en esa formación. En el territorio por ahí la diferencia la da el clima. En el norte es más frío y de montaña. En el sur es cálido y se ve reflejado en la idiosincrasia de las familias que se juntan afuera. Fuimos a toda la Puglia, a Alberobello y a Bari, donde la gente se une al costado del mar comiendo una pizza y hablando en voz alta, lo que los caracteriza.
¿Otros lugares en Europa?
Estuvimos también en Francia, donde está el ícono de París, que no conocía y me pareció muy bello en todo sentido, con los lugares que uno imaginaba de leerlos o verlos en películas. Allí encontré diferencias con los italianos porque los franceses son un poco más distantes y eso que yo tengo descendencia por mi apellido paterno, pero los noté como que son un poco más fríos y marcan más sus espacios. Yo también tengo familiares en el país, pero no los he visitado porque siento más influencia por mi rama italiana. También el idioma es más complejo, pero París es una ciudad para volver. Además, tuve la posibilidad de estar en Budapest donde fui acompañando a una amiga argentina que quería conocer esa capital de Hungría donde había vivido su abuelo. Me encontré con una historia muy fuerte por los desastres de la Segunda Guerra mundial, y si bien afortunadamente la ciudad no fue bombardeada, vi los testimonios de la muerte de muchos judíos arrojados al Danubio, recordados en el Monumento de los Zapatos. En la parte de Pest está el barrio donde murieron también muchas personas. Tienen casi 2 millones de habitantes y hay entre otras cosas para admirar el magnífico edificio del Parlamento y una serie de basílicas monumentales. Me impresionó muy bien la ciudad de Praga, bellísima capital de Chequia, muy cuidada, dividida por el Rio Moldava y con un centro histórico que impresiona por sus edificios antiguos y el famoso Reloj Astronómico. También allí es muy visitado el Puente de Carlos y el Castillo que domina el paisaje, que es la residencia oficial del presidente de la república. Después y siempre en este año estuvimos en Viena con la oportunidad de estar con el tresarroyense Ramiro García que con su amigo se constituyeron en nuestros muy atentos anfitriones. Siguiendo el viaje llegamos a Munich, donde vivió hasta hace poco mi hija y mientras ella trabajaba yo hacía excursiones en español. En una de ellas recorrí la ciudad y todos sus sitios interesantes y en otra la zona nazi que es muy cuidada. Pero me interesó mucho eso y al día siguiente me fui al campo de concentración de Dachau, ubicado a 13 kilómetros, construido en 1933. La entrada es gratuita porque no quieren lucrar con ese lugar histórico y la experiencia de la visita es muy fuerte. Como estuve un tiempo en Alemania, considero que es un país ordenado donde se respetan las reglas, hay medios de traslado muy buenos, pulmones verdes, muchas bicicletas y autos eléctricos que son cada vez más, por el concepto que tienen con el medio ambiente.
Así viven los Atela, movilizados permanentemente pero muy unidos. “Lo bueno es que nuestras hijas están muy bien y agradezco a mi esposo, que aprueba que en mi condición de mamá quiera acompañarlas y por su apertura para que todo esto sea posible. El también estuvo en 2022 y 2023. Me encantaría seguir viajando, perfeccionar idiomas, conocer culturas y seguir enhebrando esta grata historia familiar”.
Una grata pintura familiar que construye progreso, disfruta los afectos y dentro de las posibilidades siempre está con el pensamiento en el próximo avión para abrazarse, cualquiera sea el territorio.

Raúl, Andrea y sus hijas Emiliana y Valentina; a sus espaldas, el Coliseo de Roma

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Andrea Larrieu Lacoste y un símbolo de París, la Torre Eiffel

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En busca de seguir superándose, Andrea hizo el curso de guardavidas en Savona, Italia, y se probó en el Mediterráneo

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