Municipalidad Tres Arroyos

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LA TRESARROYENSE ELENA DI ROCCO Y SU EMPRENDIMIENTO PRODUCTIVO “LAVANDAS ARGENTINAS”

La flor de la vida

Pensó en un campo de lavandas como opción de vida ante un difícil momento personal. Y así nació “Lavandas argentinas”, que incluye elaboración de productos artesanales y, desde diciembre 2018, aceite esencial. Su propietaria, Elena Di Rocco, accedió a una charla íntima con “El Periodista” y reveló secretos de esta iniciativa inédita en Tres Arroyos. Exclusivo

Diciembre 2018
“Hoy tenemos unas 500 plantas y estamos armando una plantación paralela, porque cada una tiene una vida útil y productiva de unos 12 años como máximo”, explica Elena Di Rocco

“Hoy tenemos unas 500 plantas y estamos armando una plantación paralela, porque cada una tiene una vida útil y productiva de unos 12 años como máximo”, explica Elena Di Rocco

“Encontré que la lavanda tiene que ver con la resiliencia”, dice Elena, y sus ojos brillan como lo harán durante la charla, varias veces, hasta humedecerse. Ser resiliente es, justamente, tener la capacidad de afrontar las crisis o situaciones traumáticas y salir fortalecidos de ellas. La extrema pérdida de quien fuera su marido y el hijo de ambos, en un accidente aéreo, puso a Elena frente al desafío de rearmarse, y encontró en la producción de esa flor delicada y resistente (también una metáfora de cómo se la ve a ella misma) la forma de desandar otro camino. Así nació “Lavandas Argentinas”, un emprendimiento productivo que comenzó con la siembra de las plantas y con el tiempo fue incluyendo, primero, productos con la flor y sus aromas como protagonistas y, en el futuro próximo, la obtención de aceite.
Elena es productora agropecuaria desde siempre, sus padres son agricultores y siempre estuvo ligada al campo. “Busqué un cultivo que fuera apropiado para una mujer, para poder trabajar yo misma. Me incliné por las aromáticas, y fue la lavanda, que ofrece otras lecturas, la que más me atrajo. Por su color, porque me la imaginaba en cierto lugar del campo”, cuenta. El proyecto productivo comenzó hace 5 años, un 1° de mayo, “en coincidencia con el día del Trabajador”, evoca.
Y allí comienzan a aflorar las emociones. “Uno trata de conectarse con la vida, y así surgen estas cosas. Ese 1° de mayo puse la primera plantita”, recuerda. Las lavandas que eligió, que se dan bien en esta zona y no parecen requerir condiciones especiales, fueron plantadas entonces en un lugar alto del campo de su familia, en la zona conocida como “Las Tres Lagunas”, en San Mayol. “Este es un lugar que no se aprovecha para cultivo, se conoce comúnmente como toscal, es una zona no útil para la producción agrícola y por eso pensé en plantar allí y ver qué sucedía. La lavanda no requiere de suelos especialmente ricos, es bastante rústica, y los primeros cultivos anduvieron bien”, cuenta.
Aquellos primeros pasos para “Lavandas Argentinas” se materializaron en unas 100 plantas, que por los primeros dos años se desarrollaron sin inconvenientes hasta que apareció la primera sequía. “No sabía mucho de la especie; lo cierto es que había investigado por mi cuenta, en Internet lo que hay es poco y mayormente en francés, porque la cuna de la lavanda es la Provenza, y en ese momento se puso difícil, aunque fuimos viendo qué pasaba en el proceso”, admite.
Hasta ese momento, el proyecto no había cobrado la forma aún de un emprendimiento monetizable, porque básicamente, reconoce Elena, ella había pensado en un gran campo de lavandas como los que viera en alguna foto pero no tenía diseñada la faz comercial. “Pero cuando empecé a ver la cantidad que tenía, me pregunté entonces qué iba a hacer con esto”, recuerda, ahora con una sonrisa. Así se convirtió aquel campo en esta iniciativa de “Lavandas Argentinas”.

Desde la semilla
Las lavandas que forman parte del emprendimiento no son las que se ven usualmente en un jardín; las duplican en altura y las plantas también exhiben varias diferencias. Se cosechan una vez al año, en diciembre, a mano y en ramilletes, que luego se cuelgan para secar. Para comenzar con el cultivo, que hoy asciende a algo menos de una hectárea, Elena consiguió buenas semillas en Sierra de la Ventana, donde hay cultivares de esta aromática que siempre ha acompañado nuestra infancia desde las bolsitas en los cajones de ropa blanca o debajo de las almohadas, y los ramilletes violáceos en los floreros de la casa. “Pero una vez que logramos buenas plantas comenzamos a hacer el resto nosotros, ya no de semillas sino de esquejes, es decir, de los tallos”, describe Elena, que en aquel momento, según confiesa, “no pensaba dónde íbamos a llegar”. Y usa el plural porque en el emprendimiento la acompañan su hija, su mamá y su compañero Lucas, que colaboran en todas las etapas del proceso.
“Empecé sola pero una vez que esto crece, necesita más gente. Es cierto que son plantas que no necesitan riego, el registro anual de lluvias les resulta suficiente, y si bien no requieren cuidados, hay que vigilar que no avance la gramilla y otras malezas. Son bastante rústicas, es verdad, pero cuando las ataca un hongo, en épocas de mucha lluvia, o alguna otra enfermedad, se mueren. Y las plantas de lavanda que se enferman se queman, se sacan de la plantación porque además nosotros cultivamos de manera orgánica, no utilizamos ningún fitosanitario, y mientras pueda mantenerlas así, seguiremos de esta manera”, explica.

Los productos
Con el paso del tiempo y el crecimiento del campo, a Elena comenzaron a preguntarle qué hacía, y definirse únicamente como productora de lavandas abría la puerta a la consulta de sus interlocutores. “Me preguntaban ¿vendés las flores?, entonces empecé a venderlas a conocidos, después me hice un Facebook, me diseñaron una página web y se abrieron posibilidades afuera. Incluso me hablaron de exportar, pero la verdad es que con todo no puedo…La lavanda tiene un buen precio; en aquella primera instancia vendía los ramos de flores, pero como no era tanta la cantidad que cosechaba, empecé a pensar en el valor agregado”, explica.
Fue entonces cuando aparecieron los primeros productos, básicamente las almohadillas y perfumeros. “¡Pasó que gustaban más las almohadillas que las flores! –admite-. Entonces fuimos mechando un poquito de cada cosa, aunque me quiero concentrar en vender flores, y en producir aceite”, cuenta Elena.
Este producto ingresará este año en la etapa de prueba, ya que “Lavandas Argentinas” lo obtendrá por primera vez buscando testear cómo funciona. Publicaciones especializadas aseguran que las más antiguas civilizaciones ya utilizaban esta planta a través de distintos procedimientos para aprovechar sus muchas propiedades terapéuticas y su magnífica fragancia en perfumes y productos de cosmética. De hecho, la aromaterapia moderna se definió como tal gracias a la lavanda, cuando un químico francés llamado Rene Maurice Gattefossé se quemó la mano y utilizó este aceite esencial para recuperarse, con un resultado tan sorprendente que a partir de entonces toda su vida se centró en el estudio terapéutico de los aceites esenciales. Se le atribuyen al aceite propiedades sedantes, antisépticas, antiespasmódicas y regeneradoras en quemaduras y heridas leves.
“Se elabora por destilación, por el método de arrastre de vapor. Se puede producir de manera doméstica, con un destilador de vidrio, y así lo haremos. La producción de aceite demanda mucha cantidad de flores, y tiene un buen valor de mercado. Se usa en perfumería, cosmética, y como es puro, sus usos pueden llegar a ser hasta comestibles”, asegura Elena. El aceite se produce en Argentina en muy pocas cantidades, casi la totalidad de lo que circula en el país se importa a costos muy altos, y la demanda que existe es importante así que esto torna aún más interesante al emprendimiento.
“Hoy tenemos unas 500 plantas y estamos armando una plantación paralela, porque cada una tiene una vida útil y productiva de unos 12 años como máximo. Y recién más o menos a los cuatro años de colocado, el plantín se vuelve bien productivo”, explica Di Rocco, que elabora también de manera artesanal las almohadillas y perfumeros, por lo que reconoce tener “un límite a la hora de contar con productos, porque todo el proceso lleva su trabajo”.
La demanda de “Lavandas Argentinas” en el aspecto comercial abarca todo el país, y ha saltado el charco. “He vendido por todos lados e incluso mis productos llegaron hasta Italia, a través de gente que los ha llevado. Y sus usos son muchos, así que estamos esperando qué va a pasar con el aceite”, señala Elena, que se siente “más que satisfecha con los logros que hemos tenido hasta ahora. Y creo que pensar en algo más grande, más importante a nivel de superficie de cultivo y producción, nos haría perder el cuidado que nos permite tener esta escala, en la que todo está supervisado 500 veces. Perderíamos lo orgánico, ese cuidado que podemos darle hoy, esa cosa que uno le pone a esta forma de trabajar, el desgrane a mano, y lo limpia que es esta lavanda, a la que hemos comparado con la que vimos en Francia, cuando estuvimos, y ¡es mejor!”, asegura Elena.
“Hoy me interesa producir la materia prima, flores y aceite, y que otros piensen qué hacer con ellas”, dice, y asegura que está feliz, aunque se vuelve a conmover. Delicada y resistente, como una flor de lavanda.

PARA SABER MAS

Qué es “Lavandas Argentinas”

- Un emprendimiento familiar dedicado al cultivo y a la confección de productos artesanales a base de lavanda.
.- Las propiedades naturales de la lavanda son: analgésicas, antisépticas, cicatrizantes, antiinflamatorias, antiespasmódicas, expectorantes, antirreumáticas, parasíticas, colagogas e hipotensoras. También es repelente de insectos. Se han encontrado otras propiedades como antidepresivas, sedantes, calmantes con efecto antiestresante y equilibrante.
.- La plantación, productos y características del emprendimiento se pueden conocer a través de web: http://lavandasargentinas.com.ar/ - Facebook: Lavandas Argentinas

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El emprendimiento está ubicado en un campo de San Mayol, en una zona alta, y según indicó Elena, las lavandas no tienen grandes exigencias en cuanto a suelo y riego

Las lavandas se cosechan una vez al año, en diciembre, a mano y en ramilletes, que luego se cuelgan para secar

Elena Di Rocco comercializa flores y productos artesanales con lavanda, como almohadillas y perfumeros

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