EMMA RISSO ANDERSEN, AZAFATA EN DINAMARCA
Con vuelo propio
A los 19 años, la tresarroyense se desempeña como azafata en una línea aérea dinamarquesa que hace vuelos charter y recorre buena parte de Europa. Tomó la decisión de radicarse en ese país por su historia familiar, con el danés muy presente, y hoy disfruta de días en pleno movimiento. “Este era mi sueño”, dijo a “El Periodista” desde Copenhague
Poco después de terminar el secundario y con una envidiable determinación, Emma Risso Andersen se propuso cumplir con una aspiración que combinaba el deseo de mudarse fuera del país con la idea de vivir viajando. No esperaba que ese sueño se materializaría en su actual trabajo como azafata, pero naturalmente se dio eso que tanto anhelaba y lo está disfrutando. El plus, además, viene con algo de historia familiar de por medio, porque hoy vive en Dinamarca -el danés está muy presente en su vida desde siempre- así que la cuenta es redonda en el presente de esta joven tresarroyense.
“Estoy trabajando como azafata en una empresa chiquita danesa, que realiza mayoritariamente vuelos chárter. Se trata de una firma que vende paquetes de viaje, que incluyen el aéreo también. Y además hacemos vuelos de los que se llaman ad hoc, a requerimiento de otras empresas”, contó Emma a “El Periodista” desde Copenhague, donde reside.
Eligió Dinamarca como destino en enero de 2022, y su primer trabajo, recomendado por una prima que también había incursionado en esa actividad, fue como au pair (N. de la R.: jóvenes que viven en residencias familiares extranjeras y que se ocupan del cuidado de los niños). “Empecé a trabajar en lo de esa familia, también aquí en Copenhague, y lo hice durante casi un año. Lo hice de manera independiente, porque fue mi prima la que me hizo el contacto con ellos”, relató.
“Tenía dos chicos en edad escolar, con turno completo, así que mi tarea era prepararlos a la mañana y después tenía todo el día libre; o bien por la tarde los iba a buscar y pasaba tiempo con ellos; vivía en la casa de esta familia”, completó.
¿Qué manejabas respecto del idioma cuando recién fuiste? ¿Cómo fue la adaptación?
En realidad, mi mamá siempre habló danés conmigo, y con mi familia, porque mi abuela es danesa, así que el danés yo lo tenía, o sea, lo escuché toda mi vida. No hablaba tanto cuando estaba en Argentina, pero cuando llegué acá pude hablarlo tranquilamente, mantener una conversación. Y obviamente inglés, porque fui a clases de inglés en Tres Arroyos también. Y español, claro. Además empecé, cuando llegué acá, clases de danés.
¿Y el trabajo de au pair lo hiciste en danés?
Fue una mezcla, porque los padres no eran de Dinamarca, entonces con ellos hablaba inglés, pero con los chicos hablaba danés porque ellos iban a escuela danesa.
¿Cómo se produce el cambio de ese trabajo a este que estás haciendo ahora?
Dejé de trabajar porque quería ir a Argentina de vacaciones, y siempre había sido mi sueño trabajar de azafata. Por eso me propuse desde el 2023 intentar conseguir el trabajo.
Entonces cuando me voy a Argentina, aplico para un trabajo de azafata y estando allá me llaman diciéndome que estaban interesados, que tenía que ir a una entrevista. Así que cuando volví de vacaciones fui a la entrevista y me dijeron que podía empezar en abril del 2023.
¿Cómo fue el proceso de selección? Está instalado desde otros tiempos que hay muchas exigencias desde el punto de vista físico, la preparación en idiomas y demás. ¿Cómo es ahora? ¿Cuánto cambió eso?
Yo creo que depende mucho de la empresa. Sigue habiendo empresas muy exigentes, pero no fue tan así donde yo estoy trabajando. Obviamente requerían un idioma escandinavo, que podía ser danés, noruego, sueco o finlandés. Después requerían un mínimo de altura, pero es un mínimo de 160 cm, que está bastante bien. Y buenas condiciones físicas, o sea que no estés en sobrepeso, por ejemplo, que estés activo.
Y algunos detalles más, como por ejemplo los tatuajes. Te pueden decir que no por esa razón, o si no se ven cuando tenés el uniforme no pasa nada. Y si se ven, se evalúa qué tipo de tatuajes son.
En el aire
Desde hace algo más de un año, buena parte de la vida de Emma transcurre surcando el cielo europeo. “Mi trabajo consiste en la seguridad de los pasajeros, pero eso es lo que hacemos un 10 % del tiempo, porque el 90 % del tiempo es el servicio que brindamos. Así que por lo general entramos una hora antes de la salida del vuelo. Ahí hablamos con toda la tripulación de lo que tenemos en el día, cuántos pasajeros, por ejemplo; el capitán dice si va a ver turbulencias, horario de vuelo, entre otros datos. Después empezamos a preparar la cabina, hacemos un chequeo de seguridad que consiste en comprobar todo el equipamiento que tenemos, o sea lo que necesitaríamos en caso de emergencia; y una vez que estamos en el aire, ahí empezamos con el servicio. Y por lo general es primero dar la comida, dar bebida, también tenemos productos del free shop tax free que podemos vender, y tarjetas como una especie de raspaditas, con las que los pasajeros pueden ganar dinero o premios. Finalmente, cuando los pasajeros llegan a destino, por lo general vienen nuevos y volvemos al lugar de partida”, describió Emma.
Dinamarca no es un territorio muy grande, con lo cual los vuelos no son muy largos, ¿verdad?
No, tal cual. Pero además hacemos vuelos internacionales, pero no muy largos, la mayoría dentro de Europa. De tres, cuatro horas. Y en invierno viajamos a las Islas Canarias, que ahí ya pueden ser seis o siete horas.
Así que has conocido prácticamente toda Europa…
Bueno, ese es el tema, muchos piensan que las azafatas nos conocemos todo, pero no es tan así, porque en el verano solo vamos y volvemos, no nos quedamos en los destinos que llevamos a los pasajeros. Entonces no conozco mucho, pero en el invierno sí, ahí sí nos quedamos en las islas Canarias porque no nos da el tiempo para volver. Conozco entonces las Canarias, bastante de Suecia, Finlandia, que es donde tenemos nuestras bases también, y casi todo Noruega también, lugares que yo no conocía así que para mí es todo nuevo.
Muy diferente en todo a nuestra forma de vida, ¿no es cierto? Especialmente por el contraste entre la luz y la oscuridad…
Totalmente. Creo que eso es una de las cosas más difíciles que viví cuando me mudé, que en invierno, o sea, se oscurecía a las 2 o 3 de la tarde, y el sol no salía hasta las ocho. Pero en el verano, al contrario, se oscurecía a las 12 de la noche y a las 2 o 3 de la mañana volvía a salir el sol.
¿Cómo te adaptas a esa situación?
Un poco porque no queda otra, pero a veces es contraproducente para el trabajo, porque si te tenés que levantar muy temprano, hay que acostarse muy temprano también, y usar buenas cortinas que tapen toda la luz. Y el invierno es duro… No obstante, puedo decir que mi trabajo me ayudó, porque vamos mucho a destinos soleados y como nos quedamos allá un día o dos, aprovechás al máximo el sol.
En movimiento
Como muchos otros trabajadores y estudiantes, no solo extranjeros sino también locales, Emma vive con otros dos jóvenes en un departamento compartido en el cual cada uno renta una habitación. “Es una ciudad muy cara, que tiene muy poca disponibilidad de departamentos, entonces hay mucha gente que alquila un departamento grande y subalquila las habitaciones”, indicó.
Buena parte de su tiempo lo destina al trabajo, que de alguna manera la obliga a estar siempre en movimiento. “Por lo general son cuatro o cinco días a la semana que tengo trabajo. Pero puede variar, puede ser un viaje volando, o bien standby, que es cuando estamos a disposición para que nos llamen, o bien un viaje en tren o en avión a otro destino para trabajar desde otro país”, contó.
¿Se parece a lo que querías?
Sí, siempre fue mi sueño, pero jamás supe mucho de la carrera. Hay muchas cosas que yo por lo menos no sabía qué hacían las azafatas, o que hacemos. Pero me encanta el trabajo, estoy muy contenta. En el verano fue bastante duro porque es mucho trabajo, pocos días de descanso, pero sí, sin duda es lo que quería. Es totalmente diferente a otro trabajo, sobre todo porque no es de lunes a viernes de 7 a 15, puede ser que tenga libre un martes y un miércoles, o por allí un fin de semana, siempre varía mucho. Por la misma razón no podemos organizarnos para hacer una actividad medianamente continua en el tiempo libre, si bien siempre recibimos el esquema de vuelos del mes unos 15 días antes, así que sabemos cuándo tenemos días libres y cuándo trabajamos, y eso ayuda bastante.
¿Qué hacés en ese poco tiempo libre? ¿Salís, hiciste amigos?
Aprovecho a limpiar el departamento, lavar ropa y descansar un poco. Pude hacer algunos amigos, también tengo algunas primos acá a los que veo de vez en cuando. Paso tiempo con ellos cuando pueden, porque como la mayoría de la gente trabaja de lunes a viernes y yo capaz que tengo libre justo en la semana; y salgo a caminar, recorro la ciudad, y como vivo muy cerca de la playa, entonces también disfruto de la playa y del mar.
¿Cómo es la playa allá? ¿Extrañas la costa nuestra?
Es mucho menos el tiempo que tenés lindo. En Argentina tenemos dos o tres meses para ir a la playa, acá con suerte uno, el agua es más fría, pero el sol pega igual, hace calor, así que yo lo disfruto. capaces dos o tres meses de tiempo lindo para ir a la playa, y acá con suerte es un mes. Creo que lo que más se extraña es el hecho de que haya tanta gente, que puedas bajar con el auto y armar campamento con gazebo y todo, mientras que acá vamos con un bolsito y nada más porque no tienen esa cultura de pasar horas y horas en la playa como nosotros.
¿Y cómo te manejas con la comida, por ejemplo, con las cosas cotidianas?
A veces cuando tengo poco tiempo libre me da fiaca cocinar, aunque me encanta, y tampoco quiero que me quede comida en la heladera cuando me voy. Todo se compra en el super, casi no hay verdulerías y carnicerías. Y en cuanto a platos típicos, ahora estoy comiendo muchos sándwiches abiertos en pan negro -acá se consume mucho ese pan- . porque son fáciles de armar con cosas que tenés en la heladera y ya son una comida. Y por supuesto nunca falta dulce de leche en casa, comprado acá -que no es igual- o traído por las visitas familiares.
No es común irse sola tan joven, a un país lejano y diferente. ¿Por qué tomaste la decisión?
Yo creo que porque siempre fue parte de mi Dinamarca, siempre se habló danés en casa y siempre tuvimos muchas costumbres danesas. Y más allá de eso, que es lindo, quería también vivir lo que era Dinamarca, no solo las costumbres. Mis dos papás vivieron en Dinamarca y siempre contaron muy buenas anécdotas y los amigos que se hicieron aquí siguen siendo sus amigos de ahora. Y como no sabía qué quería estudiar cuando terminé la secundaria dije bueno, probamos esto. También sentí que si no lo hacía en ese momento, después por alguna u otra cosa podía no darse la oportunidad. Fue la decisión de vivir la experiencia, probar algo diferente, algo nuevo.
El futuro
Más allá de que disfruta sin duda de esta experiencia, no se infiere de las palabras de Emma -y mucho menos de sus jóvenes 19 años- que tenga planeado seguir con esta ajetreada rutina en el futuro. De hecho, aunque su trabajo le encanta, no está en sus planes quedarse a vivir en Dinamarca, al menos no se vislumbra en ese lugar en unos años. “Quizá estudie algo relacionado con esto, que me gusta, pero no sé si me quedaría. En su momento me preguntaron, porque acá es muy usual terminar la secundaria y hacer un año de azafata antes de empezar a estudiar una carrera, cuánto tiempo pensaba quedarme. Esta empresa hace vuelos cortos, quizá en algún momento considere probar vuelos largos, de manera que quizá en algún momento tome esa decisión”, aseguró.
¿Tu vínculo con Argentina cómo es? ¿Te informás sobre lo que pasa acá?
Voy leyendo, no sé si todos los días, pero bastante seguido. Y sigo manteniendo el contacto con todos mis amigos, que me van contando y obviamente con mi familia.
A veces me encuentro con algún argentino acá que está viajando y charlo un rato…
¿Cómo es el tema de los vínculos allá? Porque nosotros tenemos esa cosa tan argentina de juntarse, de agarrarse, de abrazarse y ahí debe ser todo lo contrario.
De por sí es bastante exótico que alguien de Argentina se vaya a vivir allá, maneje el idioma y demás, así que siempre estoy contando mi historia… Por lo demás, si bien es cierto que para el día a día la gente es muy gauchita en el trato, lo que siempre se dice es que los daneses no necesitan amigos nuevos. Tienen sus amigos de la primaria y la secundaria que los mantienen toda la vida. Entonces a veces es difícil hacerse amigos, no existe esa espontaneidad que tenemos en Argentina de decir ‘paso por tu casa y tomamos un mate o un café’, acá planean todo con tiempo.
Así, al final de la charla y sin dejo de nostalgia, aun cuando extraña el disfrute de los lazos sociales que son tan naturales en nuestro país -y la carne, los buenos asados, según confesó-, Emma tiene claro, y así lo expresa, que está cumpliendo su sueño. Nada parece detener su vuelo.