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Cómo es la vida de un argentino en Malvinas, según Sebastián Soccodo, uno de los seis convecinos que habitan en el lejano y mítico archipiélago del Atlántico Sur

¿Cuánto tiempo llevás en Malvinas, Sebastián? ¿De qué manera llegaste?
Nací en Solano, partido de Quilmes, provincia de Buenos Aires. Vivo en las islas desde julio de 2001, llevo más de 9 años en Puerto Stanley. Llegué aquí buscando un futuro mejor para mi familia, mi señora y mi hija (que en ese entonces tenía un año) quizás un poco empujado por la situación económica, ya que transitábamos una época de plena crisis en Argentina.

No todo el mundo elige este destino, ¿que te llevó a pensar en él?
Mi señora es nativa de las islas, de ahí entonces la posibilidad de vivir en Malvinas. Por supuesto que el hecho de estar casado con una persona de aquí me facilitó la entrada. La conocí en el secundario, yo iba a cuarto año y ella a quinto en la Escuela Técnica Nº 3 de Claypole; comenzamos a salir, fuimos novios, nos juntamos, luego llegó el casamiento y al poco tiempo nació nuestra hija. Mi esposa dejó Malvinas cuando tenía tres años, tras la guerra. Su padre era argentino y la madre isleña. Cuando se desató el conflicto, el jefe de familia decidió trasladarse con toda su gente a Buenos Aires, donde mi actual mujer creció y estudió. Y respecto a porqué decidimos este destino, quizás en ese momento era nuestra única opción. Años antes, mi cuñado había llegado también a este lugar y le fue bien, por eso pensamos en que sea aquí. En ese entonces representaba la única oportunidad clara de mejorar, y la tomamos; se dio en la isla, pero tranquilamente pudo ser en otro lado.

¿Cuántos argentinos viven actualmente en Puerto Stanley?
De acuerdo al último censo realizado en 2006, se calculaba que 29 argentinos vivían en las islas, pero yo imagino que en ese número se contaban a aquellos nativos de nuestro país nacidos antes de la guerra, que por lo tanto serían isleños. Que yo conozca, hay seis argentinos

¿Qué hiciste cuando llegaste aquí? ¿Cuál fue tu primera impresión?
La primera impresión fue el frío (risas) ya que llegué en julio. Había mucha nieve, contrastante notoriamente con el clima de lluvia y humedad que se vive a diario en Buenos Aires. Nunca me olvido de esas sensaciones. Una vez instalados en la casa de nuestros familiares (que nos brindaron una habitación para que nos acomodáramos y comenzáramos a buscar trabajo) al mes y medio conseguí una posibilidad laboral en una granja de Puerto Stanley, como empleado rural o peón. Mi señora por ese entonces también accedió a trabajar en una pequeña cadena de supermercados que existe en las islas. A partir de entonces pudimos empezar a relacionarnos con la gente del lugar, adaptarnos los tres a otro idioma, otras costumbres. No dominaba particularmente el inglés, así que tuve que aprender aquí, no sabía prácticamente nada. Pero con el correr del tiempo y los diferentes trabajos fui aprendiendo. Lo mismo le pasó a mi mujer: si bien ella nació acá, cuando se fue tenía apenas tres años. De esta forma, paulatinamente, aprendimos cómo era convivir en las islas

¿Dónde trabajás actualmente?
Actualmente mi puesto laboral está en la Municipalidad, desde hace unos cinco años, como asistente de capataz; es un trabajo con una cierta responsabilidad, pero me siento a gusto. Básicamente en la dependencia que integro nos ocupamos del mantenimiento de los espacios públicos. Entre otras cosas también me toca realizar tareas de conservación en el Cementerio Argentino en Darwin, que está a cargo de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas. Con ellos es mi trato en todo lo que tiene que ver con el buen estado de ese sector. Mi actividad principal, en resumen, pasa por procurar que esté todo limpio, arreglado, que las propiedades del gobierno se mantengan en condiciones.

¿Tenías algún tipo de miedo, cuando llegaste, de que tu condición de argentino pudiera presentar algún obstáculo o condicionante?
En realidad, cuando llegamos a las islas mi mente estaba más enfocada en buscar un futuro mejor para nosotros antes que en lo que pudiera pensar la gente acerca de mí por el hecho de ser argentino. Si bien lo tenía en cuenta, nunca le di mucha importancia. Hubo más de uno que me advirtió acerca de hablar con tal o cual persona, porque no le gustaban los argentinos, y quizás hoy con algunos de ellos compartimos una charla o hasta una cerveza. Desde mi experiencia, nunca tuve problemas con nadie, siempre fui aceptado en todos lados. De hecho, trabajo en un lugar como la Municipalidad y allí jamás se presentaron inconvenientes.

Se puede decir que actualmente sos una suerte de receptor de veteranos de guerra argentinos que llegan a las islas, ya que coordinás viajes de ex combatientes…
Es una actividad algo reciente. Comencé a trabajar con los ex combatientes hace dos o tres años, no sólo con ellos sino también con toda la gente de habla hispana que viene a visitar las islas. La idea apunta a brindarles algún tipo de apoyo o ayuda en el caso de que no manejen el inglés correctamente; si alguien necesita una mano, acá estoy. Pero mi relación con veteranos de Malvinas es fluida, conozco muchísimos y por lo comentarios que escucho están encantados de poder tener una referencia aquí. Me toca a mí porque quizás me expuse a ellos, pero podría haber sido cualquier otra persona.

¿Cómo es vivir en Malvinas? ¿De qué manera transcurre un día en tu vida y la de tu familia?
En casa, nosotros normalmente nos levantamos entre seis y seis media de la mañana, desayunamos, despertamos a los chicos (en la isla nació su segundo hijo, varón, de seis años). Los dos trabajamos desde las 8.30 de la mañana hasta las 16.30, y los niños tienen sus actividades escolares desde las 9 y hasta las 15.30, con una hora de intermedio para comer. Lo que solemos hacer es dejarlos en la guardería aproximadamente a las 8, y una vez allí se ocupan de trasladarlos al colegio. Al mediodía los paso a buscar y almorzamos todos juntos; por la tarde se repite más o menos la misma situación. Cuando termino mi labor recojo a mis hijos de la escuela, a mi señora de su trabajo, y retornamos a casa. Luego hacemos la tarea con ellos o vamos a la pileta, y tras esto nos dedicamos a armar la cena. Esa es, a grandes rasgos, nuestra rutina de todos los días aquí. Una vida normal.

Hablemos de ingresos y egresos económicos, Sebastián. ¿Cierran los números personales?
Nosotros alquilamos una vivienda que pertenece al gobierno de las islas y pagamos una renta que más o menos ronda las quinientas libras; traducido a moneda argentina, unos tres mil doscientos pesos. Aparte de eso, como gastos notorios de la casa tenemos el de la calefacción. Aquí las calderas funcionan a kerosene, y en ese aspecto el combustible representa una erogación de unas doscientos cincuenta libras por mes. En eso nada más sumamos unas mil por mes (siete mil pesos más o menos), y un sueldo promedio es de mil doscientas, o sea que en cubrir estos gastos se va prácticamente mi ingreso laboral. Por tal motivo, en una familia normalmente tienen que trabajar el hombre y la mujer a la par. Mi esposa, aparte de su tarea normal de lunes a viernes, cumple funciones de seguridad los sábados y en mi caso además del desempeño en la Municipalidad tengo el mantenimiento del Cementerio, el trabajo con los turistas, porque la vida aquí es bastante cara. De cualquier manera estamos tranquilos, y contamos con la ventaja de que cuestiones como la salud o la educación son gratuitas. Inclusive si el problema en cuanto a cuestiones sanitarias requiere de una mayor complejidad, se derivan los casos hacia Chile o bien a Gran Bretaña , con la mayor parte de los gastos pagos.

¿Qué pasa con aspectos como la seguridad o el empleo, temas tan recurrentes para los argentinos?
Para muestra puedo decir que generalmente dejo la llave del auto puesta en el vehículo. Acá no hay inconvenientes, todavía se confía bastante en la gente, nadie te va a sacar nada. En realidad el crimen no existe. En cuanto al empleo, con este tema de la posibilidad de encontrar petróleo o del turismo hay trabajo. Para el que quiere, existen posibilidades laborales.

¿Por qué las primeras minorías son chilenos, santhelenos, filipinos y no argentinos?
La verdad es que se busca mano de obra barata. No lo digo en el mal sentido, pero se da el hecho de que una persona que por allí en Chile vive con trescientas libras al mes, viene aquí y cobra mil. Lo mismo quizás haya pasado con la gente de Santa Helena u otros países. Ellos también se metieron; creo que si algún argentino viniera a buscar trabajo aquí, sería tratado como cualquier otro.

¿Se requiere algún tipo de visa temporaria o admisión?
Se necesita en principio un contrato de trabajo. Sin eso no se puede entrar, pero lo mismo ocurre en cualquier otra parte del mundo.

¿Tenés planes de comprar o construir una casa?
Hace unos meses tuvimos acceso a un terreno a través de un plan que impulsa y subsidia el gobierno, y salimos adjudicados. Por eso ahora nuestro proyecto familiar para el 2011 es la casa propia; el sueño está cada vez más palpable. En Puerto Stanley una parcela vale aproximadamente unas 20 mi libras (ciento cuarenta mil pesos), ese dinero nos costó a nosotros, como decía, con subsidio del gobierno. En forma particular es probable que se incremente un poco más. En cuanto a la construcción de la casa, hemos pensado en una vivienda de cuatro habitaciones, con todas las comodidades, con un valor aproximado de gasto de unas cien mil libras (setecientos mil pesos). Pagamos un depósito del diez por ciento durante el primer año, el segundo otro tanto, y el resto después, en el tercero. Los créditos hipotecarios se otorgan a veinte o veinticinco años a través del banco local. De esa manera la financiamos.

¿Qué tan presente está en la gente hoy, a veintiocho años, la guerra de Malvinas?
Creo que quizás en las fechas importantes afloran los sentimientos, al fin y al cabo la guerra no pasó hace tanto. Es un tema cotidiano. En el trabajo por allí se comienza hablando de una determinada cuestión y por ahí aparece el recuerdo de la contienda.

¿Qué te contaron de lo que pasó? ¿Qué versión tienen los isleños de los hechos?
Lo que por allí me ha sorprendido es que si bien ellos se sintieron invadidos por los argentinos y estaban en guerra, tuvieron actos de humanidad increíbles, como por ejemplo dar de comer a un soldado, o bañarlo, asistir a esa gente que debería ser tu “enemigo”. De humano a humano, les brindaron una mano a muchachos nuestros que la estaban pasando mal.

¿Hacia dónde va la soberanía de Malvinas según lo que escuchás, o lo que piensa la comunidad de las islas?
Respecto al tema de la soberanía no tengo en claro qué va pasar, sí sé que la gente de aquí quiere ser independiente, hoy en día permanecen bajo ese “ paraguas británico “ más que nada por una cuestión de seguridad, pero sin lugar a dudas no desean depender de ninguna de las dos naciones.

¿Económicamente los números le dan a las islas para aspirar a eso?
Exactamente. Los números cierran, la única cuestión a dirimir es la de la seguridad, y por la que se mantienen con Gran Bretaña como “madre”.

Si estás pensando en construir la casa propia, evidentemente tu futuro está aquí. En ese contexto, ¿qué extrañás de Argentina?
De Argentina extraño quizás compartir un asado con la familia, el contacto con mis seres queridos. Generalmente vamos una vez por año a visitarlos, y si no se puede viajar traemos a alguno de ellos aquí para que conozcan el lugar. De paso sirve para que entiendan el porqué de nuestra vida en Malvinas, porqué dejamos las raíces y porqué decidimos establecernos.